Por Christof Bock (dpa)
Berlín, 21 ago (dpa) – El televisor, durante largo tiempo una ventana al mundo donde muchas personas contemplaron desde la llegada del hombre a la Luna hasta la caída del Muro de Berlín, celebra hoy sus 90 años.
El inventor alemán Manfred von Ardenne presentó el primer aparato receptor de televisión completamente electrónico el 21 de agosto de 1931 en una exposición sobre novedades tecnológicas en Berlín. Se trataba de un equipo en una carcasa de madera, cuya calidad de imagen eclipsaba todo lo conocido hasta entonces.
Con esta presentación quedó claro que «el aparato de televisión completamente electrónico era dueño del futuro», explica en entrevista con dpa Tina Kubot, experta de semiconductores y encargada de historia de los medios en el Museo de la Comunicación en Fráncfort.
Previamente hubo precursores de este aparato de televisión. «En la década de 1920 aparecieron los primeros televisores comerciales que leían las imágenes mediante un disco giratorio con agujeros en forma de espiral o un tornillo espejado», señala Kubot. Pero su resolución era demasiado tosca, el contraste demasiado débil, la pantalla demasiado pequeña y la frecuencia de repetición de imágenes demasiado lenta.
Con el aparato presentado en 1931 -uno de los 600 inventos del físico Von Ardenne (1907-1997)- comenzó una era de la tecnología que, fuertemente modificada, prevaleció hasta los años 2000.
Según comenta Kubot, ya contaba con muchos elementos del posterior televisor de tubos, aunque tampoco era precisamente una ganga. Considerado al valor de compra de hoy, costaría unos 3.500 euros (unos 4.094 dólares).
Solamente pocas personas tienen conciencia de que Alemania se convirtió en 1935 en el primer país del mundo con un servicio regular de televisión.
La investigadora detalla que la emisora en Witzleben, en el actual distrito berlinés de Charlottenburg, transmitía durante una hora y media por las noches tres días a la semana.
Para ese entonces, el panorama político de Alemania había cambiado. Los nazis estaban en el poder, y para ellos la técnica era ante todo un proyecto de prestigio.
Para poder adelantarse a proyectos de televisión en Tokio y Londres, los técnicos alemanes comenzaron apresuradamente las transmisiones, a sabiendas de que tendrían dificultades en la emisión.
«La televisión servía sobre todo para demostrar la superioridad del Reich», apunta Kubot. Además, los propagandistas del régimen pensaban que podían camuflar estéticamente sus mensajes.
«Solamente una cuarta parte del tiempo de transmisión estaba dedicado directamente a la propaganda política. Los programas de entretenimiento eran una característica de la televisión en la época nazi. El ministro de Propaganda (Joseph) Goebbels tenía claro que un atractivo ‘envoltorio’ de los contenidos es la llave para el éxito», dice la investigadora.
La combinación de programas en vivo desde el estudio y clips de películas todavía no podía ser seguida por la mayoría de los espectadores desde sus casas, sino en determinados locales que contaban con un aparato de televisión.
Además, el programa emitido en blanco y negro únicamente podía ser visto en Berlín y sus alrededores. «Ya en 1935 existía un plan para una red de emisión por toda Alemania», comenta Kubot.
Pero la Segunda Guerra Mundial alteró estos planes. Al concluir el conflicto bélico, en todo el mundo solamente había programación televisiva en Estados Unidos.
El reinicio de las transmisiones en la Alemania de postguerra tuvo lugar en 1952. En Alemania Occidental, con el lanzamiento de la televisión del Nordwestdeutscher Rundfunk (NWDR), y en la extinta República Democrática Alemana, con las emisiones del Deutscher Fernsehfunk.
Desde entonces, hubo infinidad de momentos televisivos que acompañarían a los alemanes en sus vidas, entre ellos la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra en 1953, el «Milagro de Berna» en el Mundial de Fútbol de 1954, cuando Alemania Occidental fue campeona por primera vez, la llegada a la Luna en 1969, la caída del Muro en 1989 y tantos, tantos instantes más.
Entretanto, las pantallas planas de LCD llevan 20 años marcando el ritmo de la transformación digital. Sin embargo, cuando se le pregunta por la televisión en 2030, el investigador futurólogo Tristan Horx considera que el aparato en sí tiene «fecha de vencimiento».
«La pantalla es lo verdaderamente interesante. Basta con imaginar que uno podría registrarse con un ID propio en cualquier pantalla en cualquier lugar y tener acceso inmediatamente a los servicios de streaming, canales de televisión y otras ofertas».
Por lo tanto, Horx concluye: «La pantalla como interfase permanecerá, tanto el cable como el satélite serán cada vez menos interesantes en la era de Internet».