Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
En la década de 1960 en la Librería Lehmann, en una de sus ventanas, al frente de la Avenida Central, ponían un Santa Claus, como un viejo rechoncho, de cachetes rosados, regordete, sentado, barbudo, de barba blanca, vestido en traje rojo como si estuviera en las zonas árticas o polares, de donde se suponía originario y residente, riéndose permanentemente frente a la mirada atónita, sorprendida, de los mirones de esa ventana, donde el Santa Claus estaba rodeado de tarjetas y artículos posibles de regalar. Llamaba la atención y reunía gran cantidad de espectadores. El Santa Claus de la Lehmann lo ponía en igual representación en Estados Unidos la empresa Sears, que lograba movilizar cientos y miles de personas para ir a ver a su Santa Claus. Curiosamente la tienda Sears que tuvo se sede a 50 metros de la Librería Lehmann no compitió con un Santa Claus en vitrina. No eran los tiempos de la globalización, como hoy hacen algunas empresas de comidas rápidas, McDonald, Hooters, Pizza Hut y otras que cuando cambian su formato de local en Estados Unidos lo imponen igual en todo el mundo donde tienen establecimientos o franquicias comerciales, así como sus productos saben igual en todos los países.
Allá por los años de 1966 y 1967 los jóvenes de la Juventud Socialista Costarricense, que éramos el grupo juvenil del Partido Vanguardia Popular, empezamos a criticar esa figura diciendo que el Santa Claus que estaba en esa vitrina lo que hacía era reírse de lo que la gente y las personas pobres le pedían que les llevara como regalos, porque la imagen popular, y familiar que se impulsaba, era que Santa Claus era el que llevaba los regalos y obsequios a los niños en Navidad, y en cierta forma invitaba a comprar los regalos en esa Librería.
En nuestro caso, Costa Rica, no recuerdo que otra fecha, como la del Día de Reyes, el 6 de enero, fuera el día de los obsequios, en recuerdo de la visita que hicieran los llamados Reyes Magos, de acuerdo a la historia bíblica, al recién nacido niño de Belén, después de haber burlado, engañado y agarrado de tonto, al malvado Rey Herodes, lo que provocó la matanza que éste hiciera, la que se atribuye al 28 de diciembre, de todos los niños recién nacidos y menores de dos años, con la intención de Herodes de eliminar al Mesías, a quien se tenía como nuevo Rey, como Salvador, Liberador, como Hijo de Dios, hecho Hombre, fecha, 28 de diciembre, que da origen al Día de los Inocentes, o de los Santos Inocentes.
Por la presencia española las fiestas navideñas también se asocian a los villancicos, que surgieron como canciones populares, de carácter profano, asociadas a la Navidad, que se cantaban en las iglesias o templos religiosos, como resultado de la apropiación que hiciera la Iglesia de estos cantos populares de las villas, cambiándoles su contenido para promover e impulsar la catequización y evangelización.
En lo particular, a mí, los villancicos me gustan, los españoles y algunos cantados en inglés. Entre los villancicos asociados a los regalos del niño de Belén están “Campana sobre campana”, “El tamborillero”, “Arre borriquito”, “Noche de paz”, que es como un Himno entre estas entonaciones.
Al final Santa Claus se quedó como el invitado obligado de las fechas navideñas para la inmensa cantidad de niños, aunque siento que esa fecha, en ese significado, de quien regala, se ha debilitado, y hoy los niños entienden mejor que es el esfuerzo que hacen sus padres, abuelos y otros familiares de intercambiarse regalos u obsequios, como muestras de cariño, afecto y amor. La Navidad y sus regalos hoy son realizados y pensados para todas las edades.
Cuando viví de joven en la Unión Soviética, entre 1965 y 1966, tuve la experiencia de vivir allí una tradición similar, más laica, pero bastante popular, la de Papá Noel y la del Abuelo de las Nieves, como se le llamaba al singular personaje que también en esos días navideños aparecía en la cultura soviética, y que hoy bajo los esquemas de la nueva Rusia, probablemente sean más fuertes religiosamente en la tradición ortodoxa, y mas comerciales.
En México me ha tocado estar para la celebración del Día de Muertos, lo que es una gran fiesta nacional y para el Día de Reyes, que es el día que se acostumbra a regalar en ese país.
En México históricamente ha habido debates sobre Santa Claus. El nacionalismo mexicano enfrentó a Santa Claus, que entendían en México, que rompía o trataba de romper las tradiciones religiosas cristiano católicas, heredadas desde la colonia, muy fuertes en la sociedad mexicana. Era una crítica contra la invasión de la cultura anglosajona y norteamericana especialmente, cuando en esos años había también una crítica más fuerte a las posiciones y significados imperialistas y antiimperialistas de los Estados Unidos. La iglesia mexicana contribuyó en ese sentido.
En Costa Rica yo no he sentido que la iglesia costarricense haya tenido críticas en igual sentido, pero tampoco para promocionar mejor y más fuerte las tradiciones católicas, aparte de los portales, y la propia celebración del nacimiento en la noche del 24 de diciembre, y la celebración de sus respectivas misas y oficios religiosos.
Santa Claus se tenía como la representación extranjera mientras los Reyes Magos como la nacional, para la cultura mexicana. En Costa Rica no hemos hecho esta distinción. El día de los Reyes Magos casi no se celebra de ninguna forma en el país, apenas de a recordación de este día sin ninguna trascendencia ni práctica social. Santa Claus es ese extranjero, deseable o indeseable, que ya se quedó entre nosotros, en la forma en que se le celebra. De hecho es un personaje que “inverna”, se guarece, se refugia sin salir desde enero hasta noviembre cuando empieza a asomarse para tener su actividad en esos días finales de noviembre hasta los finales de diciembre, cuando da paso sin que lo pueda evitar a la caminata de los Reyes Magos, que son los verdaderos portadores de regalos.
El impacto de Santa Claus en la economía nacional y en la economía de los bolsillos podría ser objeto de estudio, de quienes se preocupan por los asuntos del llamado mercado de los bienes, del comercio y de la generación de capital.
Es interesante que en los quince días anteriores al nacimiento del Niño, se practican las llamada “posadas”, de tradición en toda Mesoamérica, desde México hasta Costa Rica, que se originaron en la transformación que hicieran los españoles de la fiesta indígena azteca del Dios de la Guerra, Huitzilopochtli, que los conquistadores y colonizadores modificaron para celebrar en su lugar a María y a José, que representaban la peregrinación de María y José de Nazaret a Belén, donde las posadas significan la solicitud de alojamiento que hiciera la pareja bíblica antes de su llegada a Belén, en la víspera del nacimiento de su hijo, el 24 de diciembre. Exigen las posadas la realización de nueve misas antes del 24 de diciembre. En la región del Reino de Guatemala el Hermano Pedro de San José de Betancourt, fue quien introdujo estas festividades religiosas allá por la primera mitad del siglo XVI.
El 6 de enero, así, se tiene como el día que conmemora la adoración del Niño de Belén por parte de los llamados Reyes Magos, que se habían movilizado desde Oriente para llevarle regalos al Niño. Este día es festivo en algunos países de honda tradición católica. No recuerdo que en Costa Rica fuera un día festivo, como lo es en México.
Este año, 2022, en estos países católicos se celebra la llegada de los Reyes desde el día miércoles 5 de enero, día en que esta columna Pizarrón sale publicada. La fiesta de celebración es de la noche del 5 al día 6 de enero. La llegada de los Reyes simbólicamente, en este caso, el 5, es cuando se reparten los regalos a los niños, que se pueden solicitar, de acuerdo a la tradición, por carta a los Reyes. Hoy a los Reyes también se les llama Sabios. Ellos son Gaspar, Melchor y Baltazar, cada uno con su regalo especial al Niño, oro, incienso y mirra, que significan majestad, sacralidad y perpetuidad ante la muerte. Viajaron a caballo, en camello y en elefante, aunque también los representan en tres camellos. Se atribuye la representación de los Reyes Magos a tres continentes, Europa, Asia y Africa, que era el mundo conocido en aquella época. En Oriente, en Grecia, esta fecha del 6 de enero se celebraba en honor a Dionisio.
En la tradición se habla de un cuarto Rey Mago, Artaban, que se supone que se perdió o que fue capturado por los romanos, por lo que en la práctica de su celebración a éste Rey no se le recuerda ni se le toma en cuenta.
Santa Claus se propagó a través de los medios de comunicación, hoy de todo tipo, prensa, radio, televisión, internet y sus redes sociales. La invención de Santa Claus es una realidad, como lo es la celebración del Día de Reyes allí donde se celebra y recuerda. Santa Claus ha sido un buen factor de desarrollar pequeños consumidores para llevarlos a formarse como grandes consumidores.
Esta figura de Santa Claus es igualmente penetrante como la que se quiere hacer ahora con el día de Halloween, el día de brujas, o el Día de Acción Gracias, que hasta se ha querido instituir como un día de celebración nacional, que nada tiene que ver con nuestras tradiciones culturales ni históricas. A propósito de este día ninguno de los diputados que propuso esta celebración festejaron y realizaron su cena de Día de Gracias, según me han dicho, demostrando lo hipócritas, fingiendo sentimientos y cualidades que no tienen, y lo aculturados que son.
Los Ministerios de Cultura y de Educación deberían preocuparse de este tipo de celebraciones, que chocan con las tradicionales costarricenses, y estimular más a éstas.
Lamentablemente frente a este tipo de intromisiones culturales y comerciales extranjeras no se desarrolla en el país ninguna posición nacionalista, que estimule el comercio local, la producción local. La globalización a la que estamos sometidos probablemente irá arrasando cada vez más las tradiciones costarricenses para imponer las de las grandes potencias económicas, productoras y comerciales. No hay en ninguno de los programas de los partidos políticos que se presentan a las próximas elecciones nada que diga que van a defender y fortalecer las tradiciones culturales costarricense, como políticas públicas de gobierno.
Pertenecí a familias, por el lado paterno, que por su tradición eran más orientadas a la sencillez de los portales, del pesebre y del regalo en navidad, no tanto relacionado con el 6 de enero, día de los Reyes y sus regalos. Por el lado materno no se celebraban estas fechas con la solemnidad religiosa que era costumbre.
Lo más contrastante de Santa Claus es su indumentaria, asociada a países nórdicos, donde nieva, donde se acostumbra a usar trineos halados o tirados por distintos tipos de animales. Yo he viajado en trineos tirados por perros, y no son pocos. Pero nunca lo he hecho en uno como el que se representa con Santa Claus, por renos, que en el caso de Santa Claus también son renos voladores, que con gran imaginación de la época los hicieron viajar “volando” por todo el mundo.
Con Santa Claus se introdujo también el modo de vida norteamericano, para el caso regional, el “american way of life”, como un referente modernizador. Curiosamente Santa Claus no es una figura religiosa, en sentido estricto, es más profana, pagana, secular, en el sentido que no se rige por normas o reglas católicas. Santa Claus no tiene valor religioso alguno.
Así como metieron al Santa Claus también introdujeron el arbolito de Navidad, ciprés o pino pequeño, ya los hay hasta de plástico en distintos tamaños, y venden adicionalmente los olores a ciprés o pino, introducido, como árbol, exóticamente en el país, pues es originario desde México hasta El Salvador y Honduras, para nuestra región.
Hoy los Reyes Magos no compiten con Santa Claus en la distribución de regalos. Bien podría pensarse que hay Santa Claus y Reyes Magos de Ricos, como los hay de pobres. Entre ambas festividades, la de Santa Claus o Reyes Magos, me inclino más por la de los Reyes Magos, aunque no la practico, en su sentido de regalar, ese día. Pero, si de Reyes Magos y su celebración se trata es mi mejor día y el mejor de todos mis regalos que me han dado. Es el día que nació mi madre Zayda de Lemos Rodríguez, un 6 de enero de 1926. La vida también me dio una prima que quiero mucho nacida este mismo día, Yma Yara Borge de Lemos. Si los Reyes Magos existieron para mí fue en la consideración de que me dieron el mejor de los regalos que pude haber recibido en mi vida.
De acuerdo a la época de mi madre, de su nacimiento, cuando la fueron a bautizar, el cura de Orotina, se negó a bautizarla con el nombre solo de Zayda, nombre de origen y tradición árabe, que recordaba la princesa musulmana de al-Andalus, quien vivió a principios del segundo milenio, nuera de Muhámed ibn Abbadal -Mutamid, quien se casó con su hijo Abu Nasr al-Fatah al-Mamun, y obligó a encaramarle nombres religiosos, como se acostumbraba, por lo que le puso en su bautizo Zayda Rafaela del Socorro, nombres adicionales que mi madre aborrecía, como detestaba al cura que le puso esos nombres secundarios. Hoy dichosamente también el Registo Civil se ha modernizado y ya no acepta la inscripción de nombres de ese tamaño, obligado a prácticamente a dos nombres lo más.
Así que, entre hoy y mañana, todavía se pueden hacer regalos!
Electoralmente no sabemos que regalos nos van a dar los partidos políticos, y sus Santa Clauses y Reyes Magos, que compiten por la presidencia de la República y la elección de diputados en el campo político. La Campaña publicitaria que algunos tienen en vallas no dice nada, no manda señales positivas. Pareciera que no tienen nada que regalar a los costarricenses, ni siquiera promesas, sueños y esperanzas de una Costa Rica mejor…