La Pura Vida y la Existencia

Conversaciones con mis nietos

Arsenio Rodríguez

La existencia es, la vida parece ser”. Meher Baba

Cuando uno despierta por la mañana, por unos instantes, uno sólo está consciente de estar consciente. A esto inmediatamente le siguen, las definiciones programadas de nuestra identidad; nacionalidad, personalidad, género, edad, relaciones, miedos, responsabilidades, opiniones, creencias y esperanzas. Este es el papel que desempeñamos en nuestras interacciones con los demás.

Hoy en día, interactuamos en tiempo real, con una enorme avalancha de noticias y chismes globales sobre todo; el cambio climático, la política, los huracanes, los intolerantes ganando terreno, los productos para consumir, los nuevos virus, los asteroides que nos aplastan, las aguas que nos inundan, las teorías conspirativas y opiniones de todo tipo. «Información» le llaman a esto. Este paquete diario del “mundo”, se combina con los impulsos, miedos, esperanzas y recuerdos que surgen en nuestro interior, en fin la pura vida.

Ya no solo son, los ruidos de la mañana, los pájaros, las maquinarias despertándose y las voces del viento, ni las noticias en la televisión o la radio, lo que se derrama sobre los sentidos. Ahora son imágenes, textos, videos, conspiraciones, palabras, del mundo entero. Conversaciones, ofertas de consumo, erótica, oraciones, y escenas turísticas. Todas aparecen, al contacto de los dedos con el teclado de esa ventanita brillante y misteriosa, que se asoma al universo. Desde la última barrabasada que dicen gente como Trump, Milei o Kim Jon Un, o palabras inspiradoras que han dicho gente como Hafiz o Francisco de Asís, y miles de millones de opiniones que vierten gente desconocida por la Internet. Las redes sociales, que no distribuyen información sino que la crean, si, un montón de gente con ínfulas de García Márquez haciendo Macondos, donde la Tierra es plana, la luna es de queso, los migrantes haitianos en Estados Unidos comen perros y gatos de los vecinos y el COVID es una conspiración china-italiana.

Veamos un muestrario de la “información”:

¡.. acaban de descubrir que los micro plásticos nos están envenenando a todos! Y nuevas nebulosas han sido descubiertas por el telescopio Webb. .. no se preocupen, la IA está llegando, todo estará bien… el nombre y la cara de Donald Trump mezcla de comediante, embustero, novelista surrealista y mercader del miedo. .. Elon Musk o Jeff Bezos tienen mil millones o dos más. ..¿O qué tan popular es Taylor Swift (ahora odiada por Trump)? Además de guerras, huracanes, terremotos, y las nuevas vistas de ese Galileo colectivo, llamado Webb, hay noticias sobe la pandemia de COVID que ahora es parte de la vida como los catarros.

Sí, hay reiteraciones constantes sobre todas las cosas, personas y acontecimientos, que se derraman como una tormenta sobre nuestras mentes.

Y añadamos a esto la historia o digamos mejor la leyenda acumulada sobre nuestro viaje humano colectivo, con todo su elenco de prima donas y el sinfín de extras, es decir los cuentos de lo que ha sido, sean ciertos, exagerados o no. Por ejemplo, a las Américas los europeos la «descubrieron» y la nombraron, en honor a un marinero italiano, (cuando se dieron cuenta que no habían llegado a la India). Aun así, a los millones de habitantes de estos «nuevos» continentes los llamaron indios. Así es como se escribe la historia. O se dice que los europeos emigraron en masa para «descubrir», «colonizar» y «conquistar» este «nuevo mundo» a pesar de estar lleno de gente.

Curioso cómo cambian las definiciones con el tiempo. Hoy en día, cuando los africanos, los centroamericanos y los haitianos llegan a Europa y a Estados Unidos, no son vistos como «descubridores o colonizadores», sino como un grupo de migrantes transgresores, algunos que se comen los perros y gatos de los vecinos.

Así aparece el mundo al despertarnos. A sus cuentos de historia, se añaden las tormentas de “información” cuentos de innumerables países, polémicas políticas, promociones corporativas, las invitaciones a la vanidad, al nacionalismo y al placer, etcétera. Banderas, colores, símbolos, sectas, patriotas, y fronteras. Rabias contra otras tribus, con otras mezclas de lenguaje, color de piel, costumbres y todas las demás cosas que difieren de nuestras respectivas identidades. Y son tantas las películas simultáneas que están siendo proyectadas en y desde estos tan numerosos egos nuestros. Es verdaderamente alucinante.

Por supuesto, también hay belleza, magia, el encanto del universo, el amor y los buenos sentimientos que todo lo rodean en diferentes proporciones. Pero en su mayoría los titulares, los comentarios de las noticias y el contenido de las redes sociales se componen principalmente de tiroteos, chismes, luchas de poder político, conspiraciones y material promocional.

Sin embargo, a todos nos obsesiona en algún momento las preguntas existenciales, que generalmente son dejadas de lado o pospuestas, en medio de tanta emoción y alboroto. ¿De qué se trata esta vida? ¿Quién soy yo? ¿Para qué sirve todo esto? Todos nos las hacemos y las posponemos, mientras nos enredamos con las emociones y nos escapamos de las amenazas. Y se las pasamos a otros para que las respondan, y seguimos las creencias generales, porque parecen ser incontestables para la mente.

¿Qué es todo esto? Nos preguntamos a medida que crecemos. ¿Un paraíso creativo perdido por culpa de una manzana? ¿O un vacío del espacio que explota en estallido y se sobrecalienta y da a luz a hadrones y muones y demás, y que al enfriarse se congrega, se une, se inventa y se convierte en el paraíso perdido, y las manzanas y las cosas originales y los pecados?

Las respuestas dadas por la mente a través de pensamientos, o son basadas en un racionalismo científico, o en una amplia variedad de mitos y dogmas. Son conceptos, palabras, teorías y creencias. Pero parece que las palabras y los conceptos no pueden captar ni describir la verdadera realidad de qué es lo que Es. Que esa realidad yace más allá de palabras y conceptos.

Toda esta avalancha de forma y circunstancia comienza con el nacimiento de cada uno. Con ese momento de aparición en carne y hueso, de un punto de vista, de una gota. Al igual que una semilla, trae consigo un potencial, un genoma, un guion, basado en quizás innumerables apariciones en el escenario, una historia inconsciente de ensamblaje y experiencias de dualidad a tantos niveles, que han contribuido al desarrollo de la plena consciencia de ser.

Las fuerzas y circunstancias dentro de nosotros y a nuestro alrededor divergen. Pueden ser calmadas o explosivas, acariciantes o hirientes. Todo tipo de combinaciones de ignorancia, vislumbres de verdad, momentos de noche oscura y alegría y paz, ocurren constantemente en proporciones variables, dentro y fuera de nuestras burbujas del yo. Y uno puede correr pero no escaparse, de las incesantes fuerzas constructivas y destructivas de la vida. Y tarde o temprano, tiene que enfrentar la confusión para seguir descubriendo lo que realmente somos.

Parecería ser que el universo es un vehículo para el desarrollo de la consciencia. Una evolución impulsada, a través de una dualidad en los bloques de construcción de la materia y la vida, desde la intensa energía que ocurre en las estrellas. Los pétalos de una rosa y la tierna piel de una mariposa están compuestos por las mismas energías que a niveles inimaginables manejan las galaxias. Un flujo y reflujo de energía que sostiene desarrolla y nutre el universo.

Como humanos a veces, sentimos una libertad interior. Un despertar que va más allá de estar despierto. Y por unos instantes sentimos que uno existe, más allá de la yuxtaposición de tú y yo. Más allá de la colmena. Más allá de la Casa de los Espejos. Más allá de los antiguos impulsos evolutivos. En una esencia destilada de libertad total, en una soledad de plenitud. Más allá del tiempo, del espacio, del pensamiento y de la definición. La pura Existencia.

El escenario adquiere entonces una naturaleza sublime, y una nube de empatía, amor, compasión y belleza, desciende sobre todo. Un estado entre los sueños y el despertar, de un sueño profundo. Los velos aún siguen impidiendo una visión totalmente clara, pero uno puede sentir la naturaleza unitaria de todo.

Esto representa un cambio de consciencia, adentro. Este es el verdadero trabajo que enfrentamos hoy y todos los días, ir más allá de la avalancha que se nos derrama con los cuentos de la mente, y abrir el corazón. Para poder amar y encontrar el verdadero sentido de la existencia. Y reconocer el milagro de la vida. Cuando nuestra mente reconozca con humildad la dimensión espiritual del corazón, y nuestra presencia en esta obra de la Existencia, podremos perdonarnos y vivir de verdad la Pura Vida.

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