¿Yo, supersticioso? No, pero nunca se sabe…

Crónicas interculturales

Por Remy Leroux Monet

Remy Leroux

Según mi opinión —[es sólo una opinión puesto que a la fecha no he encontrado ninguna investigación sobre el tema—[ una mitad del planeta cree que existen números que traen suerte y la otra considera que es todo lo contrario. Hablo del ciudadano común y corriente, no de los espiritistas, cabalistas, clarividentes ni astrólogos.

En Costa Rica, después de un sondeo nada científico, concluyo que estamos en esta misma situación.

Igual en Francia.

Pero he notado que algunos de los que dicen rechazar ese concepto, al mismo tiempo, no dejan de tocar madera pregonando: “No soy supersticioso pero nunca se sabe…”. Confieso que yo también.

En este contexto mucho me llama la atención las percepciones tan variadas del número 13.

Hay aeropuertos donde no existe la puerta de embarque No. 13. A petición de mis buenos amigos los detectives Hércules Poirot, Sherlock Holmes y Joseph Rouletabille, les puedo enseñar una foto de la terminal del aeropuerto de la Ciudad de México que así lo demuestra. La pondremos en el expediente de la investigación.

Pero, al contrario, por decirlo de alguna manera, las camisetas de jugadores de fútbol en Costa Rica sí se engalanan con el número 13. Incluyendo Keylor Navas.

En las instituciones públicas (por lo menos las públicas), como en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), no están canceladas las ventanillas No. 13.

Bastantes hoteles en el mundo sí anulan el piso 13. Estuvimos en enero 2019 alojados en el Hotel Zen Best Western Plus en la Ciudad de Panamá. Ahí se brinca del piso 12, último nivel del edificio con habitaciones, al piso 14 donde se encuentran el bar, la piscina y el gimnasio.

Cuando el día 13 del mes cae un viernes, las ventas de lotería y otros juegos de azar aumentan en Francia. Pero al mismo tiempo muchos vuelos no llegan a llenarse y, eso, en el mundo entero. A mucha gente no se le ocurre volar un viernes 13. Por eso siempre encontrará un campo de último momento en cualquier avión ese día. Fue lo que me pasó a mí en 1993 cuando me monté en el avión de París a San José para llegar a vivir aquí. Hasta pude acostarme completamente ocupando cuatro asientos: era el 13 de enero…

Me contaron que en Costa Rica, en algunas familias, llaman ese número “la docena del diablo”…

¿Y de dónde vendría este miedo al viernes 13? Según ciertos historiadores, remontaría al viernes 13 de octubre de 1307 cuando el rey de Francia Felipe IV y el papa Clemente V ordenaron las redadas para detener y luego exterminar a todos los de la “secta” de los Templarios.

Me quedaría estudiar para la próxima vez las eventuales oscuras relaciones entre el viernes 13 y el domingo 7 y también lo que puede pasarle a uno el segundo día de la semana puesto que: “el martes ni te cases ni te embarques”…

Menos respetada, parece, a nivel mundial es la “prohibición absoluta” que se da en el país galo de sentar trece comensales en una misma mesa o de llegar a un aforo de 13 personas para una reunión de cualquier índole. Son tan negros los malos augurios de esta contabilidad que hasta se piensa que puede conllevar la muerte súbita o por lo menos dentro de pocas horas o días de unos de los invitados. Mi cuñada nunca se perdonó el haber reunido a trece personas para un agasajo de familia cuando relacionó para toda su vida la muerte de mi abuela con esta digamos negligencia.

Lo que se suele hacer cuando se presenta este tipo de circunstancia es mandar a alguien a comer en la cocina o más simpático invitar a una catorceava persona a la reunión. Es el tema de una muy graciosa película del año 2017 realizada por la francesa Amanda Sthers titulada “Madame” cuando la empleada doméstica, emigrante española en Francia, es “invitada” a ser la ansiada No. 14. Los patronos le piden discreción y reserva pero las burbujas del champán le impidieron cumplir. De ahí nace una cadena de situaciones bien cómicas.

Así que les recomiendo cuando viajen a Francia cuidarse mucho de no ser la treceava invitada a un banquete. ¡Ah! Ver París y morir…

Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.

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