Por Sabine Dobel (dpa)
Garmisch-Partenkirchen (Alemania), 7 sep (dpa) – Una vez más, el verano ha sido extremo en todo el mundo y una vez más, los científicos observan en Alemania con preocupación el deshielo de los glaciares de ese país.
Según las previsiones, en los próximos años los cuatro últimos glaciares alemanes perderán su condición de tales uno tras otro. Dentro de diez años, es probable que en Alemania no quede ninguno.
El invierno pasado hubo mucha nieve a gran altitud, lo que protegió el hielo hasta bien entrado el verano. Sin embargo, esto se vio contrarrestado sobre todo por un agosto muy caluroso. Y lo que antes se denominaba «hielo eterno» ha vuelto a sufrir.
El glaciar Schneeferner Norte, en el Zugspitze, la montaña más alta de Alemania, se encuentra «en un estado deplorable», afirma Wilfried Hagg, glaciólogo y geógrafo de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Múnich.
Los investigadores estiman que el Schneeferner Norte dejará de ser un glaciar a finales de la década. Los glaciares Watzmann y Blaueis, cerca de Berchtesgaden, se verán afectados antes. La previsión aquí es de dos o tres años. Solo el Höllentalferner sobrevivirá más tiempo, hasta 2035 aproximadamente.
Hace dos años, los científicos despojaron al Schneeferner Sur de su condición de quinto glaciar alemán porque dejó de fluir, un criterio necesario para su categorización como tal.
El cambio climático es especialmente evidente en las montañas. El deshielo de los glaciares se considera un indicador del calentamiento global. Esto significa también que aumentan los peligrosos desprendimientos de rocas.
Los científicos registraron en el Zugspitze, de 2.962 metros de altitud, el segundo verano más cálido desde que comenzaron los registros en 1901. Solo 2003 fue 0,2 grados más cálido.
«Fue el primer mes en el que no se registraron temperaturas negativas en la montaña más alta de Alemania. Esto significa que el Schneeferner Norte se derritió sin pausa durante un mes, día y noche», explica Hagg.
«El Schneeferner Norte perdió una enorme cantidad de volumen este verano», dice también Laura Schmidt, de la estación de investigación medioambiental Schneefernerhaus. Se perdió un paisaje. «Ahora emergió mucha roca. La zona oscura de roca y escombros contribuye al deshielo por absorción».
El deshielo podría repercutir en las operaciones de esquí en el Zugspitze. La salida del remonte es ahora extremadamente empinada. La pendiente en la cima solía ser una pista fácil, ahora es difícil, solo apta para expertos.
En 2018, Höllentalferner y Schneeferner Norte, los glaciares más grandes de Alemania, tenían una superficie de solo 16,7 y 16,1 hectáreas, respectivamente. Según las últimas mediciones realizadas por investigadores de la Academia Bávara de Ciencias y Humanidades (BAdW) y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Múnich, el Schneeferner Norte se redujo a unas 13 hectáreas desde entonces. En su punto más grueso, aún tenía unos 20 metros de profundidad.
En cinco años perdió una media de unos siete metros de espesor, el valor más alto de la serie de observaciones desde 1892, según informa Hagg. «Para 2030, podría ser tan pequeño y tan delgado que ya no haya movimiento de hielo». Y dejará de considerarse un glaciar.
El glaciar Watzmann ha aguantado relativamente bien, con una extensión de 4,7 hectáreas en el último recuento, frente a las 4,8 hectáreas de 2018. Casi el 50 % está cubierto de escombros, que lo protegen de los rayos del sol. El glaciar Blaueis, por su parte, aunque más sombreado, se redujo de 5,2 hectáreas a 4,2 hectáreas.
El Höllentalferner se encuentra en una hondonada y se alimenta de aludes en la parte superior. Es el único glaciar alemán que sigue creciendo, al menos en la parte superior, aunque ello no compense las pérdidas. Los científicos suponen que será el que más dure.
Los principales impulsores del deshielo son el sol y la temperatura, pero también influyen la lluvia cálida y la humedad. En Francia, Italia, Austria y Suiza, los glaciares tampoco van bien. A mediados de agosto, allí también se registraron tasas récord de deshielo.
La pérdida de los glaciares alemanes no tiene consecuencias de gran alcance para el balance hídrico, ya que son demasiado pequeños. Pero la situación es diferente en el caso de los grandes glaciares de los demás países alpinos. La fluctuación de la cantidad de agua en los ríos aumentaría también en Alemania si los niveles de agua dependieran únicamente de la lluvia.