Octubre 23, 2024
Por Jomo Kwame Sundaram
KUALA LUMPUR – La Nueva Economía Institucional (NEI) ha recibido otro premio Nobel, ostensiblemente por volver a afirmar que las buenas instituciones y la gobernanza democrática aseguran el crecimiento, el desarrollo, la equidad y la democracia.
Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson (AJR) son tres economistas bien conocidos por su influyente trabajo cliométrico. El trío han elaborado la afirmación del anterior laureado Douglass North de que los derechos de propiedad han sido cruciales para el crecimiento y el desarrollo.
Pero AJR ignora los argumentos posteriores de North, más matizados. Para el trío AJR, «las buenas instituciones» fueron transplantadas por el colonialismo de colonos europeos anglófonos («anglos»). Aunque quizá metodológicamente novedoso, su enfoque de la historia económica es reduccionista, sesgado y engañoso.
Caricaturas de la NEI
El trío AJR fetichiza los derechos de propiedad como cruciales para la inclusión económica, el crecimiento y la democracia. Ignoran e incluso niegan los muy diferentes análisis económicos de John Stuart Mill, Dadabhai Naoroji, John Hobson y John Maynard Keynes, entre otros liberales.
Los historiadores y antropólogos son muy conscientes de las diversas reivindicaciones y derechos sobre los bienes económicos, como la tierra cultivable, por ejemplo, el usufructo. Incluso los derechos de propiedad son mucho más variados y complejos.
La creación jurídica de los «derechos de propiedad intelectual» confiere derechos de monopolio al negar otras reivindicaciones. Sin embargo, la noción angloamericana de derechos de propiedad de NEI ignora la historia de las ideas, la sociología del conocimiento y la historia económica.
Se confunden conceptos más sutiles de propiedad, imperialismo y globalización en la historia. El trío AJR apenas distingue entre los distintos tipos de acumulación de capital a través del comercio, el crédito, la extracción de recursos y los diversos modos de producción, como la esclavitud, la servidumbre, el peonaje, la servidumbre por deudas y el trabajo asalariado.
John Locke, el «padre del liberalismo» según define Wikipedia, también redactó las constituciones de las dos Carolinas, ambos estados esclavistas estadounidenses. El tratamiento que hace AJR de la cultura, el credo y la etnicidad recuerda al artificioso choque de civilizaciones de Samuel Huntington. La mayoría de los sociólogos y antropólogos se acobardarían.
Los sujetos coloniales y poscoloniales permanecen pasivos, incapaces de elaborar sus propias historias. Los Estados poscoloniales reciben un trato similar y se les considera incapaces de desplegar con éxito políticas de inversión, tecnología, industria y desarrollo.
Thorstein Veblen y Karl Polanyi, entre otros, han debatido durante mucho tiempo sobre las instituciones en la economía política. Pero en lugar de hacer avanzar la economía institucional, el oportunismo metodológico y las simplificaciones del NEI la hicieron retroceder.
Otro Nobel para la NEI
Para el trío AJR, los derechos de propiedad generaban y distribuían la riqueza en las colonias anglosajonas, incluidos los dominios de Estados Unidos y Reino Unido. Su ventaja se debía supuestamente a instituciones económicas y políticas «inclusivas» debidas a los derechos de propiedad anglosajones.
Las variaciones en los resultados económicos se atribuyen al éxito del trasplante y a la dominación política de las colonias por parte de los colonos. Había más tierras disponibles en la zona templada poco poblada, sobre todo después de que las poblaciones indígenas se redujeran debido al genocidio, la limpieza étnica y los desplazamientos.
Estas zonas estuvieron mucho menos densamente pobladas durante milenios debido a su menor «capacidad de carga». La abundancia de tierras permitió la propiedad generalizada, considerada necesaria para la inclusión económica y política. Así, las colonias anglosajonas «lograron» instituir tales derechos de propiedad en entornos templados con abundancia de tierras.
Este tipo de asentamiento colonial era mucho menos factible en los trópicos, que durante mucho tiempo habían albergado poblaciones indígenas mucho más densas. Las enfermedades tropicales también disuadieron a los nuevos colonos de las zonas templadas. Así, la esperanza de vida de los colonos se convirtió en causa y efecto del trasplante institucional.
La diferencia entre las «buenas instituciones» de «Occidente» -incluidas las colonias de los colonos anglosajones- y las «malas instituciones» del «Resto» es fundamental en el análisis de los premiados AJR. La menor esperanza de vida y la mayor morbilidad de los colonos blancos en los trópicos se achacan a la incapacidad de establecer buenas instituciones.
El privilegio de los colonos anglosajones
Sin embargo, la correcta interpretación de los resultados estadísticos es crucial. Sanjay Reddy ofrece una interpretación muy diferente del análisis econométrico de AJR.
El mayor éxito de los colonos anglosajones también podría deberse a un sesgo étnico colonial a su favor y no a la existencia de mejores instituciones. No es de extrañar que la Historia de los pueblos de habla inglesa del racista imperial Winston Churchill celebre a esos europeos anglófonos.
Las pruebas de AJR, criticadas por engañosas en otros aspectos, no apoyan necesariamente la idea de que la calidad institucional (equiparada a la aplicación de los derechos de propiedad) sea realmente importante para el crecimiento, el desarrollo y la igualdad.
Reddy señala que las circunstancias económicas internacionales que favorecen a los anglosajones han determinado el crecimiento y el desarrollo. La preferencia imperial británica favoreció a estos colonos frente a las colonias tropicales sometidas a la explotación extractivista. Las colonias de colonos también recibieron la mayoría de las inversiones británicas en el extranjero.
Para Reddy, la aplicación de los derechos de propiedad privada angloamericanos no ha sido necesaria ni suficiente para sostener el crecimiento económico. Por ejemplo, las economías de Asia Oriental han utilizado pragmáticamente acuerdos institucionales alternativos para incentivar la recuperación.
Señala que «la aproximación invertida de los autores a los conceptos» ha confundido «las economías atrincheradas en los derechos de propiedad» que ellos favorecen como ‘inclusivas’, por contraste con las economías ‘extractivas’ centradas en los recursos».
Propiedad frente a derechos populares
La afirmación de AJR de que los derechos de propiedad garantizan una economía «inclusiva» también está lejos de ser evidente. Reddy señala que una democracia rawlsiana de propiedad generalizada contrasta fuertemente con una oligarquía plutocrática.
El trío AJR tampoco explica de forma persuasiva cómo los derechos de propiedad garantizaban la inclusión política. Protegidos por la ley, los colonos coloniales a menudo defendían violentamente sus tierras adquiridas contra los indígenas «hostiles», negándoles sus derechos sobre la tierra y reclamando su propiedad.
Las concesiones políticas «inclusivas» en el Imperio Británico se limitaban principalmente a los dominios coloniales de los colonos. En otras colonias, el autogobierno y las franquicias populares sólo se concedieron a regañadientes bajo presión.
La exclusión previa de los derechos y reivindicaciones indígenas permitió dicha inclusión, especialmente cuando los «nativos» supervivientes dejaron de considerarse una amenaza. Los derechos autóctonos tradicionales fueron circunscritos, cuando no eliminados, por los colonos.
El afianzamiento de los derechos de propiedad también ha consolidado la injusticia y la ineficacia.
Muchos defensores de estos derechos se oponen a la democracia y a otras instituciones políticas inclusivas y participativas que a menudo han contribuido a mitigar los conflictos.
El Comité del Nobel está apoyando la legitimación de la desigualdad de propiedad/riqueza y el desarrollo desigual por parte de NEI. Argumentó que premiaba a los tres economistas por sus estudios teóricos y empíricos, que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones.
Premiar al trío AJR también pretende relegitimar el proyecto neoliberal en un momento en el que está siendo rechazado más ampliamente que nunca.
Este es un artículo de opinión de Jomo Kwame Sundaram, profesor de economía y antiguo secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
T: MF / ED: EG