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Carlos Revilla Maroto
El 9 de junio de 1717, murió Jeanne Marie Bouvier, mística francesa. Su nombre completo era Jeanne Marie Bouvier de la Motte Guyon, comúnmente conocida como Madame Guyon, fue una figura notable del misticismo cristiano del siglo XVII. Nacida el 13 de abril de 1648 en Montargis, Francia, Guyon es recordada por su profunda espiritualidad y sus controvertidas enseñanzas sobre la «oración de quietud» y la «vida interior». Abogó por el quietismo, una forma de misticismo que enfatiza la pasividad interior y la indiferencia del alma, incluso hacia la salvación eterna.Guyon creció en una familia acomodada. Desde joven, mostró una inclinación hacia la vida espiritual, aunque también enfrentó numerosas dificultades personales y de salud. A los 16 años, fue casada con Jacques Guyon, un hombre mayor que ella por 22 años. Su matrimonio fue infeliz, pero durante este tiempo comenzó a desarrollar su vida espiritual de manera más profunda. Tuvieron cinco hijos, de los cuales solo tres sobrevivieron a la infancia.
Después de la muerte de su esposo en 1676, Guyon se dedicó por completo a su búsqueda espiritual. Fue influenciada por místicos y teólogos como San Francisco de Sales y Madame de Chantal. Su enseñanza central giraba en torno a la «oración de quietud» y la completa entrega a la voluntad de Dios, un estado de unión con Dios que trasciende las oraciones vocales y meditativas.
Como mencioné Guyón era una mística cristiano, pero ¿qué es esto del misticismo?
El misticismo, derivado del griego «mystikos» (cerrado, secreto), se refiere a un tipo de experiencia personal, directa e inefable de lo sagrado o trascendente. Se caracteriza por una búsqueda profunda de la unión con una realidad última que se encuentra más allá de los límites de la razón y la comprensión ordinaria. Los aspectos clave del misticismo son: La experiencia directa, la unión con lo trascendente, la inefabilidad, y la diversidad de expresiones.
El libro más influyente de Guyon, «El camino corto» (1685), promovía la idea de que todos los cristianos podían experimentar una profunda vida interior a través de la sencilla y constante rendición a Dios. Sus escritos proponían que cualquier persona, independientemente de su educación o estatus, podía alcanzar una relación íntima con Dios.
Guyon también enfatizaba la «muerte mística», un concepto que implicaba la completa renuncia del ego y los deseos personales para permitir que Dios actúe libremente en el alma del individuo. Su enfoque en la pasividad y la receptividad en la oración fue controversial y provocó una gran cantidad de críticas.
Las enseñanzas de Guyon atrajeron a muchos seguidores, pero también le valieron la oposición de la Iglesia Católica y del influyente teólogo Jacques-Bénigne Bossuet. Acusada de promover el quietismo, un movimiento considerado herético por la Iglesia, fue arrestada en 1695 y pasó varios años en prisión, incluyendo un tiempo en la Bastilla. Durante su encarcelamiento, escribió varios textos místicos y teológicos, defendiendo sus ideas.
Resumiendo, Guyon describió sus experiencias místicas como estados de unión profunda con Dios, caracterizados por el amor divino y la ausencia de pensamientos o deseos propios. Promocionó el quietismo, una forma de misticismo que aboga por la pasividad interior y la indiferencia del alma, incluso hacia la salvación eterna. Enseñó que el objetivo de la vida espiritual era lograr un estado de completa quietud y abandono a la voluntad de Dios.
Madame Guyon estuvo encarcelada en la Bastilla hasta el 21 de marzo de 1703, después de más de siete años de cautividad, fue liberada para vivir con su hijo en un pueblo en la diócesis de Blois, bajo la protección de amigos y simpatizantes. Allí pasó quince años en silencio y aislamiento y componiendo poesía. Asimismo, escribió una autobiografía de varios volúmenes.
Murió el 9 de junio de 1717 en Blois, Francia. Su legado perdura en la literatura mística y espiritual. A pesar de la controversia, sus escritos han sido influyentes en varias tradiciones cristianas y continúan siendo leídos y estudiados por aquellos interesados en la espiritualidad mística.
Guyon mantuvo una estrecha amistad con François Fénelon, quien se convirtió en un defensor de sus ideas.
Jeanne Marie Bouvier de la Motte Guyon es una figura compleja y fascinante de la historia cristiana. Sus enseñanzas sobre la oración y la vida interior desafían las nociones tradicionales de espiritualidad, promoviendo una relación directa y personal con Dios. A pesar de la persecución y las críticas, su influencia perdura, subrayando la importancia de la rendición total a lo divino y la búsqueda de una vida interior rica y profunda.
A pesar de la controversia, las ideas de Guyon tuvieron un impacto significativo en el pensamiento religioso del siglo XVII y XVIII. Inspiró a otros místicos y movimientos religiosos, como el pietismo. Sus obras siguen siendo leídas y estudiadas por aquellos interesados en el misticismo cristiano. En la actualidad Guyon sigue siendo una figura importante en la historia del misticismo cristiano.
Obras notables:
- El Camino Corto (1685): Un relato de sus experiencias místicas y su camino hacia el quietismo.
- Los Torrentes (1689): Una colección de poemas y escritos místicos.
- Comentarios al Cantar de los Cantares (1689): Una interpretación mística del Cantar de los Cantares.
En el anexo, incluyo una lista de otros místicos y místicas cristiana con un pequeño párrafo de información para cada uno.
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Fuentes: IA Gemini y ChatGPT para algunos datos.
Anexo
El misticismo cristiano ha producido numerosas figuras destacadas a lo largo de los siglos, cada una contribuyendo con sus experiencias y enseñanzas a la rica tradición espiritual del cristianismo. Aquí se presentan algunos de los místicos y místicas más influyentes:
Santa Teresa de Ávila (1515-1582). Una de las grandes místicas del cristianismo, Santa Teresa fue una reformadora del Carmelo y fundadora de las carmelitas descalzas. Sus obras más importantes incluyen «El libro de la vida», «Camino de perfección» y «Las moradas». En estos escritos, describe su experiencia mística, incluyendo visiones, éxtasis y su concepto de las «moradas», etapas del alma en su camino hacia la unión con Dios.
San Juan de la Cruz (1542-1591). Contemporáneo y colaborador de Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz fue un reformador carmelita y poeta místico. Es conocido por sus obras «Noche oscura del alma», «Cántico espiritual» y «Llama de amor viva», que exploran el proceso de purificación y unión del alma con Dios.
Hildegarda de Bingen (1098-1179). Monja benedictina alemana, Hildegarda fue una visionaria, teóloga, compositora y escritora. Sus obras «Scivias» y «Liber Divinorum Operum» contienen descripciones detalladas de sus visiones y reflexiones teológicas. Hildegarda también es conocida por su música y su contribución a la medicina y las ciencias naturales.
Meister Eckhart (c. 1260-1328). Teólogo y místico alemán, Eckhart es conocido por sus sermones y tratados que exploran la relación entre Dios y el alma humana. Sus enseñanzas sobre la unión mística con Dios y la divinización del alma han tenido una profunda influencia en la espiritualidad cristiana, a pesar de haber enfrentado controversias y condenas por parte de la Iglesia.
Santa Catalina de Siena (1347-1380). Una de las más importantes místicas y doctoras de la Iglesia, Catalina de Siena fue una terciaria dominica y activista política. Sus cartas, el «Diálogo de la Divina Providencia» y su vida de oración intensa y visiones místicas han dejado un impacto duradero en la espiritualidad cristiana.
Julian de Norwich (c. 1342-1416). Reclusa y mística inglesa, Julian es conocida por su obra «Revelaciones del amor divino», que es uno de los primeros libros en inglés escritos por una mujer. En él, describe una serie de visiones místicas que tuvo durante una grave enfermedad, centradas en el amor de Dios y su misericordia.
San Francisco de Asís (1181/2-1226). Fundador de la Orden Franciscana, San Francisco es conocido por su amor a la naturaleza y su vida de pobreza y sencillez. Su experiencia mística más famosa es la recepción de los estigmas, las marcas de la crucifixión de Cristo, en su propio cuerpo. Sus escritos y su vida inspiraron a innumerables seguidores a buscar una relación más profunda con Dios a través de la pobreza y la humildad.
Santa Clara de Asís (1194-1253). Contemporánea y seguidora de San Francisco, Santa Clara fundó la Orden de las Clarisas. Es conocida por su vida de oración y contemplación, así como por sus escritos que reflejan una profunda unión mística con Dios.
San Ignacio de Loyola (1491-1556). Fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas), San Ignacio es conocido por sus «Ejercicios Espirituales», un manual de meditación y contemplación que guía a los individuos en su relación con Dios. Sus experiencias místicas y su enfoque en la discernimiento espiritual han tenido una influencia duradera en la espiritualidad cristiana.
Santa Teresa de Lisieux (1873-1897). También conocida como Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, Santa Teresa de Lisieux es conocida por su autobiografía «Historia de un alma», en la que describe su «pequeño camino» de confianza y amor en la vida cotidiana. A pesar de su corta vida, su profunda espiritualidad ha influido a muchos en su camino hacia la santidad.
Estas figuras, con sus experiencias y enseñanzas, han dejado un legado perdurable en la espiritualidad cristiana, invitando a los creyentes a una relación más íntima y profunda con Dios a través de la contemplación, la oración y la vida de virtud.