Por Wilhelm Pischke (dpa)
Berlín, 25 sep (dpa) – Casi ningún otro invento alemán está tan presente en muchas cocinas, cestas de picnic y maletines de todo el mundo como el termo.
Sin mucha fanfarria, se estableció como un componente de todo hogar bien equipado. Y sin embargo, desde hace 120 años, este objeto casi sin adornos pasa desapercibido, al igual que su inventor, Reinhold Burger.
Axel Burger cuenta que ya en 1903, poco después de que su abuelo perfeccionara el termo sobre la base de experimentos anteriores, fue calificado como una «moda tonta». Los comerciantes de la época no creyeron en el recipiente con doble pared aislante, por lo que Reinhold Burger y otros dos sopladores de vidrio que lo patentaron tuvieron que correr con los gastos de publicidad.
El primer eslogan publicitario mundial del termo en 1907 fue: «Mantiene el frío y el calor, sin fuego y sin hielo». Los anuncios a toda página en los periódicos se llevaron casi todo el beneficio de las ventas.
Poco después, Burger abandonó la empresa Thermos GmbH y cobró 65.000 marcos alemanes. Una bicoca desde la perspectiva actual.
«No sabemos si alguna vez se arrepintió de haberse ido», cuenta su nieto Axel, que especula con que quizá también hubo una disputa con sus dos socios. «Nunca nos lo dijo», aclaró.
Ahora piensa que su abuelo «podría haber sido un poco más listo y haberse quedado», pero agrega que es difícil saber si fue un error.
Reinhold Burger nació en la localidad de Glashütte/Baruth, en el noreste de Alemania. Según su nieto, fue claramente más habilidoso con sus manos que con los negocios. «Eso no era lo suyo», resalta.
La pasión de Burger era fabricar diversos recipientes de vidrio por encargo, una labor mucho más estimulante que la monótona producción en serie de los termos. Por eso, decidió invertir esos 65.000 marcos en su segunda empresa, que fabricaba principalmente tubos de rayos X.
Burger solo fue testigo de la historia de éxito de su propio invento como espectador. La producción en serie del termo comenzó en Estados Unidos alrededor de 1912. Muy pronto, formaron parte del equipamiento básico de muchos hogares. Incluso el ejército alemán suministraba termos a los soldados antes de la Primera Guerra Mundial.
El comienzo de la movilidad de los ciudadanos estadounidenses, en gran medida a través de los automóviles que fabricaba Ford, fue un golpe de suerte para la comercialización del termo y generó una gran demanda para los viajes al campo. El recipiente con cierre hermético se convirtió también en un éxito de ventas para mantener caliente la comida de los bebés.
Burger recibió muchos honores, «pero el dinero no fluyó», cuenta Sven Burger, otro nieto del inventor. Sospecha que eso debió de fastidiar a su abuelo. «Como era un tema sensible, no se hablaba de ello», revela Sven.
En el sentido más estricto de la palabra, el tema permaneció en secreto en la familia Burger. Los documentos que probaban por ejemplo el pago cuando Burger dejó la empresa se encontraron mucho más tarde en los registros fiscales.
Según su nieto, el inventor tuvo una vida dedicada principalmente al trabajo y no recuerda que su abuelo tuviese otros hábitos o aficiones. «Pero eran otros tiempos, y él quería paz en la familia, nada de problemas», comenta.
Reinhold Burger se mantuvo fiel a su forma de ser también con respecto a la marca «Thermos»: bautizó su invento con la palabra griega que significa calor y no con su propio nombre. «Quiero tener hijos y no quiero que se burlen de ellos», explicó al parecer Burger su decisión.
Entretanto, el nombre «Thermos» o «Termos» pasó de ser una marca a ser una palabra de uso común en muchos países y lenguas. Según Axel Burger, esto demuestra por sí solo la importancia del producto.