Espejismos

Conversaciones con mis nietos

Arsenio Rodríguez

Qué difícil es distinguir sustancia de espejismo, cuando uno tiene tanta sed. Cuando uno está expuesto a una avalancha constante de información, que reafirma esta percepción de vida fragmentada. Cuando uno tiene que pasar tanto tiempo, protegiendo esta falsa separación de las invasiones de otros, que asaltan estas fortalezas de definición que denominamos yo.

Piensen sólo un momento sobre este modelo, al cual estamos suscritos con tanta firmeza. Nacemos, crecemos y morimos. Los que vinieron antes, nos dejan sus percepciones como verdades, en costumbres y tradiciones que representan sus miedos, sus conquistas, los puntos de vista acumulados por generaciones.

La vida sin embargo parece correr más profunda, con sus moléculas desaforadas, y aún esas pequeñas partículas llamadas neutrinos se ríen ante la sola mención de la palabra control, por estos egos nuestros tan tiernos. Por supuesto que también los soles, las galaxias y nuestros corazones parecen moverse ajenos a reglas y normas, y les importan poco las tradiciones y los convencionalismos.

Parece ser que hay un universo salvaje afuera y adentro, desdoblándose con pasiones intensas de amante desesperado, un universo que se ríe ante nuestros intentos, de digitar los momentos en la rigidez de historia y construir fortalezas de seguridad en medio del imperativo de cambio constante en que vivimos.

Los sentimientos también, igual que las mariposas en vuelo ondulante y errático, esquivan cualquier intento de los ingenieros y expertos místicos, y se despliegan en travesuras espontáneas, saltándose todas las formulaciones y recetas, desatando torrentes de amor, invitando a pasiones cósmicas de amanecer, a una fiesta infinita de realización que sobrepasa a la vez, las expectativas de la creación y de Dios, en la satisfacción plena del amor y su capricho infinito.

Comparto con ustedes queridos los ritmos de la vida inventados por mi mente cansada, en torno al contexto de estas percepciones angustiosas de la imaginación interior. ¿Qué más puedo hacer además de ansiar ver su desnudez en secreto, mientras ustedes me miran con ojos cotidianos?

Sonrío, hay dentro de mí una criatura salvaje, que gorgotea y enciende fuegos en pozos oscuros de aguas dormidas, cada vez que mi fantasía despierta, y rebota contra las paredes de esta necesidad de clasificar las cosas en el espacio, y ordenarlas en categorías definidas y mensurables. Y me maravillo, ante los estados de ánimo que sobrevienen entonces como un velo, y nos previenen de verter nuestras cataratas de canción.

Sufro, al no saber, y anhelo ese anhelo de volar por las planicies de la memoria y la quietud, donde yace la serenidad en océanos de entendimiento, donde podemos tocarnos desnudos sin exponer la piel de nuestros sentimientos y la omnipresente naturaleza de nuestra fragilidad.

Suspiro, ante la risa que riega nuestro jardín con flores de muchos colores y desplaza los cielos nublados con arco iris y lluvias de luz, cada vez que nuestros ojos y nuestras almas se encuentran en armonía de ser.

Y nos acordamos de quienes en realidad somos.

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