Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
Por aquellos mismos años leí intensamente el libro “Los amos de la Prensa”, del destacado, reconocido y premiado periodista norteamericano George Seldes, que llegó a ser corresponsal de prensa en la II Guerra Mundial.
La primera edición de su libro de 1938, la leí, a mediados de la década de 1960, en su segunda edición de 1959. Allí Seldes analizaba el amarillismo y sensacionalismo del consorcio periodístico de Randolph Hearst, que apoyaba a los grandes monopolios norteamericanos, y atacaba todas las políticas de impuestos. Eran los días en que un Presidente norteamericano decía que si hubiera que enviar a la cárcel a los dueños y directores de periódicos, y por añadidura a los periodistas, que deliberada e intencionalmente falsean la verdad de los hechos informativos, al Gobierno le faltaría prisiones y celdas para meterlos. Acuñó Seldes el término de “plumarios” para esos periodistas a sueldo de esos intereses. Esto le faltó decir al Presidente Rodrigo Chaves Robles en su Mesa de Prensa en la que defendió apasionada y amorosamente la permanencia de la Ministra de Salud en su Gabinete, el pasado lunes. Su poca cultura le hizo vociferar contra los periodistas críticos de su Gobierno. Los humilló oral y gestualmente. Se burló hasta de sus nombres, ofendiendo e invadiendo su dignidad y personalidad de una manera denigrante con la pose autoritaria que le da al ejercicio de su Presidencia, emulando con Luis XVI casi diciendo “¡ El Gobierno soy yo !”
La Prensa en Costa Rica tiene gran importancia desde los mismos días de la Independencia, desde los primeros pasos de la construcción del Estado y del Estado Nacional. La Libertad de Prensa desde los primeros periódicos se pregonó en la década de 1830 y años siguientes. El Dr. José María Castro Madriz, fundador de la República, en 1848, llegó a afirmar que era mejor tener una prensa crítica como Gobernante que una prensa dócil y sometida.
La sátira y la caricatura política despiadada se desarrolló desde el siglo XIX, afectando personajes y políticos, y denunciando situaciones políticas y negocios de Estado.
Los maestros y los estudiantes terminaron quemando el Periódico de la Dictadura tinoquista, de 1917-1919. como una de las protestas más importantes contra un régimen despótico y por la Libertad de Prensa y de Pensamiento, y contra la censura impuesta en aquella época. En la década de 1940-1948 igualmente hubo reacciones contra los diferentes medios de ese entonces debidamente identificados con los sectores políticos que se aglutinaban alrededor del calderocomunismo y del cortesismo. La prensa era política en el buen sentido, no solo identificada con partidos políticos, sino también con causas políticas, claramente a favor o en contra del Gobierno. Tenían los medios de comunicación una relación simbiótica perversa con el poder político cuando se casaron publicitariamente, cuando los medios se subordinaron a la publicidad oficial, estatal y con ello al acceso a los recursos económicos del Estado.
En 1946 surgió el periódico La Nación que desde entonces ha sido un baluarte informativo comprometido con los intereses económicos y políticos que le dieron origen.
Hasta esa década los Gobernantes tenían un papel protagónico en la vida política diaria. Era beligerantes respecto a la defensa de sus Gobiernos como la de sus intereses partidarios. La misma Prensa se encargaba de provocar y realizar grandes debates por las opiniones emitidas por ellos mismos o como resultado de entrevistas que les publicaban. La Prensa en esos años ejercía un gran control político de todo el mundo político nacional.
La prensa siempre ha sido Prensa Política, nos guste o no, lo aceptemos o no. Siempre ha estado al servicio de determinadas causas políticas, por más cristalina que se nos quiera presentar. La presencia pública más reciente de la simbiosis política y empresarial entre los medios de comunicación y el poder político quizá fue el Pacto Figueres Calderón, acordado en el Gobierno de José María Figueres Olsen, con el expresidente Rafael Angel Calderón, donde Julio Rodríguez, Jefe Editorial del periódico La Nación jugó un papel preponderante.
José Figueres Ferrer, en su segundo Gobierno constitucional, 1970-1974, llegó a decir que debió haber quemado La Nación en 1946, recordando las luchas populares que tuvieron por objetivo la quema de periódicos.
El Presidente Rodrigo Chaves Robles ha llamado a la Prensa no complaciente con él como Prensa Canalla, despreciable por su comportamiento en el proceso electoral, que no le cubrieron adecuadamente su ruta electoral. Prensa malvada y ruin es su equivalente, porque por tradición histórica estaba esa “prensa canalla” más alineada con los partidos tradicionales y del bipartidismo, que con él, quizá, aunque no fuera tan evidente, más con Liberación Nacional y con José María Figueres, no sin razón, debido a que iban en la delantera como quedaron en la primera vuelta electoral del 2 de febrero.
Por su parte Rodrigo Chaves iba en un UBER político inscrito a última hora. Era un desconocido, ausente del país por 35 años, un verdadero desconocido, un “paracaidista”, como decíamos antes. El sentido común señalaba que era de muy difícil posibilidad de ganar, pero no imposible, como sucedió en segunda ronda electoral, pese a la debilidad partidaria del partido que lo había acogido como candidato, debilidad que se está haciendo ver en la fractura de la fracción legislativa que eligió, de la cual ocho diputados se están yendo a la fundación de un nuevo partido político “auténticamente rodriguista” o “auténticamente chavista”, según le llaman, que están tratando de inscribir, en cuyo seno también ha habido discordias de arranque entre sus principales dirigentes partidarios.
Pero, con la fundación de este partido, es evidente que Rodrigo Chaves saboreando las mieles del Poder y del Gobierno, está pensando en una posible reelección y para ello tiene necesidad de hacer su propio partido y de impulsar su propio movimiento político, “rodriguismo” o “chavismo”, todavía no sabemos.
La Prensa costarricense desde hace muchos años, varias décadas, ha asumido el papel de control político que deberían tener los partidos y al cual han renunciado, en tanto que también han desaparecido como organizaciones políticas permanentes y vigilantes de la actuación pública. Los partidos políticos actuales son en mucho meramente estructuramente decorativas, como cuadros pegados en las paredes.
Es a la prensa, y no a los partidos políticos, a la que le debemos el conocimiento de escándalos, de negocios o matráfulas gubernativas, en sus diversas formas de “malos” personajes que acompañan a gobernantes y partidos, mentiras, trampas, fraudes, embustes, negocios y contratos públicos, engaños que se impulsan desde los gobiernos y sus autoridades políticas. Por este motivo los gobernantes en general, de estas últimas décadas, no han simpatizado con los periódicos nacionales, con sus Directivas y directores ni con algunos de sus destacados periodistas.
Los presidentes y autoridades gobernantes del país más respondían, en una época, a salir postulados, como se decía, del Club Unión, que de las juntas directivas de los periódicos, aunque algunos directores y directivos pertenecieran, por sus intereses económicos o capital y por sus relaciones sociales, o fueran cercanos, a algunos políticos de los partidos del bipartidismo nacional. En la década de 1970-1980 se estudiaron vínculos empresariales de políticos y vínculos políticos de empresarios, estudios que no se han repetido.
Es más fácil que políticos destacados aparezcan en juntas directivas de clubes deportivos de primera línea, que se muestren en sus intereses económico empresariales.
La fuerte frase que pronunció el Presidente Rodrigo Chaves que con él se había acabado la época en que los grandes medios, o la “prensa canalla”, como la llama, escogieran y nombraran presidentes, estaba superada, exige mayor análisis. Dijo, aunque no con estas palabras, que él respondía a una nueva situación de medios de comunicación, los electrónicos o digitales, a la democratización de la comunicación, a la época en que esta brecha de medios viejos y nuevos provoca una crisis económica en los grandes medios, una disminución de sus ganancias y de sus lectores, y una disminución de sus páginas de información. No casualmente alardeó con que el periódico La Nación había tenido pérdidas en el año 2022 de 2300 millones de colones, contando seguramente el golpe bajo que le dio con la intervención gubernativa que hizo al Parque Viva, empresa del Grupo La Nación, y por la disminución de propaganda y publicidad gubernativa en ese medio.
Para Rodrigo Chaves la contra información de las pequeñas empresas es más importante, lo que remarcó, y es evidente en su gobierno, apoyándolas en todo el territorio nacional, especialmente en zonas rurales, acabando por falta de publicidad con pequeños programas de periodistas o comunicadores sociales, que por sus raíces tenían más afinidad a otros partidos que al suyo. La contra información que impulsa el Presidente Chaves es la de enfrentar medios de comunicación pequeños apoyados por el Gobierno contra los grandes medios tradicionalmente conocidos. Claramente el Presidente le tiene la puntería de su Gobierno, y de los troles oficiales a La Nación, a Teletica y a CRhoy.
En este escenario informativo estamos ante un juego limpio o un juego sucio comunicacional e informativo, que afecta a lectores de periódicos, a radioyentes y televidentes de programas noticiosos especialmente. Aquí siempre nos vamos a encontrar con la subjetividad y objetividad que mueve a ambos bandos, a los del gobierno y al de los medios informativos en determinar qué es lo destacable e importante, cuál es la noticia del día, o qué se obliga informar.
En este mismo escenario todos nos comportamos como observadores de la realidad, y como comunicadores, cuando con nuestros medios electrónicos, cada vez más popularizados y alcance de masas, filmamos eventos, nos comunicamos al instante en diversas plataformas informáticas, provocando “noticias”, “alarmas”, “información” y “desinformación”.
El lenguaje periodístico de los ciudadanos, como comunicadores populares y democráticos, se trastoca por el lenguaje vulgar, populachero, por el ataque soez, por la difamación, la mentira, la ofensa, la calumnia, la alteración de la verdad, por la personalidad anónima que envía un mensaje o un video, por esos llamados “trols”.
La comunidad de los Trols, que también tiene diversos escenarios de actuación y de ataque, que se ha desarrollado en todas las plataformas digitales permite que personas intencional, o malintencionadamente, provoquen, instiguen conflictos, denigren personas, generen hostilidad en temas y personas, falseen discusiones y opiniones, alteren datos o cifras, mal informen, mientan en sus mensajes, “bajen el piso” como decimos en Costa Rica. Con estos troles se empobrece cualquier nivel de conversaciones, de intercambios de opiniones, se convierten en distractores de la esencia de la discusión. En forma divertida o irónica ponen todo en entredicho falseando la realidad o haciendo dudar de ella. Usualmente, y no en pocas veces, el tono y el estilo de los troles es agresivo, amenazante criminalmente y atentatorio contra la vida misma.
Hay troles que son contratados para determinadas causas. Operan con varias baterías a la vez, procurando lograr un efecto negativo en los usuarios de las redes sociales, una asfixia y un agotamiento emocional. Por ello los hay insoportables, sádicos, peligrosos, agresivos. Desde el Gobierno también se pueden impulsar, operando electrónicamente, como se hace ahora, desde regiones fuera de Costa Rica, con troles, debidamente “pagados”, como se ha reconocido que a “algunos” se le ha pagado “caritativamente”. La inmensidad de los troles tienen una identidad falsa, o desconocida. Excepcionalmente dan la cara, cuando “algo” le ha fallado en su “relación” contractual.
Algunos trols son para exaltar, levantar pisos, también, esto es evidente a favor del Gobierno y de la figura de Rodrigo Chaves, el Presidente. Estos son los trols fanáticos del Presidente, “caritativos” del Gobierno y de sus Ministros y Ministras, y de su fracción legislativa y su principal diputada.
A los trols que atacan al Gobierno, y a su staff, el Presidente los ha llamado “Periodistas Sicarios Políticos”. Los sicarios son asesinos a sueldo. Son personas contratadas para acabar físicamente con personas. Es un lenguaje, generalmente usado, de los carteles mafiosos de las drogas y el narcotráfico. El sicario es el contratado, por una persona, para que actúe contra otra persona, en este caso un trol, a modo de periodista, contratado por alguien para que ataque, en este caso al Presidente, a sus actuaciones, a su gobierno y a sus fieles servidores ministeriales. Los sicarios son pagados.
Los “periodistas sicarios políticos”, de conformidad a lo expresado por el Presidente también son “pagados” para ejercer su oficio de sicarios. Las armas de los “periodistas sicarios” son las palabras, el lenguaje, los medios informativos, no son obviamente las pistolas, las armas y la agresión física, que sí las podría emplear el Gobierno con sus aparatos represivos, sobre todo cuando se impulsan políticas y actuaciones gubernativas autoritarias. La actuación de los sicarios es inteligente, planeada, fría emocionalmente, sin remordimientos pudiendo enfocar su ataque contra quien le paguen para atacarlo.
La denuncia que se hizo de los trols oficiales provocó que el Presidente atacara a estos denunciantes como “sicarios políticos”. El Colegio de Periodistas debería actuar de oficio ante esta denuncia, pero sobre todo para llevar a cabo una digna lucha contra los trols en los medios de comunicación, y una digna lucha por elevar el papel de la profesión y la dignidad del periodista y de los comunicadores sociales, en esta época de grandes medios digitales, especialmente para fortalecer la tradición de la Prensa costarricense desde el siglo XIX en la formación y gestación de la sociedad y el Estado democrático que tenemos y disfrutamos.