Pamela Figueroa
El gabinete de Gabriel Boric, con mayoría de mujeres, buscará plasmar la agenda de cambio de manera gradualista. Con una mezcla de perfil técnico y compromiso político, la composición del gobierno expresa una ampliación de la alianza Apruebo Dignidad hacia la centroizquierda.
El pasado 21 de enero, el recientemente electo presidente de Chile dio a conocer el gabinete que lo acompañará a partir del 11 de marzo. En un acto sumamente esperado y colmado de simbolismos, Gabriel Boric presentó al equipo de 24 ministras y ministros. El anuncio de los gabinetes ministeriales es, en los momentos previos a la instalación de un nuevo gobierno, siempre muy relevante ya que anticipa varias señales, pero en este caso lo era aún más dado que se esperaba ver hasta dónde Boric ampliaría su alianza electoral más allá de Apruebo Dignidad (integrada por el Frente Amplio, el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda). Tres figuras adquieren centralidad como parte del «círculo político»: Izkia Siches, médica y pieza clave del triunfo electoral; Giorgio Jackson, de antigua cercanía con Boric; y Camila Vallejos, parte de la nueva generación del Partido Comunista. Al mismo tiempo, el nombramiento de Mario Marcel a cargo de Hacienda fue leído como la confirmación de que se buscará una vía gradualista.
Desde el Museo Nacional de Historia Natural, ubicado en el Parque Santiago, las ministras y ministros aparecieron uno a uno, y la locutora, una destacada actriz nacional, relató sus trayectorias profesionales y personales. La diversidad, la amplitud política, el componente intergeneracional y la presencia mayoritaria de mujeres son las principales marcas del gabinete, con una estética que marca también el inicio de un nuevo ciclo político y social.
Contexto político-social y ciclo electoral
El nuevo presidente, que cumplirá 36 años apenas antes de asumir el mandado, se sitúa políticamente, según dijo en una entrevista con la BBC, en una tradición «socialista libertaria americanista chilena». Si bien pertenece a la generación de líderes estudiantiles emergente de las protestas de 2011, ha sido enfático en reconocer los aportes de cada una de las generaciones políticas que lo antecedieron, tejiendo un vínculo intergeneracional que lo distingue de otros liderazgos de su misma edad. Esto le ha permitido conectar con los partidos tradicionales de centroizquierda (a los que venció en las presidenciales), así como con los nuevos partidos y movimientos sociales.
La llegada de esta nueva generación al poder se produce en un momento de profundo cambio político y social en el país. Luego de un ciclo de tres décadas de transición y consolidación democrática, en octubre de 2019 una masiva y a veces violenta movilización social visibilizó el malestar frente al sistema político y el modelo económico que se venía gestando al menos desde 2010, una década que mostró indicios de la crisis de legitimidad y confianza hacia las instituciones. A pesar de los buenos indicadores generales de desarrollo del país, diversos estudios advertían la existencia de un creciente descrédito de las principales instituciones: los partidos políticos, el Congreso, el poder ejecutivo. Esto iba acompañado de un progresivo abstencionismo electoral, con un escuálido 35% de participación electoral en las elecciones locales en 2016 y menos de 50% en las presidenciales de 2017.
En rigor, ya había antecedentes del malestar. Las movilizaciones sociales de 2006, protagonizadas en gran medida por estudiantes secundarios (la «Revolución pingüina»); las movilizaciones de 2011, lideradas por los estudiantes universitarios; la revolución feminista de 2018, en la que las mujeres demandaron fin de la violencia de género y ampliación de derechos; y el «reventón» de octubre de 2019, inédito por sus proporciones, muestran la persistencia del malestar social. La crisis de 2019 derivó en un acuerdo político amplio, que dio inicio a un proceso constituyente que se encuentra en curso. Todo esto en un contexto de pandemia que profundizó las condiciones de desigualdad que han impulsado las movilizaciones sociales en el país.
En medio de la pandemia y de modo paralelo al proceso constituyente, Chile vivió un intenso ciclo electoral: un plebiscito por la nueva Constitución en 2020, la elección de Convencionales Constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales en mayo de 2021, las primarias de los partidos políticos para elegir candidatos presidenciales en julio de ese mismo año, las elecciones presidenciales y parlamentarias en noviembre de 2021, y la segunda vuelta electoral presidencial en diciembre del año pasado.
Resultado electoral y alianzas políticas
En julio de 2021, cuando se realizó la primaria presidencial de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, integrada por el Frente Amplio y el Partido Comunista, Gabriel Boric se midió electoralmente con el alcalde Daniel Jadue, del PC, quien de acuerdo a las encuestas era el favorito. Sin embargo, Boric resultó electo como el candidato de la izquierda.
La elección presidencial se desarrolló con una alta fragmentación política. De las siete candidaturas presidenciales, cuatro pertenecían a coaliciones de centroizquierda e izquierda. En la primera vuelta electoral, ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría absoluta, y pasaron a la segunda vuelta el postulante de la derecha radical José Antonio Kast (con 27,91% de los votos), y Boric con 25,82%.
Con los resultados de la primera vuelta y en un escenario de polarización, Boric redefinió su estrategia. Este fue un primer momento de ampliación de alianzas desde la coalición. El candidato presidencial sumó a Izkia Siches, una figura independiente de peso, para ampliar la base de apoyo social y electoral. Siches, de 35 años renunció a su cargo de presidenta del Colegio Médico de Chile, donde había tenido un importante rol público durante la pandemia, para apoyar a Boric. A su vez, este consiguió el apoyo de los partidos de centroizquierda –la ex Concertación que gobernó durante gran parte de la transición post-dictadura–. Todos se abroquelaron frente a la posibilidad de un triunfo del derechista Kast que había elogiado repetidas veces al régimen de Augusto Pinochet.
Boric triunfó por un amplio margen (58% de los votos) en la segunda vuelta electoral, convirtiéndose en el presidente más votado en la historia de Chile. El nuevo mandatario precisaría, sin embargo, ampliar más su coalición y su base política y social dado que no cuenta con mayoría parlamentaria propia. Esto llevó directamente a incorporar a los partidos de centroizquierda en el gabinete.
La coalición Apruebo Dignidad obtuvo 37 diputados de un total de 155 y cinco senadores de un total de 50. La incorporación de figuras del Partido Socialista, del Partido Liberal, del Partido Radical y del Partido por la Democracia apunta, entre otras cosas, a subsanar ese déficit. Se trata, en rigor, de una alianza con las fuerzas socialdemócratas tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo (ya en la Convención Constitucional el Frente Amplio venía articulándose con el Partido Socialista). Solo ha quedado fuera la Democracia Cristiana, que ha manifestado que colaborará desde fuera con el nuevo gobierno. Esta es la primera vez, desde el retorno a la democracia en 1990, que un presidente amplía su coalición de gobierno luego de ser elegido.
El gabinete presentado por el presidente Boric fue considerado un acierto político por tres razones. En primer lugar, porque amplía de manera concreta su alianza política hacia el socialismo democrático. En segundo término, porque reconoce el liderazgo femenino al nombrar a una mayoría de mujeres (14 de 24 ministerios). Por último, porque garantiza la diversidad, alejándose de las elites políticas tradicionales del país, con especialistas reconocidos en cada una de las áreas comprometidos con el programa de gobierno.
Una nueva alianza política
El gabinete que asumirá sus funciones en marzo, tiene una edad promedio de 49 años. En cuanto a la afiliación política, ocho son independientes, doce pertenecen a la coalición Apruebo Dignidad (cinco a Convergencia Social, dos a Revolución Democrática, tres al Partido Comunista, uno al Frente Regionalista Verde Social y uno a Comunes). A ellos se suman dos del Partido Socialista, uno del Partido Liberal y uno del Partido Radical. Entre los ocho independientes hay algunos cercanos a los partidos de centroizquierda. Se trata, en definitiva, de un gabinete constituido por una mayoría que no pertenece ni es militante de los partidos de la coalición triunfante. Esto implica una clara señal de amplitud política en torno al programa. El número de independientes y la cantidad de partidos evidencian el rotundo cambio que está viviendo el sistema político chileno. La crisis de representación, presente en diversas democracias en la región y el mundo, ha afectado también al hasta hace poco estable sistema de partidos de Chile.
Actualmente, en Chile hay 27 partidos políticos legalmente constituidos, de los cuales seis (Partido Demócrata Cristiano, el Partido por la Democracia, Renovación Nacional, el Partido Socialista de Chile y el Partido Radical) se inscribieron entre 1988 y 1994, durante el proceso de transición a la democracia. Dos partidos lo hicieron entre 2010 y 2014, mientras que los 19 restantes se inscribieron desde 2016 en adelante, una vez que se reformó el sistema electoral heredado de la dictadura, y con una nueva arquitectura institucional, impulsada en el segundo mandato de Michelle Bachelet mediante reformas políticas que fortalecieron el carácter público de los partidos, otorgándoles financiamiento público. Estas reformas incluyeron por primera vez en Chile una ley de cuotas (2015) que permitió incrementar la representación de las mujeres en el Congreso.
Apruebo Dignidad, la coalición que asumirá el gobierno en marzo de 2022, está compuesta por los partidos Convergencia Social, Comunes, Revolución Democrática (que a su vez integran el Frente Amplio), el Partido Comunista y el Federación Regionalista Verde Social. A excepción del Partido Comunista, los otros cuatro partidos que componen la alianza se fundaron luego de 2016 y Convergencia Social, el partido del presidente electo, fue creado en 2020.
La irrupción de las mujeres en la representación política
La mayoría de mujeres en el gabinete constituye, sin dudas, un hecho inédito, aunque debe resaltarse que Chile había tenido un gabinete paritario durante la presidencia de Michelle Bachelet en 2006. Desde esa fecha hasta ahora, el país ha avanzado en la incorporación de las mujeres en el mundo político. En 2015, en el marco de la reforma al sistema electoral binominal, se incluyó una ley de cuotas de 40% en las listas al Congreso, y en marzo de 2020 se aprobó una ley de paridad para elegir a la Convención Constitucional. La irrupción de las mujeres y los feminismos desde las movilizaciones de 2018 ha atravesado la política, por lo que el nombramiento de «las 14», como se ha denominado a quienes integran el gabinete de Boric, refleja una lectura acertada de la nueva realidad social, en la que las mujeres han ganado espacio político por sus trayectorias y representación.
Izkia Siches será la primera mujer en ocupar el cargo de ministra del Interior en la historia de Chile, el más relevante del gabinete. Médica, independiente, ex-dirigente estudiantil y, como ya señalamos, presidenta del Colegio Médico durante la pandemia, Siches cumplió un rol muy relevante en la segunda vuelta electoral al sumarse como jefa de campaña de Boric y, acompañada de su pequeña hija, recorrió el país durante semanas, siendo clave en el triunfo electoral.
Antonia Urrejola, abogada independiente cercana al Partido Socialista, experta en derechos humanos y ex-presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), estará a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Maya Fernández Allende, diputada del Partido Socialista, ex-presidenta de la Cámara de Diputados y nieta del ex presidente Salvador Allende, asumirá el Ministerio de Defensa, en un hecho de gran simbolismo para la democracia chilena. Camila Vallejo, diputada comunista y reconocida tanto dentro como fuera de Chile por su rol en las movilizaciones de 2011, será la ministra Secretaria General de Gobierno, lo que la convierte en su vocera. Jeanette Vega, médica independiente (cercana al Partido por la Democracia), ex-subsecretaria de Salud Pública en el gobierno de Bachelet y asesora experta de la Organización Mundial de la Salud, asumirá en el Ministerio de Desarrollo Social. Marcela Ríos, socióloga militante de Convergencia Social, con amplia trayectoria en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), especialista en estudios de género y democracia, estará a la cabeza del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Y Jeannette Jara, abogada y administradora pública, militante del Partido Comunista y ex-subsecretaria de Previsión Social, gestionará el Ministerio del Trabajo y Previsión Social.
Y la lista sigue: María Begoña Yarza, médica, independiente, con amplia experiencia en el sistema de salud pública, asumirá el Ministerio de Salud. Marcela Hernando, médica del Partido Radical y diputada por dos períodos, alcaldesa y ex-intendenta, asumirá en el Ministerio de Minería. Javiera Toro, abogada, del Partido Comunes, ex-presidenta de su partido y ex-directora de la Fundación Nodo XXI, asumirá en el Ministerio de Bienes Nacionales. Maisa Rojas, destacada científica, independiente, estará a cargo del Ministerio del Medio Ambiente. Alexandra Benado, profesora, independiente, futbolista y directora técnica, encabezará el Ministerio del Deporte. Julieta Brodsky, antropóloga, militante de Convergencia Social, irá al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Antonia Orellana, periodista, militante de Convergencia Social, parte de la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, asumirá como ministra de la Mujer y Equidad de Género.
Un gabinete diverso, alejado de las elites tradicionales
Una tercera característica del gabinete es su diversidad social y territorial. La mayoría de los ministros y las ministras se formaron en universidades públicas, de trayectorias políticas y profesionales diversas: hay médicos, profesores, periodistas, abogados, ingenieros, científicos, sociólogos, antropólogos, etc. Esta pluralidad es notoria frente a la predominante presencia de varones abogados o ingenieros en los gobiernos anteriores. También está presente la diversidad sexual, con dos representantes de la comunidad LGTBI. Se trata de un gabinete que se parece más a la diversidad de la sociedad chilena. Al mismo tiempo, una importante presencia de académicos y académicas, así como profesionales del sector salud y ciencia, da cuenta de una creciente valoración del conocimiento científico para el proceso de toma de decisiones políticas y de políticas públicas.
Un equipo económico de alto nivel y comprometido con cambios graduales fue una de las señales del nuevo gabinete. Mario Marcel, economista independiente (ex-militante del Partido Socialista), deja la presidencia del Banco Central para sumarse al gobierno como ministro de Hacienda, lo que generó una buena reacción de los «mercados». De larga trayectoria profesional, es la «garantía» de un gobierno que buscará avanzar en las reformas de manera gradual y sustentable. Nicolás Grau, economista, militante de Convergencia Social, asumirá el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. Giorgio Jackson, ingeniero, militante de Revolución Democrática y el político más cercano al presidente Boric, el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, clave en la relación con el Congreso. Líder estudiantil en 2011, Jackson fue electo diputado en 2013 junto a Gabriel Boric y Camila Vallejo, y conformaron la llamada bancada estudiantil. Por su parte, el ex-senador socialista Carlos Montes, de 75 años (el mayor del grupo), aporta su trayectoria política reconocida transversalmente, asumiendo como ministro de Vivienda y Urbanismo. Los Ministerios de Obras Públicas, Agricultura, Transporte, Energía, Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, y en Educación, asumen profesionales y académicos especialistas en sus respectivas carteras.
El de Boric es, en definitiva, un gabinete que se destaca por el liderazgo de mujeres en roles clave de la decisión gubernamental, por su marca intergeneracional (la más joven 32 años y 75 años el mayor), a la vez que por su diversidad política, social y territorial. Es un equipo sólido en los diversos temas y preparado para las materias que deberá abordar.
Desafíos
Boric conminó a sus ministras y ministros a gobernar con diálogo y escuchando a la ciudadanía. El diálogo es relevante para reconquistar confianza y legitimidad en la política, pero también una necesidad pragmática: se requieren mayorías en el Congreso. La principal fuerza opositora serán los partidos de la derecha, los cuales suman la mitad del Senado y están representados por 68 integrantes de la Cámara de Diputados sobre un total de 155. La fragmentación del Congreso será un desafío permanente para el nuevo gobierno.
En el discurso ofrecido durante el anuncio del gabinete, Boric señaló las tres prioridades que deberían enfrentar como gabinete. En primer lugar, marcó la necesidad de lidiar con la aun presente pandemia de covid-19. Esto implica continuar el plan de vacunación, trabajar sobre los efectos en la salud de la población –especialmente salud mental– y en la educación, y recuperar la economía sin reproducir las desigualdades que han provocado indignación en sectores de la ciudadanía. El segundo desafío es sentar los cimientos de las grandes reformas propuestas, a través del diálogo, la inteligencia la política y el trabajo (reforma impositiva, previsional, etc.) al tiempo de enfrentar situaciones complejas como la de la Araucanía, así como problemáticas de seguridad pública que caerán en manos de Siches. El tercer desafío es el proceso constituyente: cuidar el proceso, respetando la autonomía de la Convención Constitucional, que derivará en una nueva Carta Magna que deberá ser ratificada por la población en un plebiscito de salida. Para ello se verá ante la tensión de avanzar en una línea gradualista sin decepcionar las aspiraciones de cambio, como ocurriera durante el segundo gobierno de Bachelet. Y no menos importante, gestionar las tensiones entre el «ala izquierda» de su alianza, sobre todo el Partido Comunista, y la centroizquierda que ingresó al gobierno. Algunas ya se han visto en relación a la política internacional crítica con los regímenes de Venezuela y Nicaragua.
El nuevo gabinete ha sido bien recibido por las elites y la sociedad en general. La diversidad, amplitud y composición intergeneracional marca que el primer tiempo del gobierno será de cambios basados en acuerdos amplios. Veremos que pasa en marzo, cuando tengan que abocarse a las tareas de gobierno.
Fuente: nuso.org