Crónicas interculturales
Por Remy Leroux Monet
Todo el mundo sabe desde 1927 y gracias a la voz de la cubana Rita Montaner que “todos los negros tomamos café”…De la misma manera, todo el mundo sabe que los franceses tomamos en promedio mínimo una copa de vino para acompañar cada una de nuestras comidas.
Hasta muchos lo consideran engañosamente como un alimento.
El Comité Nacional de Propaganda del Vino (¡Sí! ¡Existía un comité con este propósito!), en un afiche que publicamos a continuación, remontando a una época que no se indica pero que yo considero como 1930/1935, se pregonaba que 1 litro de vino de 10 grados de alcohol equivaldría a 900 gramos de leche (sic), 370 gramos de pan (sic), 585 gramos de carne (sic) y 5 huevos (sic).
Además, como lo vemos en otra foto, se estimulaba el consumo de vino con una perspectiva social y económica: “Beber una copa de vino (un canon) es ayudar a un productor de vino (un vigneron)”.
¿Será por eso que, en la actualidad, el alcohol en general provoca al menos 130 muertes al día en Francia, o sea un total aproximativo de unas 50.000 víctimas mortales al año?
Según el historiador de la Antigua Roma, Marco Juniano Justino, “los galos aprendieron de los griegos fundadores de la ciudad de Marsella (Massalia) una forma civilizada de vida, cultivando el olivo y la vid”.
No data de ayer pues que los franceses saben de vinos…
Y todo el planeta cree erróneamente que el ciudadano francés es una enciclopedia en materia de vinos.
No es en nada mi caso, debido al historial familiar que complicó mi relación con el alcohol para toda la vida.
Un buen día, de gira periodística en la linda ciudad de Eger, en el norte de Hungría, famosa entre otras cosas por sus vinos, fui sometido a una singular prueba en una finca vinícola frente a decenas de espectadores. Primero me vistieron como un noble de la Edad Media con una gran capa roja y después me anunciaron que tenía que catar varios vinos y determinar… con los ojos vendados… cuáles eran blancos y cuáles tintos. Entré en pánico. En aquel entonces, era Presidente de la Federación Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo FIJET. El honor del Presidente estaba en juego pero también el honor de Francia. ¿Cómo iba yo a saber distinguir el color de los vinos sólo con el sabor? Casi me orino con este show que tuve que ejecutar. ¡Música Maestro! ¡Tambores! ¡Veredicto! El primero era blanco y el segundo tinto. No lo podía creer: ¡había acertado! Aplausos nutridos del público, tanto de mi colegas de mi federación como de los húngaros presentes.
Mi recompensa, digamos, fue mi inmediata bienvenida en la Cofradía de los Viticultores de Eger (o algo así) con la misión internacional de siempre apoyarlos en la promoción de su rico cultivo.
“La música que amo” (La musique que j’aime)
Sin embargo, otra bebida, de manera subterránea, poquito a poco y muy lentamente, estuvo conquistando los paladares franceses: la cerveza. Es un cambio que lleva fraguándose desde 2015 en Francia.
Por primera vez la cerveza supera al vino entre los bebedores franceses, según el muy serio Barómetro Sowine/Dynata 2022: el 51% de los franceses señalan a la cerveza como su bebida alcohólica favorita, con un crecimiento del 12%, superando así al vino (49%). Entre los hombres la cerveza ocupa mayoritariamente el primer lugar (59%).
No crean que sean todas importadas. Existen más de 2.000 cervecerías en el país galo, a la cabeza de Europa.
Tengo que confesar que la panza que me gané a lo largo de los 30 años de mi vida en Costa Rica debe ser culpabilidad de las cervezas ticas, tanto industriales como artesanales. Hasta que casi olvidé el vino…
– Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.