Monólogos con Pelé
Lina Barrantes Castegnaro
Días atrás, el presidente francés, a propósito del bicentenario del nacimiento de Napoleón, hablaba del anacronismo histórico. En Francia han sido varias semanas de debate sobre si se debía o no rendir homenaje a Napoleón. El homenaje consistía en la presencia en las actividades conmemorativas del bicentenario, del presidente de la república (como si eso fuera “el homenaje”, y no, por ejemplo, el hecho de que desde el día de su muerte, se ha escrito sobre él, un libro al día). Napoleón no es una figura que se puede borrar de la historia.El presidente francés, planteó en el acto, que las criticas a Napoleón (si era misógino, si era esclavista, entre otras) eran un anacronismo histórico, es decir, juzgar y evaluar a alguien del pasado de acuerdo con la grilla moral de la actualidad.
Eso me hizo pensar en el fenómeno que los gringos llaman “Cancel culture” que es hacer desaparecer algo o alguien del pasado, que se considera inadmisible a la luz de la moral actual. Pienso por ejemplo en la cancelación del dibujo animado Pepe le Pew por incitar a la cultura de violación, o en la presión para cancelar el Chavo del 8 por que la Bruja del 71 acosa a don Ramón, o a Speedy González por fomentar el racismo. El debate, de la misma trascendencia que los anteriores, sobre el beso a Blanca Nieves cuando estaba dormida, y que entonces significó un acto de violencia al no ser consensuado.
Un descendiente de Agatha Christie, heredero de sus derechos de la autora, recientemente en Francia le cambió el nombre a su novela “Dix petits negres” por “Ils étaient dix” (argumentando que el nombre “10 negritos” de la novela más vendida de la autora, con 10 millones de ejemplares tenía un título inapropiado) lo cual obligó a cambiar lo que la autora había escrito, revisando y corrigiendo todo el contenido.
Esta corriente sobre lo políticamente correcto el día de hoy, me trae a Costa Rica con el caso de la novela Cocorí, debate en el que se destrozó la figura de Joaquín Gutiérrez Mangel debido a que su popularísima novela era racista y no podía ni debía ser leída por los niños en las escuelas, por que incitaba al racismo. Me lleva a pensar también, en expresiones que ya no debemos usar por que son sexistas o racistas, o homofóbicas. Me lleva a pensar como poco a poco, venimos destrozando el idioma cuando ya no hay un cuerpo sino una cuerpa, cuando ya no hablamos de ellas sino de elles, no decimos chiquitos sino chiquites, ante lo cual, la Real Academia ha pegado recientemente el grito al cielo, con justificada razón. Estamos matando nuestro idioma.
Hace unos años, a finales de 2019, cuando no sabíamos que dejaríamos de disfrutar de música y conciertos en vivo, el Metropolitan Opera House de Nueva York, montaba la Opera Macbeth. Cuenta la tradición que ese montaje siempre trae calamidades. Dice también que se trata de una maldición. Dice que la maldición es tan fuerte, por eso la llaman la “maldición irlandesa”, la sola mención de Macbeth en un escenario trae calamidades.
Mas de 50 años atrás, un joven talentoso, había debutado en ese Teatro, teniendo 27 años. Durante 21 de esos 50 años había abierto la temporada de opera siendo su estrella, su nombre Placido Domingo, y también abriría esta temporada haciendo el papel de Macbeth, cuando denuncias por mal comportamiento sexual empezaron a cubrir la prensa.
Una notita en el programa de mano, que no tuvieron tiempo de re-imprimir, daba cuenta de que Placido Domingo sería sustituido. Su co-estrella, Ana Netrebko, en el papel de Lady Macbeth, no fue advertida del cambio. El sustituto de Domingo, fue cambiado también al día siguiente. Tampoco se le comunicó al elenco, ni al público. La segunda representación empezó media hora tarde. Netrebko escribió en sus redes sociales: “Parece que la maldición de Macbeth ha caído sobre todos nosotros… Hoy hemos tenido otro Macbeth, y ya he perdido la noción de quién está realmente cantando en el escenario…” Placido Domingo, seguramente nunca volverá al escenario en el cual cantó mas de 700 veces. Unos meses después, fue recibido en el auditorio de Salsburgo, Viena, con una “standing ovation”. El Maestro, al producirse las denuncias en su contra, explicó que nunca fue su intención acosar a nadie, ni faltarle el respeto a nadie. Cuenta gente que trabajó con el Maestro Domingo, como era perseguido por mujeres. Cuentan que su equipo revisaba el camerino y los baños antes de que el Maestro entrara para estar seguros que no había una cantante de la 7ma fila del coro, que buscaba como pasar a la primera, utilizando otros talentos mas allá de su voz. No voy a debatir sobre si lo que hizo Placido Domingo estaba bien o mal. Solo quiero hacer notar, cuantas veces no condenamos a alguien, cancel culture, juzgando sus actos a la luz de la ética de hoy.
Volviendo al inicio, aunque no todos sus actos nos resulten hoy deseables o aplaudibles, Napoleón seguirá siendo el impulsor del Código Civil que seguimos usando en este lado del mundo, y Pepe le Pew seguirá siendo aquel zorrillo divertido de las fabulas de mi infancia, y el Chavo del 8 con todo y don Ramon y la Bruja del 71, seguirá siendo la serie que hacía reír a mis sobrinos grandes. Por supuesto que el maestro Domingo, seguirá siendo el Maestro Domingo.
Pele fue mi perro durante 10 años. Hace casi 10 años, un tumor en el cerebro me hizo tomar la decisión que me gustaría que alguien pudiera tomar por mi: una inyección que lo hiciera descansar y nos hiciera dejar de sufrir a el, y a nosotros, su familia humana. Durante esos 10 años, oyó atentamente mis comentarios sobre la vida y sobre el mundo. En honor a ese monólogo prolongado llamo con su nombre mi columna.
Coincido en todo. Luis Fernando