William Hayden
El Partido Liberación Nacional (PLN) desde hace muchos años viene cavando su propia tumba. Tiene tres derrotas consecutivas en las últimas elecciones presidenciales.La primera en el 2014, la más vergonzosa de todas, cuando su candidato Johnny Araya se retiró en la segunda ronda, quien en la votación nacional del mes de febrero con 29,71% de los votos perdió frente a Luis Guillermo Solís del Partido Acción Ciudadana (PAC), un ex liberacionista resentido, que obtuvo el 30,64%.
En las elecciones del 2018 su candidato Antonio Álvarez quedó en el tercer lugar en la primera vuelta con 18,63% y le ganaron Fabricio Alvarado del Partido Nueva República (24,99%) y Carlos Alvarado del PAC (21,72%).
En las elecciones del 2022 José María Figueres las ganó en la primera vuelta al obtener 27.28% de los votos y Rodrigo Chaves el 18,78%, pero en el repechaje ganó Chaves con el 52,6% y Figueres cerró con el 47,4%.
Haciendo un promedio de los votos conseguidos en estas tres justas electorales el PLN se ha alzado con el 25,2% de los votos en la primera ronda, lo cual es una masa crítica importante, pero no le alcanzan para ganar, pues se requiere el 40% de los votos válidos. Considerando este pasado es de prever que participando solo no ganará las elecciones en el mes de febrero del 2026 y si conserva ese 25% que es, muy dudoso, puede pasar a un repechaje en abril del 2026. En consecuencia, el futuro electoral del PLN es incierto.
Dejando de lado estas estadísticas, hay un sentimiento anti liberacionista en el pueblo, pues el PLN se percibe como un partido corrupto, mañoso, viejo, desgastado, sin nada que ofrecer hacia el futuro, sin encantamiento, secuestrado por cuatro ayatolas perniciosos (Oscar Arias, José María Figueres, Antonio Álvarez y Johnny Araya), quienes fueron obligados a renunciar en sus puestos vitalicios en el Directorio Ejecutivo, pero no es suficiente, porque seguirán con sus viejas mañas e intereses metiendo sus manos (perro que come huevo ni quemándole el hocico), lo cual se vio en la asamblea nacional del pasado 12 de octubre con el figuerismo y el arismo, que no se pusieron de acuerdo sobre el formato de la convención para elegir a los precandidatos a la presidencia (cerrada versus abierta).
En esta asamblea hubo propósitos de enmienda éticos, en principio, pero no contundentes, con prohibir el nepotismo, los conflictos de interés, el clientelismo y suspender o expulsar candidatos con causas penales. Agreguémosle a esto, la campaña injuriosa, sediciosa del presidente Chaves de atacar constantemente al PLN responsabilizando de todos los males del país y de nuestra democracia, que él en su gobierno no ha podido ni sabe cómo corregir, pero insiste en su obstinado señalamiento porque percibe que el PLN con ese caudal de votos históricos (25%) es una amenaza para el chavismo en las elecciones del 2026.
En las elecciones municipales de febrero de este año al PLN le fue como un quebrado, sacó pocas alcaldías y perdió muchas y cundió el pánico: “vamos a desaparecer” y por ello a finales de marzo dada su preocupación de que el PLN sufra su cuarta derrota en las elecciones del 2026, Antonio Álvarez propuso hacer una coalición de partidos afines ideológicamente.
El lunes de esta semana Miguel Guillén, el secretario general del PLN, lleno de miedo y con el animal del autoritarismo chavista respirándole en la nuca, acoge la idea de Toño Álvarez y sugiere hacer una alianza electoral respaldando la tesis del diputado Ariel Robles del PFA de articular una alianza democrática de partidos de centro y sectores de la sociedad costarricense para enfrentar al Movimiento Tiempo de Valientes (MTV) del chavismo. Pero de inmediato el PFA se sacude y en voz de su diputado Jonnathan Acuña rechaza cualquier posibilidad de incluir al PLN en la alianza electoral que promueven para las elecciones del 2026, porque es un partido sin ideología, que abandonó la social democracia y está secuestrado por sectores económicos muy poderosos.
Quizás no hay tiempo para alianzas o coaliciones efímeras, pero si hay que eliminar el multipartidismo del país, no puede ser que participen 25 o 40 partidos en las justas electorales atraídos por el botín del financiamiento público. Deben existir como máximo tres partidos: Derecha, Izquierda e Independiente, y/o Conservador, Liberal e Independiente, o volver a reformar la Constitución para exigir el 10% de los votos validos para participar en la contribución estatal y no el 4% como quedó con la reforma constitucional de la ley N°7675 de 2 de julio de 1997.
Así las cosas, pareciera que el PLN deberá ir solo a las elecciones del 2026, porque como huele a muerto ninguna agrupación política querrá coaligarse con ellos y la posible lucha electoral sea entre el PLN con su masa crítica, y el chavismo y ganará el que tenga el mejor candidato, porque es un hecho que el pueblo ya no vota por partidos sino por personas y en consecuencia el sistema de partidos, si no se reforma como sugiero, debe desaparecer a partir de esa elección, que además es muy costoso para el erario público y pensar en reformar la Constitución para empoderar a nivel cantonal, provincial y nacional a personas sin los lastres de esas maquinarias partidistas corruptas y desactualizadas de la realidad nacional.
– Economista y escritor.