Phil Hearse
La semana pasada, el periódico Mirror expuso el caso de un hombre de 87 años, enfermo de cáncer de próstata, que esperó 15 horas a una ambulancia tras caerse delante de su casa en Cornualles. Al no poder trasladarlo, su familia construyó una tienda de campaña improvisada para protegerse de la lluvia. Los aspirantes al liderazgo del Partido Conservador, Rishi Sunak y Liz Trust, tienen soluciones para la crisis del Servicio Nacional de Salud (SNS): mucha más privatización. Esto significa que ahora, si no tienes el seguro médico adecuado, es decir, si eres pobre, sólo tendrás que esperar 15 horas para que llegue una ambulancia.
Si las encuestas de los miembros tories -que son principalmente hombres, de edad avanzada, residentes en el sur de Inglaterra- aciertan, Liz Truss va a ser la próxima Primera Ministra. Su gobierno continuará y profundizará masivamente el ataque a los trabajadores; Sunak [el otro candidato en liza] no sería mejor. Frente a las políticas de extrema derecha y antiobreras de los dos candidatos tories, decenas de miles de trabajadores y trabajadoras están en huelga, encabezados por las 40.000 del RMT en el sector ferroviario y los miles de trabajadores y trabajadoras de los autobuses, el metro y Correos, que también están en huelga. Las y los miembros del sindicato Unite en el Puerto de Felixstowe, se unen a la lista cada vez mayor de trabajadores en huelga, con una huelga de 8 días que ha provocado el cierre del mayor puerto de Gran Bretaña.
Como explicaron los responsables de más de 100 centros del SNS, si no se reduce el precio de la energía, la gente no va a comer o no va a calentar sus casas. Durante el invierno se producirá una crisis humanitaria y una crisis sanitaria que desbordará al infradotado SNS.
Crisis humanitaria es una frase que normalmente asociamos a los países ultrapobres del Sur Global. Con los tories, Gran Bretaña se dirige a unirse a ellos, mientras continúa la implacable marcha hacia el fondo.
Liz Truss quiere recortar los impuestos -especialmente el impuesto de sociedades que pagan las grandes empresas-, lo que va a hundir la economía aún más, empobreciendo a millones de personas. Una de las predicciones es que el «tope de precios» de la energía aumentará el año que viene a más de 6.000 libras por hogar. Además, los conservadores lanzarán nuevos ataques a los derechos democráticos, con un proyecto de ley para prohibir las huelgas en sectores clave del sector público, incluyendo sin duda el transporte, pero posiblemente también el SNS y la educación, así como a otros trabajadores de primera línea.
Los conservadores se enfrentan a un elocuente líder sindical que cuenta con un gran apoyo público: el líder del RMT, Mick Lynch. En una entrevista-interrogatorio escandalosamente antisindical en las noticias del Canal 4, explicó repetidamente que la oferta de la patronal de incrementar un 8% los salarios en dos años, reducir mil puestos de trabajo, cerrar taquillas y muchos cambios en las prácticas laborales, reducirá el nivel de vida de las y los trabajadores ferroviarios y hará que los ferrocarriles sean menos seguros. Sobre todo, dijo, se trata de qué tipo de país queremos ser.
El ataque de Margaret Thatcher a los sindicatos en la década de 1980 se preparó durante cinco años antes de la huelga de los mineros de 1984-85; Liz Truss pretende adoptar un enfoque diferente y aplastar a los sindicatos del transporte y a otros sindicatos inmediatamente después de asumir el poder, rematando el trabajo iniciado por Thatcher y Johnson. Al mismo tiempo, no ofrecerá ningún alivio financiero significativo a millones de personas que se ven obligadas a elegir entre comer o calentar sus hogares.
Muchos millones verán la injusticia de todo esto. La gente debe pagar tarifas astronómicas por sus necesidades energéticas básicas mientras las empresas energéticas obtienen enormes beneficios, incluso después de los llamados impuestos extraordinarios. De hecho, el anterior impuesto extraordinario impuesto por el entonces canciller Rishi Sunak era falso. Las empresas podían evitar pagarlo si se comprometían a invertir grandes sumas de dinero.
Liz Truss dice que ayudará a los pobres reduciendo los impuestos, lo que hará crecer la economía. En realidad, la reducción de los ingresos reales destrozará la economía, ya que la gente tiene dificultades para pagar sus facturas. La mayoría de la gente intentará, en primer lugar, pagar su alquiler/hipoteca, la comida y la calefacción, y los gastos de transporte; y todo lo que vaya más allá de eso se va a resentir. Muchos centros urbanos verán cerrar tiendas, cafés, pubs y cines.
Truss también va a eliminar la parte de los impuestos correspondiente a la tasa verde, abandonando los ya inadecuados planes para ayudar a los hogares con el aislamiento y la transición energética. Desaparece la agenda verde. También se pierde en la memoria cualquier referencia a ayudar a las [deprimidas] ciudades del norte y del Midland. «Lo siento, eso era sólo para ganar algunos escaños de los laboristas, nunca lo dijimos en serio», dirá. Las promesas de Truss de que «habrá más ayuda» para la gente con problemas económicos -la gran mayoría- son un fraude.
La tibieza hacia las grandes empresas queda patente en lo sucedido con los ferries P&O tras despedir a 800 trabajadores y sustituirlos por mano de obra eventual, pagando menos del salario mínimo nacional. El secretario de Estado de Fomento y Empresa, Kwasi Kwarteng, pidió al Servicio de Insolvencia que investigara si se había cometido algún delito. Y, aunque parezca mentira, el Servicio de Insolvencia dijo que no se podían presentar cargos penales porque había pocas posibilidades de condenar a la empresa. Por supuesto, Kwarteng dió por bueno el dictamen.
Por su parte, el viceprimer ministro Dominic Raab está impulsando un nuevo proyecto de ley para impedir que los jueces interfieran en la política del gobierno. Por supuesto, aunque los jueces son abrumadoramente favorables a las empresas, los tories se han visto perjudicados por las decisiones del Tribunal Superior que han paralizado temporalmente sus planes para deportar inmigrantes a Ruanda. Pero las persistentes críticas de los tories al poder judicial ya han provocado un drástico descenso de las impugnaciones exitosas de la política gubernamental en el Tribunal Superior.
La crisis del incremento del coste de la vida está produciendo desesperación y conduciendo a una ola masiva de revulsión contra el gobierno tory. Y los tories han decidido desatar a los medios de comunicación de derechas como perros de presa contra los sindicatos y los trabajadores en huelga. Líderes sindicales como Mick Lynch, del RMT, un comunicador muy capaz que ha obtenido logros ante el Secretario de Transportes, Grant Shapps, en múltiples ocasiones, pueden ser víctimas de una monstruosa campaña por parte de los medios de comunicación. Los líderes sindicales están siendo pintados como barones sindicales que quieren hundir el país. Millones de personas no creerán estas tonterías, pero los tories quieren movilizar a las fuerzas ultrarreaccionarias que son la base de su poder. Pero no será fácil.
La idea de que los jefes sindicales son los responsables de las tasas astronómicas que cobran las universidades, de la pobreza rural, del precio de los alimentos, de la crisis de la vivienda, de la crisis de personal en las pequeñas y grandes empresas, o del hecho de que los sueldos de los altos ejecutivos estén por las nubes, de la infrafinanciación crónica y de la crisis de personal en el SNS, de la mega marea de aguas residuales que corre por los ríos, o de cualquiera de estas cosas, es absurda.
Pero el sector no ilustrado de la sociedad británica, a medida que se agrava la crisis, puede ser influenciado y luego movilizada al ponerse en marcha la campaña de los medios de comunicación de derechas. El periódico The Sun ya ha iniciado una campaña Liz will Do the Bizz que sugiere que los recortes fiscales podrían ayudar a los comerciantes y aliviar a los trabajadores. Es muy probable que ambas cosas ocurran.
Como informa Susan Pashkoff en un artículo de nuestra web, la respuesta del líder de la oposición laborista de Keir Starmer a la crisis ha sido patética. Advertir a los miembros del gabinete en la sombra [especie de gobierno en la sombra que ponen en pie el partido mayoritario de la oposición] de que no se alineen con las y los huelguistas y despedir a Sam Tarry de su puesto en el gabinete en la sombra, es sólo un pequeño atisbo de la total desesperación en la respuesta de los laboristas de derechas a la crisis. La propuesta de Stramer de limitar de precios (ya astronómicos) durante un tiempo limitado, sólo traerán un alivio muy temporal.
Ahora el movimiento obrero, la izquierda y todas las fuerzas progresistas deben movilizarse para derrotar la ofensiva tory. La ola de odio de la derecha que golpeó a Tony Benn, Arthur Scargill y Jeremy Corbyn está ahora en marcha contra Mick Lynch y otros líderes sindicales. La derecha utilizará todo lo que pueda, incluida la guerra de Ucrania, para demonizar y dividir a la izquierda.
El lanzamiento de la campaña «¡Basta ya!» es una iniciativa brillante, con casi medio millón de personas inscritas ya, y concentraciones de lanzamiento a las que asistieron miles de personas.
https://anticapitalistresistance.org/million-say-enough-is-enough-as-tories-plan-massive-attack/
Traducción: viento sur