Roberto Dobles
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Entre estas grandes transiciones se encuentran la transición del uso de la leña (energía renovable) como la principal fuente de energía del mundo al uso de carbón (energía no renovable) en el siglo XIX y del carbón al petróleo (energía no renovable) en el siglo XX.
Lo que distingue de sus predecesoras la transición energética que se está llevando a cabo actualmente, la cual es impulsada por las políticas de los países, es la urgencia de proteger el planeta contra la amenaza del cambio climático, la necesidad de hacerlo lo más rápido posible y la necesidad desarrollar nuevas y mejores tecnologías de bajo costo que la posibiliten.
Por estas características, la transición energética actual es mucho más compleja que las anteriores por una serie de factores que se analizarán en esta columna.
La evidencia en el mundo muestra que las inversiones y el consumo en las fuentes de energía existentes no renovables van a continuar aumentando, junto con las inversiones en energías renovables, hasta que las nuevas fuentes renovables estén lo suficientemente desarrolladas, abundantes y de bajo costo para que puedan satisfacer de manera significativa y realista el creciente consumo mundial de energía.
En este largo proceso de décadas, el gas natural, por ser mucho más barato, abundante y generar mucho menos emisiones, va a desplazar el petróleo como la primera fuente de energía del mundo, el cual pasará al segundo lugar. Este proceso continuará hasta que las energías renovables puedan soportar la mayor parte del suministro y consumo de energía del mundo y desplacen al gas natural.
Este puente energético podría ser más largo de lo que muchos observadores no expertos estiman actualmente.
La evidencia está mostrando que las energías tradicionales continuarán siendo necesarias todavía y que su evolución en la participación en la matriz energética irá adecuándose y reduciéndose durante varias décadas, hasta que las energías renovables y los combustibles sintéticos (basados en energías renovables) se hayan apoderado por completo de todos los sectores de la economía mundial y de los países.
1. Magnitud de la transición energética
Los cambios en los sistemas energéticos en el mundo a nivel de la oferta y del consumo son intensivos en capital y en tiempo, lo que hace que las transiciones de un sistema a otro sean un proceso lento que dura décadas.
Adicionalmente, las transiciones energéticas no pueden lograrse sin tecnologías disruptivas y sin cambios radicales en la forma en que los consumidores utilizan la energía.
El Oxford Institute for Energy Studies de la Universidad de Oxford del Reino Unido, ha señalado que la transición energética implica, entre otros aspectos, cambios en tres dimensiones fundamentales que están fuertemente interrelacionadas:
• Los elementos tangibles del sistema energético, los cuales incluyen la tecnología, la infraestructura, el mercado, los equipos de producción, los patrones de consumo y las cadenas de distribución.
• Los actores del sistema energético y su conducta, lo cual incluyen las nuevas estrategias y los patrones de inversión, así como el cambio de las coaliciones y las capacidades de los actores.
• Los regímenes socio-técnicos que contienen las regulaciones, las políticas formales y las instituciones, así como la mentalidad y las creencias de la gente y las opiniones sobre la normalidad y las prácticas sociales.
2. La transición energética es un proceso complejo
Un artículo escrito por el reconocido experto internacional Daniel Yergin, titulado “Why the Energy Transition Will Be So Complicated”, señala que la transición energética es mucho más complicada de lo que se cree y que no se comprende bien el grado en que el mundo depende actualmente de los combustibles fósiles.
A este experto internacional se le considera ser uno de los analistas energéticos más respetados e influyentes en el mundo y en el anterior artículo señala también las dificultades de salir de los combustibles fósiles y de desarrollar una sustitución progresiva y ordenada de estos combustibles de los cuales el mundo depende fuertemente.
A menudo se proponen “soluciones” simplistas, y muchas veces populistas, que no solamente atrasan la transición energética al no cumplir con sus objetivos, sino que más bien agravan la situación.
Uno de estos casos es Costa Rica, donde la realidad muestra que el consumo de derivados de petróleo importados ha venido creciendo mucho más rápido que el consumo de energías renovables, por lo que la dependencia petrolera ha venido aumentando sistemáticamente, la cual ya llega al 65% del consumo energético nacional.
Otro artículo titulado “Energy guru Daniel Yergin: «I’m sick of the energy transition discussion”, publicado por el periódico NZZ News de Suiza, enumera una serie de aspectos que se están dando en la discusión sobre la transición energética:
• Todo el debate sobre la transición energética parece a veces perder contacto con la historia y la realidad económica.
• Si nos fijamos en la historia de las transiciones energéticas, todas ellas duran más de un siglo. Es muy poco probable que se intente lograr un cambio en 25 años, o incluso en la mitad de ese tiempo.
• ¿Cuál es la diferencia entre la transición energética actual y las anteriores? Hay una diferencia fundamental. Todas ellas fueron adiciones de energía. El petróleo superó al carbón como la principal fuente de energía del mundo en los años de 1960. Pero el carbón no ha desaparecido. El año pasado, el mundo utilizó más carbón que nunca, tres veces más que en los años 1960. Ahora estamos intentando pasar de un sistema a otro en un tiempo realmente corto sin prestar mucha atención a la cantidad de recursos financieros y minerales que se necesitarían.
• Del lado del suministro, las energías renovables seguirán creciendo. El año pasado, la energía renovable aumentó otro 6% en todo el mundo. Pero también surgen problemas del mundo real: cadenas de suministro difíciles, tasas de interés más altas e inflación. Hace dos años había objetivos muy optimistas para la energía eólica marina en los Estados Unidos. Ahora, esos proyectos han sido cancelados o renegociados.
• Del lado de la demanda, debemos mirar la demografía. Podría haber 2 mil millones más de personas viviendo en el mundo para el 2050. Por eso habrá un crecimiento en la demanda de los países en desarrollo y emergentes. Estos países necesitan crecer y necesitan energía para hacerlo. Si no crecen, la crisis migratoria va a empeorar, entre otras cosas.
• Si miramos hacia atrás un par de años, la gente todavía pensaba con una noción muy lineal: dibujaban gráficos con una línea clara y llegaban a donde querían estar en el 2050. En cambio, a mí me gusta hablar de una transición energética multidimensional: un proceso que se desarrollará en diferentes momentos, a diferentes ritmos y en diferentes regiones. Este concepto también deja espacio para innovaciones y avances tecnológicos.
• El sistema energético global sigue estando dominado por los combustibles fósiles.
• Además de la decarbonización, la seguridad de suministro de energía y los costos bajos son también importantes. Se ha reconocido en todo el mundo que la seguridad energética y los costos bajos de la energía también deben abordarse como parte de la transición energética.
• El mundo se está volviendo más frágil debido al colapso de la globalización.
• Hemos estado hablando mucho de seguridad energética. ¿Son la seguridad energética y la descarbonización mutuamente excluyentes? No es una contradicción, pero es un reconocimiento de que si uno se olvida de la seguridad energética, se dirige al desastre. La transición energética depende de la seguridad energética para que realmente funcione. De lo contrario, se producirá, entre otras cosas, una reacción que cuestionará las políticas de transición energética.
• El mundo va a requerir tanto una inversión continua en energías renovables, así como inversiones en petróleo y gas natural. De lo contrario, habrá escasez de energía y aumentos en los precios.
• La lucha por los metales, como parte de la transición energética, es parte de la creciente competencia entre grandes potencias como Estados Unidos y China. El objetivo actual en occidente es alejar las cadenas de suministro de China. Sin embargo, esto será difícil porque no se trata sólo de la minería, sino también del dominio de China en el procesamiento de metales y minerales. Es más, el proceso desde el descubrimiento hasta la producción en la minería puede tardar hasta 20 años. Creo que se han subestimado los desafíos de las cadenas de suministro que son evidentes en la transición energética. Existe una gran brecha entre la política declarativa de muchos países y lo que realmente sucede en el mercado global.
• La producción de algunos metales críticos para sostener la transición energética también está más concentrada que en la industria petrolera, lo cual crea incertidumbre, particularmente en cuanto a los futuros precios de la energía y la seguridad de suministro en el nuevo sistema energético.
3. Otros aspectos claves
Las transiciones energéticas que han ocurrido en el pasado y la actual no solamente son intensivas en tiempo (décadas) y en capital, sino que además la realidad está demostrando que la transición actual hacia las energías renovables va a demorar mucho más tiempo de lo que se había pensado originalmente y va a costar mucho más de lo que se había estimado hace unos años.
Todos los estudios muestran que, al igual que las transiciones energéticas del pasado, en la transición que está en proceso actualmente pasarán varias décadas de cambio continuo hasta que las energías renovables y los combustibles sintéticos (que se derivan de las energías renovables) se hayan apoderado por completo de todos los sectores de la economía.
Las transiciones energéticas buscan, entre otras cosas, que los costos de la energía sean bajos y competitivos internacionalmente, ya que, de lo contrario, se crearía un enorme obstáculo al desarrollo económico y social, lo que reduciría el bienestar social y la calidad de vida.
Los costos más elevados que todavía tienen varias fuentes renovables de energía no les está permitiendo penetrar la matriz energética, lo que retrasa el proceso de cambio.
Los avances pasados y previstos son también más lentos de lo que mucha gente desea debido a los siguientes factores:
• Las nuevas tecnologías y sus adelantos continuos no necesariamente llegan con la rapidez que se desea (incluyendo aquellos que provocan la necesaria reducción de los costos para que éstos sean competitivos).
• La inercia del sector energético hace que el proceso sea lento.
• La multiplicad y la gran cantidad de factores que intervienen (tecnológicos, económicos, fiscales, sociales, políticos, ambientales, etc.) es muy grande y hacen que el proceso sea muy complejo.
Un artículo publicado por BloombergNEF, titulado “Liebreich: Net Zero Will Be Harder Than You Think – And Easier. Part I: Harder” señala lo siguiente:
• La transición energética será brutalmente desafiante: todos los sectores de la economía tendrán que cambiar a nuevas tecnologías, los consumidores tendrán que cambiar equipos y sus comportamientos, tendrán que construir nuevas cadenas de suministro, y todo esto tendrá que suceder en todos los países en tan sólo algunas décadas, y a costa de los ahorros de toda una generación. ¿Qué podría ser más difícil?
4. Conclusión
Las fuentes de energía tienen diferentes características y ninguna por sí sola es una solución. Debe actuarse sobre la evolución continua de la matriz energética.
La solución para impulsar multidimensionalmente la transición energética tiene que ser integral (en una evolución continua entre fuentes renovables y no renovables de energía).
Entre muchas otras cosas, para que la transición energética avance, se requiere realizar un balance continuo durante décadas entre los tres factores del Trilema Energético: seguridad del suministro energético, bajos costos de la energía y sostenibilidad (donde la descabonización de los países tiene una importancia capital).