Si se siembran vientos se recogerán tempestades

Pizarrón

Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com

Vladimir de la Cruz

Ayer celebramos, en todo el país, el 387 aniversario del hallazgo de la Virgen de los Angeles. Como todos los años la celebración culmina con la Romería, que convoca a costarricenses de todas partes del país, y centroamericanos que nos visitan con ese motivo.

Esta celebración incluyó una pequeña romería que se hizo ante la imagen de la Virgen de los Angeles que está ubicada, desde el 24 de mayo del 2005, en el Vaticano que el Papa Benedicto XVI la bendijo y la colocó en la Basílica Santa María de la Luz.

En la Misa de ayer, 2 de agosto, el Obispo a cargo de la misma leyó una Homilía, que es el Mensaje solemne que se hace a los fieles en el cual se da una explicación de textos bíblicos o sobre textos bíblicos u otras materias o temas religiosos.

En esta ocasión el Mensaje lo dio Monseñor Bartolomé Buigues, Obispo de la Diócesis de Alajuela. Lo hizo leído, muy bien escrito, con clara dicción, y despaciosamente para su mejor comprensión, con profundidad en su amplio contenido y diversidad de temas que abordó.

En su introducción exaltó al amor del Hijo y de la Madre que conoce ilusiones, esperanzas y sufrimientos, para ubicarnos, con pies en la tierra, de que vivimos un cambio de época, con incertidumbre, al igual que al comienzo de la Iglesia, con nuevos retos, que señaló valientemente, que ubicó con perspectiva actual.

Su preocupación la centró en la pérdida de valores éticos, de principios, de identidad y sentido, de perder la cohesión como pueblo. Enfatizó que atravesamos una auténtica crisis del modelo de vida, donde sorprende el conformismo de la gente con lo que sucede a su alrededor, por el peso de utilitarismo con que se vive, en debilitamiento de creencias, de tradiciones culturales, de orientaciones, con propuestas vacías donde los hombres y mujeres parecieran andar sin rumbo, bajo una desmoralización colectiva.

Reconoció el Obispo que hay desequilibrio y conflicto, que hay una transformación cultural que impulsa una reingeniería que quiere cambiar los valores éticos, por lo que es necesario restaurar la Memoria Humana y la Tradición, para poder reclamar un mejor futuro para nuestra sociedad, puesto que si se siembran vientos se recogerán tempestades.

Para el Obispo estamos ante un debilitamiento de lazos familiares, de redes asociativas y de capacidad protectora, de pérdida de la responsabilidad educativa con los hijos donde se ha minado la autoridad de padres y maestros, donde se requieren buenos ejemplos de pública integridad.

Claramente señaló que vivimos con un sistema, un modelo, económico que genera mucha riqueza a la vez que produce mucha pobreza y mucha hambre, que produce un consumismo injusto y un desigualdad escandalosa, en el cual la pobreza se invisibiliza con una corrupción que va al alza en todos los sentidos, en que se vive sin principios, sin Fe, lo que conduce a extrañarse de la delincuencia, porque cuando se permite una injusticia se abre el camino a todas las injusticias.

Llamó la Atención en que el Estado deber proteger, con políticas, la trasmisión de valores, de la vida familiar, la educación, que exalten la Vida y la Familia. El Estado también, señaló debe generar espacios de diálogo y participación.

Enfatizó que tenemos urgencias que atender, entre ellas, la emergencia educativa, la deserción escolar, el reforzamiento de la evaluación, el atender a los más pobres, reducir la brecha digital y educativa, de resolver los problemas de infraestructura de la educación que existen, con una política clara de Amar y Respetar.

En ese sentido se necesita, recalcó, una conversión Humana, Social y Ecológica. Hay, para el Obispo necesidad de cambiar el modelo socio cultural, propugnar el cuidado de la Naturaleza y la Justicia y escuchar el clamor de La Tierra y de los Pobres.

Enlistó los principales los principales problemas sociales que nos agobian, degradación del ambiente social, degradación de las personas y su dignidad, debilidad de los vínculos sociales, desigualdad y exclusión, una cultura de la inutilidad, la violencia, la delincuencia, el narcotráfico, las pandillas, la trata de personas, la degradación democrática, la necesidad de una regeneración institucional, la desinformación y la manipulación mediática, el modelo económico que cómo genera ganancias genera más pobreza, la corrupción en todos los niveles, los privilegios ofensivos, el alto costo de la vida y la degradación y el cambio climático.

Pidió proteger la libertad religiosa, clamó por una laicidad sana donde todas las confesiones puedan vivir libremente y colaborar con el Estado.

Pidió perdón por los silencios y la insensibilidad ante la injusticia.

Señaló que el Amor es el factor más importante de la transformación que se necesita.

Llamó la atención sobre el negocio de las armas y de las guerras, destacó la importancia de las monjas expulsadas de Nicaragua haciendo labor social en el país, sin saber que, a la misma hora que preparaba su Homilía, el gobierno autoritario nicaragüense cerraba e intervenía confiscatoriamente las siete radioemisoras de la Iglesia Católica de Nicaragua.

La valoración que hizo el Obispo del momento que vivimos, de tránsito del anterior Gobierno y del actual, la ubicó en el Tercer Centenario de la Independencia que recién hemos iniciado.

De nosotros, de cada uno, depende la superación de estos problemas y retos que señaló el Obispo. Atendamos el llamado del Mensaje de Monseñor Bartolomé Buigues, Obispo de la Diócesis de Alajuela.

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