Gobierno del PP pero sin derogación del sanchismo

Solución de Estado para España

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

Es cierto lo que afirma el Presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, respecto a que “el resultado electoral es diabólico para gobernar España” y más ahora que se ha conocido el voto en el exterior, que arrebata un escaño decisivo al PSOE para dárselo al PP. Pero es rotundamente falso que no exista alternativa al bloqueo y que estemos abocados irremediablemente a una repetición electoral.

En primer lugar, por aquello de recordar la famosa frase de Casablanca, con un puntual cambio de ciudad: “siempre nos quedará Berlín”. Es decir, siempre sería posible un pacto de Estado entre los partidos mayoritarios, como sucede con frecuencia en Alemania. Desechar esa alternativa dice mucho de la dinámica de bloques en que parece empeñada España.

Tampoco es cierto que un pacto de Estado solo tenga la modalidad de Gobierno de coalición a la alemana. Existen otras posibilidades, haciendo una lectura adecuada de los resultados electorales y tratando de objetivar las opciones que tienen realmente los dos partidos mayoritarios. Algo que es posible visibilizar sin demasiado esfuerzo.

El PP argumenta que por lógica política y por tradición, siempre ha formado gobierno en España el ganador de las elecciones, cuando su victoria es incontestable. Pero el PSOE de Sánchez contraargumenta, con razón, que el sistema parlamentario español determina que gobierna quien tiene más apoyos en el Congreso y no quien gana las elecciones. Además, sostiene que no tiene sentido pedir un pacto con Sánchez para “derogar el sanchismo”.

El problema que tiene la rigidez parlamentaria es que obliga a negociar con radicales y separatistas la gobernabilidad del país y ya tenemos experiencia de adonde conduce eso. Ya sabemos que las alianzas y los gobiernos Frankenstein, lejos de resultar inocuos para el sistema político en su conjunto, producen una polarización de la división política que conduce precisamente a la crisis y al bloqueo en se encuentra actualmente España. Por cierto, el término bloqueo viene de bloques (¿seremos realmente conscientes de eso?).

Así las cosas, una posible versión de pacto de Estado podría corresponder a la supresión de las cargas de profundidad en el ámbito de la navegación política, siguiendo la indicación de los resultados electorales. Es cierto que el PP ganó claramente las elecciones y que, por tanto, no sería ilógico que pudiera formar gobierno. Pero, al mimo tiempo, resulta una evidencia que no ha obtenido el apoyo electoral necesario para hacer una enmienda a la totalidad de la acción de gobierno de Sánchez; es decir, no ha obtenido el suficiente apoyo para derogar el sanchismo.

Por otra parte, como afirma García-Page, obsesionarse por constituir gobierno, teniendo que buscar alianzas con fuerzas extremas y con personajes como el prófugo Puigdemont (que ha insistido en que la gobernabilidad de España le importa un pimiento), no parece sano políticamente. Es pan para hoy y hambre para mañana.

Por tanto, la solución de Estado emerge por deducción. El pacto debería consistir en dejar gobernar al más votado, el PP, pero teniendo claro que no podría ser para derogar el sanchismo. No podría ponerse en práctica una enmienda a la totalidad de la acción de gobierno en la pasada legislatura. El PP debería acordar un programa de reformas que habría de discutirse en el parlamento, negociando en primer lugar con el PSOE.

Estoy seguro de que habrá partidarios de las dos fuerzas mayoritarias que considerarán esta propuesta de pacto de Estado como una quimera, sobre todo aquellos que en ambos lados siguen aferrados al “No es No”. Pero es necesario deliberar la forma en que el país pueda salir del bloqueo y la repetición electoral; por utópica que parezca esa posibilidad en un país dominado por una cultura política de banderías.

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