Y seguimos con el mismo cuento

Conversaciones con mis nietos

La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia.

-Charles Darwin

Arsenio Rodríguez

Diariamente, de acuerdo con los que cuentan, nacen 385,000 personas en el mundo. Y diariamente mueren 150,000. O sea que crece la población por unas 235,000 personas al día. Por eso es por lo que hay tanta gente.

Gente de sobra dirán algunos. Gente, se riega por el mundo buscando vivir. Y el mundo se hace pequeño. No solo porque se llenan los espacios con gente, y con sus hábitos necesarios para alimentarse, caminar, trabajar, para hacer sus casitas, para reproducirse, y hacer sus fiestas. Sino porque también a la gente nos gusta tener más de la cuenta, más de lo que necesitamos. No solo un automóvil, sino tres, no solo una casa sino varias y en distintos ambientes. Y un sinfín de cosas más.

Y claro para tener más y más, hay que consumir, construir, destruir, cambiar las cosas, y dejar a otros con menos. Y los autos, las casas los viajes, y los ambientes que hacen posible estar más cómodos todos requieren más energía, que es lo que mueve las cosas. Los carros, los aviones, los tractores, en fin todo. Y somos más gente cada día, y nuestros apetitos de tener más, de consumir más, de poseer más crecen. Parece que vienen con la envoltura de más gente. Y que la codicia y el consumo son íntimos.

Y bueno para todo eso se requiere energía en grande. Gracias a Dios que los petroleros, los científicos, los geólogos, el sol, la fotosíntesis y el carbón acumulado, de tanto dinosaurio, tanta vegetación, (más la presión la presión de la tierra sobre sus restos) generaron el petróleo y el carbón. Y pues con tanta gente y tanta codicia y consumismo pues hay que quemarlo.

Y diariamente escuchamos noticias sobre los efectos secundarios de quemar tanta energía. Cambio climático, huracanes más intensos, el calor, las sequías, los fuegos forestales. Y los efectos de tanto consumo y codicia, el mucho dinero que tienen algunos, versus los que no tienen nada, el efecto de los micro plásticos, que se acumulan en todos los seres y en los humanos causan enfermedades. Y ahora viene la inteligencia artificial, (¿pero y la natural?) Pues parece que nunca llegó y que nuestros cuentos se repiten con las mismas irracionalidades.

Veamos una historia.

En Europa en los siglos XV y XVI, eran ya muchos y no había tanto espacio, y había hambre y decidieron descubrir (nótese no emigrar sino descubrir), Y descubrieron el “Nuevo Mundo” y se lo apropiaron con toda justicia (para ellos) aunque ya vivía gente, y había grandes civilizaciones (Mayas, Incas, Aztecas, etc.). Pero eran salvajes, porque no eran cristianos. La Doctrina del Descubrimiento, Dum Diversas expedida por el Papa Nicolas V en 1452, y expandida en 1455 alentaba a Portugal a apoderarse de las tierras de África Occidental (otros salvajes) y subyugar al pueblo para salvar sus almas.

En 1493, El papa Alejandro VI emitió la encíclica Inter Caetera que otorgaba a la Corona española «poner bajo su dominio el dicho continente y las islas con sus residentes y habitantes y llevarlos a la fe católica«. (O sea el mundo que “descubrió” Colón)

La Doctrina del Descubrimiento fue una política promulgada inicialmente por la Iglesia Católica del siglo XV que proclama el derecho de las naciones cristianas a tomar posesión de las tierras de los no cristianos con el interés de salvar sus almas. (¡Claro está!)

Los no cristianos, no eran reconocidos como propietarios legítimos de tierras, y las tierras «descubiertas» por los exploradores cristianos, eran reclamadas como propiedad de la nación de los descubridores. (Lo mismo que hacen los emigrantes, cuando descubren a Estados Unidos o a Europa)

Cuatro siglos después, en el 1823 esta Doctrina del Descubrimiento, que privó a los Pueblos Nativos de las Américas de sus tierras en la época colonial, fue reconocida como legítima por la Corte Suprema de los Estados Unidos y aún permanece en los libros de derecho en la actualidad, a pesar de haber sido repudiada por el Papa Francisco en marzo del 2023 y desafiada por los estudiosos del derecho moderno.

En su decisión de 1823 la Corte Suprema de EE. UU., con relación a con una disputa sobre una parcela de tierra de Piankeshaw, en lo que ahora es Illinois: determinó que los nativos americanos no tenían derechos sobre la tierra, citando esta doctrina. “La religión y el carácter de los nativos americanos”, -escribió, el entonces presidente del Tribunal Supremo John Marshall, “eran inferiores al genio superior de los europeos”.

Bueno, en otra decisión histórica, consecuente y controvertida en el siglo 21, en este año 2024, esta misma Corte Suprema, otorgó inmunidad sustancial de enjuiciamiento al expresidente Donald Trump por cargos de subversión electoral. Es decir a uno de los personajes políticos más delictuosos, arrogantes, abusadores, e irrespetuosos del derecho ajeno.

El Sr. Donald Trump, quien es uno de esos líderes políticos que andan por ahí, con broncas en el habla y sierras en la mano, para animar y agrupar a los que tienen miedo a un cambio que lleve a lograr una humanidad más compasiva, e intimidar a los que sueñan y laboran por un mundo más civilizado, y humano. Ahora Trump ha recibido carta blanca para hacer fechorías y abusos, si es electo nuevamente como presidente, por la Corte Suprema de ¿Justicia?, de la auto denominada “cuna de la democracia.

¡Pero al menos esta vez el Papa no tuvo nada que ver con la decisión!

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