Patiño, Gomeco, y Reynaldo

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Recientemente recordaron en uno de los grupos a los que pertenezco en Facebook, que se cumplía un aniversario más de la muerte de Carlos Alberto Patiño, aquel gran animador de la radio y televisión nacional. Lo anterior, me hizo recordar una bonita anécdota en la que Patiño tiene que ver, a pesar que cuando sucedió ya había pasado a mejor vida, de la que también es protagonista don Gonzalo Gómez Cordero, a quien todos recordamos como Gomeco, y un chofer que tuvo llamado Reynaldo.

Antes de narrarles la anécdota, empiezo con algunos datos de Patiño, a quien recuerdo muy bien en su paso por la radio y televisión nacional. Incluso estuve varios veces en su casa en Santo Domingo, dado que fui compañero en el colegio de uno de sus hijos, Ricardo Patiño (q.d.D.g.).

Carlos Alberto Patiño nació en 1934 en Cartago. Fue un destacado locutor, animador y presentador de radio y televisión. Patiño se dio a conocer en los medios costarricenses a través de programas como “El show del medio día” y “El Club Millonario”, nombre que se completaba siempre con el nombre del patrocinador principal, por ejemplo Club Millonario Phillips o Club Millonario Toshiba. Era el programa más visto del país en el horario estelar de 7 a 8 pm, de lunes a viernes, en lo que los gringos llaman “prime time”. También hizo radio donde interpretó a varios personajes famosos como “Barandas” o su participación en la adaptación para radio de la novela “La isla de los hombres solos” de José León Sánchez.

Patiño fue conocido por su voz inconfundible, carisma y humildad. Además de su carrera en radio y televisión, también trabajó como repartidor de periódicos, chofer y vendedor de seguros. Su versatilidad y talento lo convirtieron en uno de los presentadores más queridos y recordados del país. Lo que cautivó más e hizo que se ganara el cariño del público, fue su sensibilidad social al promover y participar en campañas de ayuda a los menesterosos, a las comunidades, y en obras de bien social en general.

Incursionó brevemente en la política, cuando el presidente Rodrigo Carazo lo nombró presidente ejecutivo del INA (Instituto Nacional de Aprendizaje), más que todo por su labor social previa.

Lamentablemente, Patiño falleció a los 48 años debido a un infarto el 12 de diciembre de 1982, si mal no recuerdo estaba en Puntarenas cuando le dio un infarto que le causo la muerte. Agrego que siempre fue un fumador empedernido, y que eso pudo incidir en la causa de su muerte. Su inesperada desaparición dejó un vacío en los corazones de muchos costarricenses, y su legado sigue siendo recordado hasta el día de hoy.

Gonzalo Gómez Cordero nació en 1912 en Grecia de Alajuela. Lo conocí muy bien, fuimos vecinos por mucho tiempo; él vivía casi enfrente de mi casa, y sigo siendo muy amigo de su hijo, y en general de su familia. Fue un político destacado por su labor en la construcción de acueductos rurales, siendo un pionero en la participación ciudadana y el desarrollo comunal. Como diputado en 1970, y posteriormente como asesor presidencial de Daniel Oduber, Luis Alberto Monge y Óscar Arias, lideró la creación de más de cien acueductos rurales, además de escuelas, puentes, parques y otras infraestructuras.

Se le conocía como Gomeco, porque ese era el nombre que le había puesto a una empresa de su propiedad. El nombre comercial lo tenía puesto en las puertas del carro, entonces cuando llegaba a alguna reunión o mitin político, la gente decía “mirá, ahí viene Gomeco”, y le quedó ese nombre para toda la vida.

Aunque inicialmente no fue el candidato preferido para diputado de José Figueres (don Pepe), trabajó estrechamente con él y otros líderes para mejorar la calidad de vida en comunidades alejadas. Su legado, el llamado en ese entonces “Plan Gomeco”, sentó las bases de los acueductos rurales, facilitando agua potable y fortaleciendo el empoderamiento comunitario. Gomeco dedicó su vida al servicio público, marcando un hito en la historia del desarrollo rural en Costa Rica.

Gomeco tenía en su casa una colección de más de 200 platos, placas y pergaminos de agradecimiento, dados por las comunidades a las cuales había ayudado.

Don Gonzalo murió en 2012 a los 99 años de edad.

A Gomeco, en una de las administraciones para las que trabajó de asesor, le asignaron un carro con un chofer llamado Reynaldo. Recuerdo que Reynaldo entraba temprano en las mañanas a la calle sin salida en barrio Otoya donde vivíamos. Parqueaba el jeep Toyota enfrente de la casa de Gomeco para esperarlo e irse de gira. Él era una persona humilde y sencilla, eso sí muy leal; siento no acordarme de su apellido.

Reynaldo recorrió el país con Gomeco, constatando de primera mano como era de conocido, y el gran cariño que le profesaba la gente, casi en cualquier lugar del país que visitaban.

Ahora sí, la anécdota:

Cuando murió Patiño, su multitudinario sepelio terminó convirtiéndose en una espontánea expresión popular, pues las miles de personas que asistieron asumieron por su cuenta el transporte del ataúd, arrebatándoselo prácticamente de las manos a familiares y allegados. Algo nunca visto ni siquiera en los entierros de líderes políticos. El pueblo demostró de esa forma, el gran cariño que tenía por Patiño. Fue todo un acontecimiento nacional.

Un tiempo después, estaba Reynaldo esperando a que saliera Gomeco de su casa, para irse de gira. Pues bien, de casualidad estábamos ese día conversando con él de las giras que hacían y de como quería la gente a don Gonzalo. Entonces, cuando Gomeco salió, y antes de montarse al jeep, escuché que Reynaldo le dijo:

Don Gonzalo, yo estoy seguro que cuando usted se muera, a su entierro va a ir más gente que al de Patiño”.

El comentario nos hizo mucha gracia, y aunque quizás un poco irrespetuoso, reflejaba lo que Reynaldo veía casi todos los días: el gran cariño que le profesaba la gente a Gomeco.

Cosas de la vida, Reynaldo murió mucho antes que don Gonzalo.

Al final, no sé si habrá ido más gente al entierro de don Gonzalo, pero sí puedo decir que esta pequeña anécdota, me dio la oportunidad de hablar de dos personajes, que aunque parecieran muy diferentes, en el fondo compartían algo muy bueno e importante: su vocación de ayuda desinteresada. Personas como Patiño y Gomeco, ya quedan pocas, desgraciadamente.

Si quieren conocer más sobre la labor de Gomeco, pueden leer el artículo “Don Pepe, Gomeco y los acueductos rurales” escrito por el periodista Camilo Rodríguez, que publiqué en mi sitio web especializado elespiritudel48.org.

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