En celdas de la policía

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

Las campañas electorales de hoy día son muy diferentes a las de hace 30 años para atrás. Había enfrentamientos en las principales ciudades entre grupos masivos de los principales partidos políticos. En la etapa de plazas públicas diariamente, de noche, se encontraban las fuerzas de choque, se insultaban y se agredían. Mientras, los jóvenes principalmente de los partidos se dedicaban a hacer “pintas” propagandísticas (ensuciar paredes y pegar volantes).

En lo que a mí se refiere, como simple activista, en un par de oportunidades me vi envuelto en incidentes con la policía, que me llevaron a estar detenido en celdas de dichos cuerpos del orden. La primera en noviembre de 1961, en el gobierno de don Mario Echandi; la segunda en enero de 1963, en el gobierno de don Francisco Orlich; y la tercera en enero de 1970, en el gobierno de don José Joaquín Trejos.

Vamos con la primera. Contaba con 19 años de edad. El Presidente de la República lo era don Mario Echandi, el candidato del PLN para el período 62-66 don Francisco J. Orlich. Los jóvenes, en grupos de tres, hacíamos el trabajo proselitista de pegar afiches y propaganda en los postes del alumbrado público, armados de la papelería y un balde con pegamento de almidón de yuca. Estábamos a pocas semanas de las elecciones generales y a mi pequeño grupo le correspondió “embadurnar” la avenida segunda de San José. Nosotros realmente disfrutábamos de ese trabajo voluntario, pero cometimos el error de cantar el Corrido a Pepe Figueres frente al Resguardo Fiscal, y pum, quedamos detenidos hasta la mañana siguiente. El cargo que se nos hizo fue la contravención de AFEAR EL ORNATO DE LA CIUDAD. Indudablemente que las autoridades tenían razón. Sin embargo, nuestros amigos de la Juventud Liberacionista espontáneamente se organizaron y dos noches después aproximadamente 15 jóvenes se presentaron frente al Resguardo para darle una serenata a la policía cantando el corrido a Pepe a viva voz, partiendo de la suposición de que habíamos sido detenidos por el ‘pecado’ de cantar dicho corrido. El incidente y la serenata fueron motivo de noticia en los medios de comunicación.

Ahora el segundo capítulo. Tres estudiantes de Derecho solíamos reunirnos en las noches a estudiar en la oficina del Lic. Fidel Tristán Castro. Los tres éramos Bernal Allen Meneses, Ólger Ruiz Contreras y este servidor. Nuestro punto de reunión para estudiar era la oficina de don Fidel Tristán porque Bernal Allen trabajaba en su bufete.

Una noche de regreso a nuestros hogares, caminábamos al costado norte del edificio en construcción de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) en la avenida segunda -construcción que estaba rodeada de láminas de cinc-, cuando súbitamente nos abordó una radiopatrulla de la Guardia Civil y nos llevó detenidos. En la detención de Cuesta de Núñez, escuchamos la afirmación de que éramos militantes comunistas. Cabe aclarar que en esos días ya se anunciaba la visita a Costa Rica del Presidente de los Estados Unidos de América John F. Kennedy y la vigilancia de los cuerpos policiales era muy estricta; inclusive en el país se encontraban agentes del FBI cerca de los lugares que visitaría Kennedy.

En medio interrogatorio, buscando a alguien que intercediera por nosotros, Bernal Allen, muy nervioso, pidió a los oficiales que llamaran al Lic. Fidel Castro. ¡Para qué lo hizo! Un policía le dijo al otro: “Oí… y todavía dicen que no son comunistas”. Bernal, en su descontrol quiso decir que llamaran al Lic. Fidel Tristán Castro. Esa afirmación garantizó nuestra permanencia esa noche y madrugada detenidos.

A las 6 de la mañana, los oficiales nos invitaron a desayunar, nos pidieron disculpas y nos explicaron nuestra detención. Minutos antes de que nos llevara la radiopatrulla, un grupo también de tres personas caminaba haciendo escándalo alrededor del edificio de la Caja, pateando las láminas de cinc y gritando vivas a Fidel Castro y “yanquis go home”. Ni modo, se nos habían pegado las pulgas. Se equivocaron con nosotros, pero no guardamos ningún resentimiento. La gran ironía es que cuando se produjo la visita del Presidente Kennedy a la Universidad de Costa Rica, fui miembro del Comité de Recepción del Presidente; lo hice muy honrado y emocionado, y sin vociferar vivas a Fidel Castro.

En cuanto a la tercera detención, antes debo explicar que el gobierno de don José Joaquín Trejos, aún cuando tuvo acercamientos con la oposición, ésta fue muy fuerte y combativa, particularmente con un liderazgo muy consistente de los diputados José Luis Molina Quesada, Fernando Volio Jiménez, Hernán Garrón Salazar, Rodrigo Carazo Odio y Jorge Luis Villanueva Badilla.

Hubo tres factores, hechos y proyectos de ley que provocaron una oposición a muerte al gobierno de don José Joaquín: el proyecto de privatización de la Banca del Estado, la aprobación del contrato-ley con ALCOA, y el proyecto que daría vida al impuesto sobre las ventas. Desde el primer año del gobierno de don José Joaquín, el diputado Villanueva Badilla dirigió una feroz campaña, en la que tuvo la colaboración material de la Juventud. El primer aniversario del gobierno de Trejos, mayo de 1967, se empapeló el país con volantes que rezaban: ¿UN AÑO DE QUÉ?. El segundo año, mayo de 1968, la campaña fue: DOS AÑOS DE NADA. Y el tercer año, mayo de 1969, la empapelada fue con ¡UN AÑO MÁS Y JAMÁS!

En una oportunidad, nos encontramos con un vigilante nocturno de la Guardia Civil, se acercó a nosotros a llamarnos la atención y nos pidió que no hiciéramos empapelamiento en las dos cuadras que él tenía que cuidar, que continuáramos en la siguiente cuadra. Le hicimos caso y nada sucedió, fue muy condescendiente. Y en el tercer año nada nos salvó. Fuimos a dar directamente a una celda de la detención de la Fuerza Pública en Cuesta de Núñez. Y nosotros, sin chistar ni protestar; sabíamos que las autoridades tenían razón, estábamos contraviniendo la ley. Más bien nos había ido espléndido pues nunca tuvimos que pagar siquiera multa alguna.

Vino luego la campaña electoral propiamente dicha, una campaña ardiente, y el triunfo de don José Figueres. Y una nueva Asamblea Legislativa en la que me correspondió la diputación por la provincia de San José. La campaña por parte de la Juventud Liberacionista fue una campaña de mucha altura, en la que nos comprometimos a desarrollar una política nacional de juventud.

Viendo esos años en retrospectiva, insisto en afirmar que la policía siempre tuvo razón. Los empapelamientos y pintura de muros y sitios públicos creo que ya están superados. Se ha impuesto la conciencia contraria a ensuciar las ciudades y a respetar el ambiente. En lo que a mí se refiere, no estaría dispuesto a repetir lo que en mi juventud hice mal, porque la política debe ser de ideas.

Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración coloquial de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en históricos.

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