Las vacaciones de Sánchez en Marruecos, entre la insensatez y la inconsciencia

Por David Bollero*

Las vacaciones de Pedro Sánchez en Marrakech (Marruecos) descolocan. No es propio del presidente cometer errores tácticos tan escandalosos, no sólo desde la óptica de la política nacional, sino europea. A pesar de tratarse de un viaje de carácter privado, elegir Marruecos como destino vacacional despierta demasiadas suspicacias después de haberse plegado, sin justificación ni apoyo alguno, a los intereses de Mohamed VI en la cuestión del Sáhara Occidental.

La decisión de disfrutar de sus vacaciones en Marrakech se mueve entre la inconsciencia, la chulería o la temeridad. En cualquiera de los tres casos era sencillo pronosticar que iba a levantar ampollas innecesarias y poner el foco en él aún más. En pleno proceso de negociación para la futura investidura, Sánchez ha decidido irse a descansar al régimen que la Unión Europa señala como autor del espionaje al presidente y la ministra de Defensa con Pegasus. La misma dictadura de Mohamed VI con la que llegó a un acuerdo unilateral, sin apoyo ni del Congreso ni de su propio Consejo de Ministros, para legitimar la invasión ilegal del Sáhara Occidental por parte de Marruecos.

Teniendo en cuenta que casi un año y medio después de la traición al pueblo saharaui y a la legalidad internacional, Sánchez no ha dado todavía ninguna explicación sobre los motivos del cambio de posición de España sobre el Sáhara Occidental, verle ahora pasear por Marrakech puede interpretarse como una arrogancia que bien podría haberse ahorrado. Sus vacaciones a buen seguro que tendrán eco en las negociaciones de investidura, toda vez que el grueso del Congreso se opone al giro de política internacional que Sánchez nos impuso.

Paralelamente y desde la óptica europea, tampoco es estético que con la suspensión del acuerdo de pesca ilegal con Marruecos y en espera de la sentencia judicial definitiva, quien ostenta la actual presidencia rotatoria europea alardeé de lo bien que se lleva con Mohamed VI, ya en la recta final de su vida, prácticamente terminal y con problemas sucesorios, por cierto. Especialmente considerando los constantes rumores -y no tan rumores- de negociaciones bajo cuerda con Marruecos para buscar nuevas fórmulas con la que seguir esquilmando ilegalmente el banco de pesca saharaui, las vacaciones marroquíes constituyen un tremendo patinazo.

Sánchez siempre podrá defender que es un viaje en su más estricta esfera privada y tendrá toda la razón, pero apoyándose en ese mismo argumento, ¿a que seguramente jamás se le ocurriría ir a pasar una semanita a Moscú y dejarse fotografiar sonriente mientras pasea por la Plaza Roja? La imprudencia cometida debería pasarle factura y endurecer aún más las posiciones de sus apoyos de investidura, comenzando por Sumar, que en la cuestión del Sáhara Occidental debería ser inflexible, enmendando el modo en que Unidas Podemos se tragó el sapo en 2022.

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