Circunloquio
Yayo Vicente
En muchos temas tomo partido sin darle muchas vueltas a los “pros y los cons”, simplemente me inclino a favor o me opongo. Creo eso me sucede por varias razones, las principales son tres: UNA, el tema no me interesa mucho; DOS, aunque tenga opinión con argumentos, estoy alejado de los tomadores de las decisiones; y TRES, para pertenecer, es decir, no desentonar con las opiniones mayoritarias. Esa tercera razón es por la que uso alguna ropa o le pido a la barbera algún corte de pelo.Pero a veces gasto mis noches de insomnio buscando razones para comprender una determinada posición que he asumido. Durante ese ejercicio algunas veces he tenido que cambiarme de acera, para ser coherente o consistente. Es entretenido parar y discutir en silencio, con uno mismo los argumentos por los cuales me inclino. Las últimas noches de mal dormir, las he dedicado a mi negativa a aceptar el petróleo.
Soy un antipetróleo hipócrita
“Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”, esta frase se la escuché por primera vez a don Pepe. Me ha repercutido toda mi vida. Establece una norma de vida, es tener coherencia entre lo que se piensa, se siente, se dice y lo que se hace. Lograrlo no siempre es sencillo, el entorno social “obliga” a que digamos y hasta hagamos lo que no pensamos o sentimos. Muchas cosas “políticamente correctas”, no son concordantes y se genera una distorsión. ¡Qué feo es visitar a una madre recién parida y que le presenten a uno un bebé espantoso! Hay que detener ese reflejo de expresar sorpresa y desagrado, para sacar un falso: ¡qué lindo!
Eso me sucede con el petróleo y sus derivados que los compro y los uso:
- Por mi profesión y dolencias, no sé cómo haría sin los plásticos de un solo uso: jeringas, sondas y drenajes, fundas protectoras, frascos estériles, electrodos y otros.
- No puedo renunciar a los abonos de la industria petroquímica.
- Como combustible y lubricantes para bombas de fumigación, motoguadañas, motosierras, cortadoras de zacate y el carro.
Esfuerzo nacional para importar
Costa Rica destinó el año anterior, US$ 2,383.33 millones para poder importar los hidrocarburos que consumimos, es decir US$ 6.5 millones diarios. Para darnos una idea, todo el esfuerzo que hacemos para exportar café equivale a US$ 1 millón de dólares diarios. Para obtener los dólares que ocupamos para importar los hidrocarburos con café, tendríamos que sembrar seis veces el área que hoy se le destina a esa actividad.
Si bien es cierto que el servicio eléctrico en Costa Rica cubre al 99,5% del territorio nacional y que 99% es producción de energía limpia (agua: 73,39%, geotermia: 13,84%, viento: 12,12%, biomasa y sol: 0,63%), esa es una parte de la verdad. La otra parte es que más del 70% de la energía que gastamos no es electricidad, viene de los hidrocarburos que importamos.
Si dejamos de importar petróleo y sus derivados, el país se paraliza. Esa dependencia al petróleo importado, ese esfuerzo nacional para hacer dólares para pagar la factura petrolera es el argumento más fuerte que tengo en contra del petróleo. Como dicen las abuelas: “no se vale trabajar tanto, para gastarse la plata en cigarros”.
Una Costa Rica sin depender del petróleo
La Costa Rica sin petróleo es una utopía, nos hemos acercado produciendo la electricidad por medios limpios (30%) de la energía total. Tenemos una flota vehicular eléctrica, importante, casi 9 mil vehículos (a finales del 2023), pero tenemos más de un millón de carros con motores de combustión, así que los eléctricos no llegan ni al 1%. Faltan otros motores, lanchas barcos y aviones.
Si el gasto en combustibles fósiles es grande, tenemos que sumarle las otras mercaderías de la industria petroquímica: fertilizantes, pesticidas y herbicidas, asfaltos, fibras sintéticas, distintos plásticos, pinturas, entre muchos otros artículos de uso cotidiano.
Este no será un proceso de un día para el otro. Podemos y debemos dar pasos en esa dirección, pero la meta final está muy largo en el tiempo.
Cambio Climático
La contribución para retardar, parar o incluso revertir el cambio climático por parte de Costa Rica, es insignificante. Se reduce a dar un ejemplo moral. Ni siquiera en el hipotético caso, que nos fuéramos todos de estos 50.000 kilómetros cuadrados para que vuelva a ser tomado por la naturaleza, el impacto en el ámbito global, no se mostraría.
Eso no significa abandonar la sostenibilidad como pilar de la producción, pues ese es el único camino correcto y responsable.
Es también hipócrita mi consumo de hidrocarburos cuando vuelvo a ver para otro lado y no averiguo como se extrajo, cómo se transportó, cómo se destiló y cómo se desembarcó. Mi consumo puede haber provocado un desastre ambiental en otros lados y la tierra es redonda.
¿El petróleo es siempre el malo de la película?
No está bien pensar en blancos y negros, abandonando todos los tonos grises que existen entre los dos. El petróleo salvó muchos bosques que estaban destinados a convertirse en leña para alimentar calderas. También arruinó a la industria ballenera que las cazó casi hasta la extinción, para extraer el aceite que alumbraba casas y ciudades durante la noche. Es un componente básico en la revolución verde y la abundante producción de alimentos.
Se acabó la noche
Sonó el despertador, un nuevo día de trabajo me espera. Me ducho con agua tibia que produce un calentador a gas, me dan un café que se hizo en una estufa de gas, me monto al carro que usa diésel y veo que tiene plástico por todo lado. La verdad que mejor no hubiera hecho el ejercicio, estoy trasnochado y confundido. Compro y uso hidrocarburos y sus derivados todo el tiempo, antes lo hacía y al mismo tiempo me oponía, ahora estoy conflictuado.
CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.