Anecdotario Costarricense

Anecdotario Costarricense

CUESTIONES SÍSMICAS

-USTED también debía decir algo acerca de esta plaga de ceniza que ya nos acongoja, sin esperanza de llegar a un fin …

A tal requerimiento, don Adán, jovial y oportuno como siempre, repuso:

Pues hombre, esa lluvia de ceniza parece no ofrecer peligro alguno, siempre que no sea precursora de temblores. En años anteriores la misma calamidad azotó en mayores proporciones, pero al fin volvió la calma. No hay otro recurso que la paciencia; las leyes que rigen la Naturaleza, son inmutables. Ya vendrá el sosiego. En cuanto a los sacudimientos terrestres, llámense terremotos por hundimiento, temblores tectónicos o terrevolcánicos, nada se sabe a ciencia cierta sobre sus causas: todos son ondulaciones de la tierra, efectos de las contracciones y expansiones de la corteza terrestre; pese a los esfuerzos científicos de nuestros profesores y tratadistas de Geología y Sismología, poco se ha avanzado. Se llegan a fijar las direcciones de los movimientos, fallas o grietas, montañas afectadas, intensidad y efectos de los sismos, la magnitud de sus daños en campos y ciudades, pero no alcanzan los estudios a fijar ninguna previsión. Útiles, sin duda, los sacrificios de nuestros sabios, pero vanos al fin.

Cuentan que hace un tiempo, uno de los Ministros de Costa Rica, a quien se le habló de la necesidad de proveer modernos equipos para el Servicio Metereológico Nacional, contestó que con mucho gusto propondría el gasto correspondiente, siempre que se pidiera un sismógrafo que anunciara con tiempo los terremotos …

Y, a propósito, bueno es recalcar que entre los aficionados al estudio de los temblores, tuvimos un verdadero geólogo: don Pedro Nolasco Gutiérrez, que en su almanaque del año 1910 pronosticó los terremotos del 13 de abril y el 4 de mayo. Como DIA CRITICO señaló al día 13 de abril y como DIA SOSPECHOSO al 4 de mayo de aquel año, en que se registraron los catastróficos terremotos que destruyeron la Vieja Metrópoli y arruinaron numerosas edificaciones de la Meseta Central.

Don Pedro Nolasco fue amonestado para que no hiciera más pronósticos alarmantes, y cuando se le comunicó la amonestación, dijo filosóficamente:

-Está bien, pero si me han de meter a la cárcel, que no sea en Cartago, porque allí tiembla duro…

Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.

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