Política entre bastidores
Manuel Carballo Quintana
Conocí a don Francisco J. Orlich en febrero de1958, siendo candidato presidencial; contaba yo con 16 años de edad. Me encontraba en Golfito aprovechando las vacaciones del colegio de tres meses; mi padre trabajaba en el Departamento de Contabilidad de la Compañía Bananera de Costa Rica. Lo conocí a don Chico en una reunión de plaza pública que se llevó a cabo frente al Cuerpo de Bomberos de Golfito.Hago un pequeño paréntesis: fue en Golfito donde participé en una primera reunión política, a la cual me llevó mi papá. Se trataba de una elección de dirigentes de la Asamblea Distrital de Golfito. Sólo estaba inscrita una papeleta, pero tenía que hacerse con votación escrita y secreta. Me entregaron un papelito para votar, respondí que no, por ser menor de edad, y don Carlos Manuel Vicente, el papá de Yayo Vicente, me convenció que votara de todas maneras. Lo hice con nerviosismo. Esta Asamblea Distrital me marcó en mi conciencia política y me dejó pensando que la mayoría de edad de 21 años en Costa Rica era mucho tiempo.
Saludé por primera vez a don Chico en la sede del Partido Liberación Nacional (PLN) frente al Parque Nacional estrechándole la mano, en mayo de 1958, después de la ceremonia de traspaso de poderes de don José Figueres a don Mario Echandi. (Fue como resultado de la elección en que don Mario Echandi superó a don Francisco Orlich). De ahí en adelante los encuentros fueron más frecuentes, pues ya participaba como activista en Liberación Nacional.
Durante la gestión de don Chico como Presidente de la República, de 1962 a 1966, tuve activa participación en representación de la Juventud Liberacionista en el Comité Costarricense de Juventudes (CCJ). Éste agrupaba a las organizaciones juveniles de los partidos políticos, el movimiento sindical, la Federación de Estudiantes Universitarios y hasta los clubes 4-S.
Tanto La Juventud de Liberación como el Comité Costarricense de Juventudes fuimos muy críticos hacia el gobierno de don Francisco Orlich. Lo censuramos por haber apoyado la invasión de los Estados Unidos a República Dominicana en 1965 y haber participado en la ocupación del hermano país. El Gobierno de Costa Rica envió un pequeño contingente de la fuerza pública que se unió al ejército de ocupación del hermano país. Los dominicanos nunca nos perdonaron haber sido cómplices de la ocupación de un país democrático por fuerzas extranjeras.
El pequeño contingente que envió el Presidente Orlich a República Dominicana estaba constituido por ocho inspectores de tránsito. Uno murió de un balazo en la cabeza. Acá en Costa Rica se dio la noticia de que fue un suicidio. Pero en realidad fue la poca o ninguna pericia militar de nuestros inspectores. Junto con otros militares latinoamericanos, una noche de fiesta se pusieron a jugar ruleta rusa. La ruleta rusa es dejando en el revólver una bala; sin embargo, el tico lo que hizo fue quitarle a su revólver sólo una bala. Y claro, fue prácticamente un suicidio.
El otro enfrentamiento serio con don Chico fue cuando denunciamos desde el Comité Costarricense de Juventudes que altos personeros de la Guardia Civil, con autorización de la Presidencia, estaban suministrando armas y entrenamiento militar a los llamados ‘Comités de Seguridad’ del Movimiento Costa Rica Libre. No obstante el enfrentamiento del CCJ, cuando éste organizó un encuentro latinoamericano en Costa Rica, don Chico le brindó todo el apoyo de su gobierno, incluyendo el uso del Salón Diplomático del aeropuerto a los delegados extranjeros.
Resalto dos hechos importantes de don Chico en su relación con la juventud. Fue el verdadero gestor de lo que hoy es la Juventud Liberacionista cuando fue candidato presidencial en la campaña electoral de 1958, al designar por primera vez a un encargado coordinador de los jóvenes del PLN en la persona de Rodolfo Solano Orfila. A don Rodolfo lo tengo catalogado como el fundador de la Juventud.
El otro hecho es que por Decreto Presidencial creó el Movimiento Nacional de Juventudes (MNJ), con la asesoría del gobierno israelí y la Histadrut (central sindical israelí), después de su visita a Israel en 1965. Años después, por ley, el MNJ se transformó en Consejo de la Persona Joven.
Describo una anécdota que retrata a don Chico en su personalidad. Un dirigente socialista español visita Costa Rica y nosotros gestionamos un encuentro con don Francisco. El Presidente tiene llena su agenda pero nos pide que el siguiente domingo lo llevemos a San Ramón a la inauguración de una escuela rural y que a su regreso a San José el español lo acompañe en su auto. Al terminar todos los actos públicos, llevamos al amigo español al lugar que don Chico tenía parqueado su carro. Y lo encontramos limpiando con un trapo el parabrisas del carro presidencial. Después de presentarle al español, este le manifestó. “Señor Presidente, usted haciendo esto, ¡limpiando su carro!”. Don Chico, le respondió: “Ah, sí. Es que el chofer está en la esquina tirándose un café”. ¡El amigo español jamás se había imaginado que un Presidente de la República limpiara su propio carro!
Como sea, la verdad es que la obra institucional del Presidente Orlich fue grandiosa. Su gestión pública no tuvo enemigos; por medio de ella cultivó el cariño de los costarricenses, sin distinción alguna. Fue un hombre bueno, accesible, honrado a carta cabal, franco, llano, sincero, bien intencionado y sin poses ni espectacularidades. Don Chico, en su gestión presidencial, se autodefinió como “El Primer Servidor de los Costarricenses”. Y en serio que así fue.
El día de elecciones en que don José Joaquín Trejos derrotó por 4 000 votos a don Daniel Oduber, febrero de 1966, se corrió la voz en todo el país de que se había producido un fraude, el de la doble papeleta. En Liberación, algunos cabezas calientes se movilizaron y pedían desconocer el resultado. Don Francisco Orlich se comunicó con la sede del partido y manifestó: “Quienes sean que estén agitando, que no hagan loco. Yo respetaré el resultado de cualquier elección. Por eso hicimos una guerra y no vamos a traicionar a los muertos del 48”. ¡Hasta ahí llegó todo, santa palabra!
En la siguiente campaña presidencial, don Chico estuvo muy activo apoyando a don Pepe. Eran más que hermanos, siempre estuvieron juntos. Don Chico era el único que regañaba y le levantaba la voz a don Pepe. Así lo observé varias veces en la sede del PLN del Parque Morazán.
Durante esa campaña se produjeron dos documentos revolucionarios a lo interno del PLN, el Documento de Patio Agua y la Carta Ideológica de la Juventud Liberacionista. Don Chico no compartía los conceptos que creía radicales de ambos documentos. Y en una oportunidad en que un firmante de Patio de Agua y yo nos encontramos de frente con don Chico, nos expreso: “Quiubo, ideólogos, se están c… en el partido”. (Conste, nunca me he considerado ideólogo). Por supuesto que no respondimos nada. Era muy respetable su opinión, pero así era de directo don Chico.
El último recuerdo que tengo de don Francisco Orlich fue en la Asamblea Nacional del PLN a mediados de 1969. Don Chico impulsaba con toda su energía la candidatura a diputado de un dirigente alajuelense, y pidió el voto de los asambleístas porque en la provincia tenía el apoyo de consenso. La Asamblea se llevó a cabo en el Gran Hotel Costa Rica, de San José. Mientras se desarrollaban las distintas elecciones de candidatos a diputado, algunos se acercaban a la barra del hotel. Mientras don Chico hablaba a favor de su candidato, llamaron a éste del bar porque tendría que ser el próximo orador como precandidato, y éste apareció con unas copas de más y residuos de spaguetti en su solapa. Comprenderán ustedes que -para frustración de don Chico-, perdió el consenso y no lo eligieron.
Don Francisco J. Orlich falleció en octubre de 1969, cuatro meses antes del nuevo triunfo electoral de don José Figueres. Todos lloramos la partida del primer servidor de los costarricenses.
Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración coloquial de vivencias personales y simples hechos reales relacionados con la política, poco conocidos, que vale la pena recordar.
Aunque nunca he tenido color de bandera política, que mi voto siempre ha sido siempre viendo las calidades del candidato y no el c olor de su bandera, ello ha hecho de mí que esté lejísimo del quehacer de los paridos políticos. Mi casa, mariachi a muerte porque dos de mis tías trabajaron con el doctor Calderón Guardia y con Paco su hermano (el poder detrás del trono) por muchísimo muchísimo tiempo. Mi tía Silvia que me crio, trabajó como mayordomo en la Casa Presidencial con el doctor 4 años y en la otra su casa con la belga Ivonne Clays 4 años. Y mi tía Lola, con Paco, en Costa Rica, en México y en Estados Unidos, total 20 años, era mi tía la empleada de máxima confianza de Paco y, aunque fui muy favorecido de niño con buenos regalos y dinero de esas casas no fue como para hacerme mariachi. Pienso que mi negativa a la política es por no creer en ese sistema y menos en el electoral que permite hasta al más ignorante votar. Cuando voté por Oduber y por Arias casi me echan de la casa. Termino diciendo que vi en don Chico el hombre de Liberación más recto y honesto.