Julio 5, 2022
Por Anis Chowdhury y Jomo Kwame Sundaram
SÍDNEY / KUALA LUMPUR (IPS) – Considerados durante mucho tiempo como un medio para buscar ventajas con el pretexto de proporcionar un beneficio mutuo, los acuerdos de libre comercio (TLC) comienzan a utilizarse cada vez más como armas económicas en la nueva Guerra Fría que está surgiendo en el mundo.
Girar hacia Asia, contener a China
En noviembre de 2009, el entonces presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017), en su primer año en la Casa Blanca, observó que, “en un mundo interconectado, el poder no tiene por qué ser un juego de suma cero…Estados Unidos no busca contener a China”.
Pero Obama cambió pronto de rumbo con su giro hacia Asia, anunciado por primera vez en noviembre de 2011. Tras su reelección en 2012 para un segundo mandato, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) se convirtió en la pieza económica central de la nueva estrategia estadounidense para frenar el crecimiento y el progreso tecnológico de China.
Su representante comercial (USTR, en inglés) afirmó que el TPP se basaba en principios que Estados Unidos defiende, como la protección de la propiedad intelectual (PI) y los derechos humanos. Aunque afirmó que todos los que aceptaran sus principios serían bienvenidos, China no figuraba entre los países que negociaban el TPP.
Para Washington, esta nueva rivalidad con China implica el fortalecimiento de las alianzas de Estados Unidos con Japón, Corea del Sur y Australia. En octubre de 2011, el Congreso estadounidense ratificó el TLC entre Corea y Estados Unidos, conocido como Korus.
Con el objetivo de la contención militar y económica de China como elemento central de la estrategia de seguridad de Estados Unidos, las negociaciones del TPP concluyeron en octubre de 2015. Obama subrayó entonces que “el TPP permite a Estados Unidos, y no a países como China, escribir las reglas del juego en el siglo XXI”.
La creación de un club de cualquiera menos China fue el motivo de Washington para establecer el TPP. Pero con el cambio en el sentimiento público desde la presidencia de Donald Trump (2017-2021), el primero leal vicepresidente de Obama y ahora presidente Joe Biden, no intentó revivir el TPP durante su campaña presidencial, ni desde entonces.
Alianzas de seguridad
“La prosperidad y la seguridad de Estados Unidos se ven amenazadas por una competencia económica que se desarrolla en un contexto estratégico más amplio… Debemos trabajar con aliados y socios afines para garantizar que nuestros principios prevalezcan y que las normas se apliquen para que nuestras economías prosperen”, señaló la estrategia de seguridad nacional de Trump.
En consecuencia, el grupo de Diálogo de Seguridad Cuadrilateral para la cooperación marítima de Estados Unidos, Australia, India y Japón, iniciado tras el tsunami del océano Índico de 2004, se ha convertido en un supuesto acuerdo de seguridad antichina.
En 2020, los líderes de los cuatro países del grupo, conocido en la jerga internacional como Quad, estaban más alineados en sus preocupaciones sobre el ascenso de China. En noviembre de 2020, las armadas de los cuatro países participaron en su primer ejercicio militar conjunto en más de una década.
Mientras tanto, con Shinzo Abe (2012-2020) Japón transformó radicalmente su política de seguridad. Abe amplió ampliado enormemente el papel, la misión y las capacidades de las Fuerzas de Autodefensa de Japón dentro y fuera de la alianza entre Estados Unidos y Japón, especialmente en Asia Oriental.
“La cooperación en materia de defensa” también se ha reforzado mediante acuerdos entre países, como el reciente Acuerdo de Acceso Recíproco entre Japón y Australia, así como el anterior Acuerdo de Adquisición y Servicios Cruzados entre Japón e India.
El perfil de seguridad de Estados Unidos en la región se ha visto impulsado por la denominada Alianza Aukus (acrónimo en inglés de Australia-Reino Unido-Estados Unidos). Su clara intención es aumentar la presencia militar de Estados Unidos y sus aliados en el Indo-Pacífico, con el foco protagónico en China de todos los acuerdos de seguridad regionales.
Hegemonía mundial
Estados Unidos también está vinculando el comercio a su estrategia de seguridad nacional, especialmente para contener a China, en el resto del Sur global: África y América Latina.
Como señala la USTR, La administración de Biden está llevando a cabo una revisión exhaustiva de la política comercial de Estados Unidos hacia China como parte del desarrollo de su estrategia mundial hacia la creciente potencia global asiática.
La autoridad comercial estadounidense también subraya que abordar el desafío de China requerirá una estrategia global y un enfoque más sistemático que el enfoque fragmentario aplicado por Washington en el pasado reciente.
Al explicar su Guía Estratégica Provisional de Seguridad Nacional, lanzada en 2021, Biden ha subrayado: «Estados Unidos debe renovar sus ventajas duraderas…, modernizar nuestras capacidades militares… y revitalizar la incomparable red de alianzas y asociaciones de Estados Unidos». Y ha añadido que “la creciente rivalidad con China y Rusia… está cambiando todos los aspectos de nuestras vidas”.
Biden insiste en que su gobierno se asegurará de que “las reglas de la economía internacional no se inclinen en contra de Estados Unidos. Haremos cumplir las normas comerciales existentes y crearemos otras nuevas… Esta agenda fortalecerá nuestras ventajas duraderas, y nos permitirá prevalecer en la competencia estratégica con China o cualquier otra nación”.
Con ese enfoque, su administración realiza una revisión de todas las negociaciones comerciales de la era Trump. Considera, por ejemplo, que la Ley de Crecimiento y Oportunidad en África (Agoa, en inglés) del presidente Bill Clinton (1993-2001), que expira en 2025, ha ofrecido un mayor acceso al mercado estadounidense a los países africanos que cumplen los requisitos desde el año 2000.
En abril de 2021, el secretario de Estado Antony Blinken confirmó que se reanudarían las conversaciones sobre el TLC entre Estados Unidos y Kenia. Los observadores creen que el TLC entre Estados Unidos y Kenia, comenzado por Trump en 2020, ayudaría a ampliar las políticas comerciales y de seguridad de Washington, basadas en el palo y la zanahoria, en el continente africano para contrarrestar la agresiva penetración allí de China.
En el patio trasero que definió la doctrina Monroe de Estados Unidos (el América para los Americanos del presidente James Monroe, quien gobernó entre 1817 y 1825), vale decir: América Latina y el Caribe, Washington cuenta ya con 12 TLC.
El 8 de junio, Biden anunció una nueva asociación económica regional para contrarrestar a China. Lo hizo en un discurso inaugural de la novena Cumbre de las Américas, de la que fue anfitrión en la ciudad de Los Ángeles y que fue criticada por omitir a los países considerados amigos de China, por el carácter autoritario de sus gobiernos.
Pero la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica de Biden sigue considerándose un trabajo en desarrollo.
Sin ofrecer siquiera un TLC con desgravación arancelaria estándar, Estados Unidos prevé centrarse inicialmente en socios afines. Aunque Biden alabó su nuevo enfoque como innovador e integrador, las respuestas sugieren que la influencia de Washington en ese antiguo patio trasero está disminuyendo.
Ahora, cinco años después de que Trump se retirara del Acuerdo Transpacífico, Biden ha revivido la estrategia de Obama sobre China con su propio Marco Económico Indo-Pacífico. Al presentarlo, no pudo evitar hacerse eco del alarde de Obama sobre el TPP: «Estamos escribiendo las nuevas reglas».
Este es un artículo de opinión de Anis Chowdhury y Jomo Kwame Sundaram. Chowdhury es un exprofesor de economía de la Universidad Occidental de Sídney y ocupó altos cargos en la ONU entre 2008 y 2015 en Nueva York y Bangkok. Kwame Sundaram es un exprofesor de economía y ex secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
T: MF / ED: EG