Las consecuencias económicas de la paz (1919)… y si Keynes no tuviera razón

Por Fernando Ramos-Palencia

Keynes

Posiblemente <em>Las consecuencias económicas de la paz (1919) sea el mejor libro de John Maynard Keynes (Cambridge, 1883-Firle, East Sussex, 1946), uno de los mayores economistas del siglo XX. Durante su vida profesional fue, entre otras cosas, Catedrático en Cambridge, asesor de la Comisión Real para la Moneda y las Finanzas de la India, representante británico en las negociaciones del Tratado de Versalles (1919) (video aquí; audio aquí) y a diferencia de otros economistas amasó una importante fortuna durante el periodo de entreguerras. En dicho libro advierte de las desastrosas consecuencias que el tratado tendría para la economía alemana y para la economía mundial en general. En su opinión, la clave para recuperar la economía europea no eran ni de lejos las indemnizaciones y reparaciones que debía pagar Alemania (se acabaron de pagar en octubre de 2010). Finalmente Keynes acabó dimitiendo y escribiendo Las consecuencias económicas de la paz. Dicho libro está dividido en siete capítulos: Introducción, Europa antes de la guerra, La Conferencia, El Tratado, Reparaciones, Europa después del tratado y Los remedios. Parte de sus impresiones personales (en el primer recuerdo) lo tenéis en un libro titulado Dos Recuerdos. Otros libros destacables de Keynes son Ensayos de Persuasión (1931) y su famosa Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936). Igualmente son muy recomendables los libros de Robert Skidelsky (artículos aquí y aquí) sobre la figura de Keynes: El regreso de Keynes (2013) y Keynes (2013).

También existe una relativa mitificación sobre las indemnizaciones alemanas. En opinión del historiador económico alemán Albert Ritschl, «Germany Was Biggest Debt Transgressor of 20th Century». Tras el Tratado de Versalles (1919) Alemania fue condenada a pagar reparaciones de guerra a los aliados por valor de 226,000 millones de marcos de oro, una cantidad prácticamente imposible. Entre 1924 y 1929, la república de Weimar se mantuvo casi exclusivamente con los préstamos recibidos de Estados Unidos (más de un billón de dólares), destinados en parte a sufragar las indemnizaciones señaladas. Con el crack del 29 la situación se hizo insostenible siendo necesario una renegociación de la deuda. En 1930 con el Plan Young, la deuda quedó reducida a la mitad (112,000 millones). Entre 1931 y 1932, y dada la situación de la economía mundial, EEUU condonó las deudas de guerra a Francia y Reino Unido. Al mismo tiempo, dichos países renunciaron a buena parte de la deuda alemana (Moratoria Hoover y Conferencia de Lausanne). En definitiva, hacia 1932 Alemania consiguió una reducción neta de más del 98% de las deudas reflejadas en el Tratado de Versalles. En 1939, cuando comenzó la II GM, Hitler suspendió unilateralmente todos los pagos, incluido este 2%. Finalizada la II Guerra Mundial, Alemania también fue condenada a pagar indemnizaciones de guerra. Sin embargo, gracias al Tratado de Londres (1953), EEUU convirtió a la nueva Alemania Federal (creada en 1949) en un bastión de la OTAN frente al bloque soviético. En otras palabras, la Guerra Fría acabó con las deudas alemanas derivadas de la II GM y activó el Plan Marshall.

Y sí Keynes no tuviera razón

El economista francés Étienne Mantoux (1913-45) escribió un libro –The Carthaginian Peace or the Economic Consequences of Mr. Keynes (recensiones aquí y aquí)- donde ponía en duda las tesis keynesianas. En primer lugar, la crítica continua de Keynes al tratado de Versalles estimuló el nacionalismo alemán y convirtió a los grupos sociales más militaristas y beligerantes, los cuales apostaron claramente por la guerra en 1914 y que abandonarían el gobierno semanas antes del armisticio el 11 de noviembre de 1918, en víctimas (lo cual, no deja de ser sorprendente: una recomendación Sebastian Haffner, Historia de un alemán: memorias 1914-33). Políticos alemanes socialdemócratas, opuestos al comunismo de Lenin, claves en la firma del Tratado, en la implementación de la República de Weimar y antimilitaristas acabaron siendo asesinados por grupos paramilitares de extrema derecha: Matthias Erzberger (1921) y Walter Rathenau (1922). En segundo lugar, Mantoux cuestiona la capacidad de pago de Alemania: entre 1920 y 1931 la economía alemana pagó 21 billones de marcos, al mismo tiempo recibió entre 35 y 38 billones de marcos. Es más, mientras Keynes argumentaba que Alemania sería incapaz de pagar más de 2 billones de marcos anuales en concepto de reparaciones en un periodo de 30 años; sin embargo, Mantoux señala que entre 1933 y 1939 Alemania gastó siete veces más cada año en rearmarse. Vayamos con una polémica adicional. Según la comisión del Plan Dawes las reparaciones que debían pagar las autoridades alemanas debían hacer frente a dos problemas: (i) el problema presupuestario (the budgetary problem) relativo a si Alemania podía reunir la cantidad de dinero reclamada; y, (ii) el problema de la transferencia (the transfer problem) relativo a si esas transferencias hacia los países vencedores de la I GM era factible. En este contexto se originó un famoso debate entre Ohlin y Keynes (Economic Journal, 1929: artículos aquí y aquí) que abordó el problema de la transferencia. Según Keynes, el plan Dawes suponía un problema de transferencia que exigía una fuerte deflación en Alemania que llevaría aparejado graves consecuencias políticas y sociales. Para Ohlin, esto no tenía que ser así. En su opinión, no había razón para aplicar políticas deflacionistas en Alemania para transferir las reparaciones porque los efectos-renta de los pagos de las reparaciones eran suficientes para sostener el flujo de dinero desde Alemania hacia sus deudores (más detalles aquí).

Finalmente, el domingo 3 de octubre de 2010, Alemania pagó las últimas deudas producto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918): aproximadamente 75 millones de euros (102 millones de dólares) (por cierto, el Reino Unido acabó de pagar sus deudas con EEUU motivadas por la II GM en 2006: aproximadamente 178,000 millones de euros; más detalles aquí, aquí y aquí). Recapitulemos. Tras resultar derrotada (1918), Alemania debió hacer frente a importantes indemnizaciones con respecto a los vencedores y a las deudas con los propios ciudadanos alemanes que habían invertido en la compra de bonos de guerra. Para cumplir con sus obligaciones, Alemania recibió una serie de créditos entre 1924 y 1930, entre ellos los préstamos Dawes y Young, respaldados sobre todo por operadores estadounidenses, y un préstamo del magnate sueco Ivar Krueger, que a cambio recibió un monopolio fosforero. Las cantidades originales de los préstamos se terminaron de pagar en 1983. Para lograrlo, sin embargo, Alemania dejó de pagar los intereses. No obstante, se determinó que los pagaría en un plazo de 20 años a partir del momento en que ambas Alemanias (RFA y RDA) se reunificasen. Algo que en plena Guerra Fría parecía prácticamente imposible. Una vez producida la Reunificación Alemana, el 3 de octubre de 1990, se reabrió el plazo de 20 años para terminar de pagar todos los intereses adeudados.

Fuente: globalhisco.com

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