Chad: La armada Brancaleone ataca de nuevo

Guadi Calvo

Chad

Los apabullantes cambios que se están viviendo en los países del Sahel, con la decidida actitud de varios de sus gobiernos, que han resuelto expulsar de sus territorios toda presencia militar extranjera, particularmente las de Francia y de los Estados Unidos, después de décadas de una ocupación solapada. (Ver: Francia agoniza en el Sahel)

Esa presencia militar ha sido decisoria para sumergir a sus pueblos en la más abyecta de las pobrezas y la explotación infame de sus recursos naturales, a manos del antiguo régimen colonial. Por lo que los únicos cambios que se podían esperar eran que algún general, mejor posicionado ante Francia, sucediera a otro, de manera más o menos cruenta.

Por esto y en el contexto de los profundos cambios políticos que viven esa media docena de países de la región (Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Mali, Níger y Senegal), no puede tomarse a la ligera el frustrado intento de la toma del palacio presidencial del Chad, el pasado miércoles ocho, más allá de su pronta resolución.

Según se informó, un grupo compuesto por veinticuatro hombres armados, vistiendo ropas civiles y aparentemente mal organizados, intentó la toma del complejo presidencial en N’Djamena, la capital chadiana, lo que desencadenó una rápida respuesta de la guardia presidencial, que dejó al menos dieciocho muertos y seis heridos entre el grupo atacante y un muerto y tres heridos entre el personal de seguridad.

Después de horas de confusión, donde según algunos testigos, se escucharon fuertes ráfagas de disparos y testimonian que el ejército habría sacado tanques a las calles próximas al complejo presidencial, el ministro de Asuntos Exteriores, Abderaman Koulamallah, rodeado de guardias y armado, dijo que “la situación está bajo control” y que “el intento de desestabilización fue reprimido”.

Horas antes de que estallara el intento de ocupación, este ministro, junto al presidente Mahamat Idriss Deby Itno, se había reunido con su par chino, Wang Yi, como parte de su visita oficial al continente.
Hasta allí la escasa información con la que se cuenta; cerca de treinta y seis horas de lo sucedido, ningún grupo insurgente de los que operan en la región se ha responsabilizado de la acción nocturna del miércoles.

Las primeras versiones habían adjudicado el ataque al grupo nigeriano Boko Haram, que sí opera en el Lago de Chad, a unos ciento veinte kilómetros al norte de N’Djamena, pero esta era una posibilidad borrosa, ya que esta khatiba, que opera desde 2009, nunca había atacado la capital chadiana, ni siquiera en sus años de mayor actividad.

Hoy este grupo, después de fuertes desgajamientos que han dado espacio a la aparición en 2015 del grupo Provincia de África Occidental del Estado Islámico o ISWAP, por sus siglas en inglés, se encuentra en un momento de confusión interior, lo que, sumado a los golpes del ejército, los conflictos internos por el liderazgo y la guerra que mantiene con el ISWAP y otro de sus vástagos, el Ansaru o Vanguardia para la Protección de los Musulmanes en África Negra, hace que su nivel de operatividad para una acción semejante sea improbable.

Para llegar hasta las puertas de N’Djamena, tendría que haberlo hecho desde el norte, recorriendo un terreno desértico, prácticamente sin lugar, para disimularse en un camino rigurosamente vigilado por el ejército, uno de los mejor armados y entrenados del continente. De haber llegado su objetivo desde el oeste, tendría que haber transitado un trecho de cuarenta kilómetros, por territorio camerunés, es decir, cruzar dos fronteras: Nigeria con Camerún y Camerún con Chad, también muy vigiladas por el ejército camerunés, que desde hace años se encuentra en estado de alerta, para impedir justamente la llegada e instalación de grupos terroristas en su país.

Por lo que lo único que resta podría ser la activación de células dormidas dentro de N’Djamena. Lo que dado el sistema represivo establecido por Idriss Deby, padre del actual presidente, que gobernó con puño de acero al país por treinta años, hubiera sido muy difícil que logren disimularse, de manera tan eficiente, para después tener un desempeño tan malo como el que tuvieron.

Otra de las posibilidades es que haya sido una patrulla perdida del grupo Front pour l’Alternance et la Concorde au Tchad (FACT), compuesto por exmilitares rebeldes, cuya presencia se localiza en el este del país, junto a la frontera con Libia y Sudán, que, en dos oportunidades, 2008 y 2019, estuvo muy cerca de tomar la capital. El FACT fue el responsable, en abril del 2021, de la muerte en combate del presidente Idriss. Este grupo, con una importante experiencia en combate, tampoco podría ser responsable de una operación tan desastrosa.

Por lo que la versión del ministro Koulamallah acerca de que adjudicó el ataque a un “grupo de borrachos”, de los que algunos iban armados solo con machetes, provenientes de los barrios pobres del sur de la ciudad, a los que Koulamallah describió como Pieds Nickeles, por el cómic francés donde se cuentan las aventuras de una banda de criminales bastante desafortunados.

Enemigos de verdad

Más allá de las elucubraciones acerca de quiénes fueron responsables del ataque al palacio presidencial, es importante señalar que Chad tiene enemigos mucho más poderosos que Boko Haram, el FACT o los Pieds Nickelés, nada menos que la antigua metrópoli colonial, París.

Francia, que acaba de salir con caja destemplada de Chad, como lo ha hecho o lo está haciendo del resto de esas cinco naciones mencionadas del Sahel, guardaba para esa nación el lugar de gendarme regional, motivo por lo que mantuvo durante treinta años la dictadura de Idriis Deby, más allá de las violaciones a los derechos humanos, al punto que Emmanuel Macron fue el único jefe de Estado de occidente que llegó hasta N’Djamena para rendirle honores a su fiel lacayo.

El Eliseo alentó y proveyó los medios para conformar el ejército más poderoso entre sus antiguas colonias. En el marco de estos acuerdos, hasta noviembre pasado, Francia mantuvo las últimas bases militares en la región, cuando, de manera unilateral, el presidente Mahamat Deby, electo democráticamente en mayo de 2024, tras haber gobernado el país desde la muerte de su padre en 2021, puso fin a los acuerdos de defensa y seguridad con París, calificándolos de «obsoletos», exigiéndole a París el retiro de sus mil hombres de la base de Faya-Largeau, a casi ochocientos kilómetros de la capital, previsto para mitad de 2025.

No conforme con el desaire a París y a Washington, a quien también exigió el retiro de sus dotaciones militares, Deby, al igual que Malí, Burkina Faso y Níger, que conforman la Confederación del Sahel, tuvo un importante acercamiento a Rusia en lo militar y a China en lo económico, por lo que no sería extraño que Chad pase a integrarse a dicha Confederación, con toda la inquietud que esto podría provocar en el continente y las potencias occidentales.

Es este el verdadero contexto, por lo que el aparente frustrado ataque del miércoles, con toda la torpeza que se alcanza a ver en los videos captados por las cámaras de seguridad, en verdad no ha sido, solo un globo de pruebas. Para chequear cuán receptiva sería la población para un hecho de esas características cuando se aguardan los resultados de las controvertidas elecciones legislativas del pasado día seis, a las que ya la oposición calificó de ser manipuladas por el gobierno e incluso el principal partido de la oposición, Transformers, a lo largo de toda la campaña ha boicoteado. Además, se espera que este año sea muy conflictivo a raíz de la falta de alimentos debido a las grandes sequías que ha soportado el país estos últimos meses.

Por ello no es para nada imprevisible que se vuelva a montar otro intento de asalto, esta vez con mayor seriedad de lo que lo ha hecho esta armada brancaleone, tan absurda como la del propio Mario Monicelli.

Línea Internacional

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