Ocean Castillo Loría
I
Es interesante, como cada cierto tiempo, hay que volver sobre ciertos temas: ya sea porque, algún evento los pone de nuevo en la palestra o porque, se observan ciertas dinámicas en estructuras sociales, que llaman a regresar sobre tópicos, ya tratados.
Recordamos, que una de las primeras veces que escribimos sobre este tema, fue en razón de la participación, del entonces candidato a diputado, Gerardo Vargas, por la provincia de Limón, esto por el Partido Frente Amplio.
El asunto en aquel momento era, que Vargas, había sido sacerdote católico. Esto generó que en ciertos espacios de intercambio del Partido Liberación Nacional (PLN), se diera cierto grado de debate sobre el tema, que volveremos a tratar en este texto.
Como en aquel ayer, en este instante, utilizaremos el instrumental propio de la Teología Católica y tangencialmente de las Ciencias Políticas (Ambas áreas del conocimiento en que está formado el autor), para abordar el tema.
En el caso de los que están dedicados al ámbito pastoral, tanto en el catolicismo como en el protestantismo, para la participación en política partidista, hay diferencias: los sacerdotes católicos, deben dejar de serlo y los pastores protestantes no. Pese a ello, de cara a la campaña electoral que ya estamos viviendo, la Alianza Evangélica de Costa Rica, les ha solicitado a sus iglesias afiliadas, que, sus pastores, no se postulen a puestos de elección popular.
En el caso del catolicismo, se pide a los sacerdotes dejar de serlo, para evitar la influencia del sacerdote y su rol en la política partidista…
Este tema de la política partidista, comienza a delimitar una esfera importante: desde una perspectiva eminentemente teológica (Sobre todo, en la reflexión teológica Latinoamericana): hay dos clases de política: la política partidista y la política social. Esta segunda, comprende todo lo relacionado con el bien común. Es la participación de la gente, en la vida social.
La política partidista implica la lucha por el poder político de cara a conquistar el aparato institucional del Estado. Para esto, existen los partidos políticos. Ya lo dice la Constitución “Gozos y Esperanzas” (Numeral 75) del Concilio Vaticano II: “Es perfectamente conforme a la naturaleza humana, que se constituyan estructuras político – jurídicas que ofrezcan a todos los ciudadanos… posibilidades efectivas de tomar parte, libre y activamente en la fijación de los fundamentos jurídicos de la comunidad política, en el gobierno de la cosa pública… y en la elección de los gobernantes”.
Así las cosas, si un sacerdote actúa en su rol de guía religioso dentro de la política partidista, estará entrando en un ámbito conflictivo, que es tal, dada la lucha por el poder político. Adicionalmente, es indudable que cualquier guía religioso, en este caso un sacerdote, podría utilizar su posición para sacar ventaja en dicha lucha. Es en este marco que se ubica el tercer párrafo del artículo 28 Constitucional: «No se podrá, sin embargo, hacer en forma alguna propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de creencias religiosas.»
En el caso del protestantismo, esta visión se ha tornado difusa: porque allí, un guía religioso (Dígase un pastor), sí podría utilizar su posición para sacar ventaja en la lucha por el poder. De hecho, ya en el campo (Más que en la teoría), se ha observado como los mal llamados partidos evangélicos, ejecutan esa estrategia. Para nosotros, es indudable que, de esta tesis, deriva la posición de la Alianza Evangélica Nacional, que ya hemos mencionado.
Inclusive, cuando se tocan este tipo de temas, la ciudadanía tiende a tomar su “conocimiento general”, en materia bíblica y citar textos de la Escritura: Tal es el caso de las famosas palabras de Jesús: “… dad al César lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios” (El relato completo en: Mateo 22: 15 – 22. Marcos 12: 13 – 17. Lucas 20: 20 – 26)
Tradicionalmente, el cristiano promedio ha interpretado estas palabras como una prohibición para que los cristianos participen en política, sobre todo la partidista. Veamos si este argumento es cierto: el razonamiento tradicional es: la esfera del César, es la eminentemente política y a Dios corresponde la religiosa (oración, cultos o Eucaristías etc.)
Tal forma de pensar no toma en cuenta el contexto histórico en el que se desarrolla el pasaje: Israel era oprimido por el Imperio Romano en tiempos de Jesucristo. Durante este periodo, se destacan dos emperadores: César Augusto y Tiberio César, hijo del primero.
Tiberio César hizo de su padre un dios, tendencia que se estaba profundizando en tiempos de Jesús. La divinización de César Augusto encontró una fortísima oposición en Israel dada su fe (Éxodo 20: 3) Sin embargo, los líderes de Israel en tiempos de Jesús, aceptaban en la cotidianidad la idea, esto, para congraciarse con los romanos.
Teniendo esto claro, resulta que lo que Jesús dice es lo siguiente: “César no es Dios, por lo tanto, su autoridad no puede basarse en postulados religiosos”. De esta interpretación se deducen varias cosas:
Primero: el texto en cuestión, no presenta ningún obstáculo para la participación de los cristianos en política, tanto la definida como social, como aquella definida como partidista.
Segundo: las y los cristianos, deben cuidarse de dar las características de Dios a seres humanos (“Tal o cual candidato es mesiánico”); conceptos (“El libre mercado nos salvará del subdesarrollo); u objetos (“Todo lo que tengo se lo debo al dinero”)
Tercero: Al igual que fue incorrecta la unión entre el imperialismo romano y la dirigencia de Israel en tiempos de Jesús, y que justificaba las injusticias, del mismo modo, es inaceptable la fusión del poder político y las dirigencias religiosas, para fomentar la violencia y la pobreza como tantas veces ha sucedido en la historia.
Como puede verse, la cuestión es más compleja que citar textos o decir (Como nos sucedió recientemente con un supuesto simpatizante o militante del PLN): “yo he leído 4 versiones de la Biblia y he pasado por varias experiencias espirituales”, para creer que se tienen las tesis correctas.
Súmese a lo antes dicho, que el Dios de Jesús es un Dios que se interesa en la política social: desde los tiempos del Éxodo, Dios escucha a los oprimidos y se presenta como el Dios liberador del pueblo esclavizado (Éxodo 3: 7 – 8)
En el tiempo de los profetas, ellos anuncian a Dios como el Dios de la justicia, con énfasis para los débiles y los indefensos. Los profetas denuncian la religión que adormece al pueblo y lo hace desentenderse de su realidad social. Se denuncia aquella religión que no tiene nada que ver con la vida, el derecho, la justicia, y el perdón (Amós 5: 21 – 27. Isaías 1: 10 – 17. Oseas 6. Jeremías 7. Zacarías 7. Entre muchos otros textos)
Ya con Jesús, éste habla a las gentes de una forma de gobierno de Dios: el Reino de Dios (Marcos 1: 14 – 15) La gran pregunta es: ¿Qué significaba para Jesús el Reino de Dios?: en términos muy sucintos significa lo siguiente:
• Liberación desde los pobres (Lucas 6: 20)
• El cambio de valores en el ser humano para encontrar el sentido de la vida (Lucas 7: 36 – 50)
• Se llama a una transformación profunda del ser humano (Conversión), que lo hace entregarse a los demás construyendo la justicia por medio de la solidaridad (Lucas 10: 25 – 37)
• El Reino de Dios es una dinámica de relaciones sociales. El Reino de Dios es una idea con una esfera política (El centro del modo de convivencia es el servir: Marcos 10: 41 – 45).
• Una economía que no acumula riquezas. La economía que propone Jesús, es el compartir (Marcos 6: 35 – 44)
Para mayor evidencia del interés de Jesús en lo que hemos definido como política social, basta observar su práctica, siempre defendiendo a los débiles frente a los poderosos (Lucas 13: 10 – 17) y liberando al pueblo de males concretos como la enfermedad, el hambre y la muerte (Lucas 7: 21 – 23)
Esta práctica de Jesús es política, en el tanto, tiene impacto público. Tan impacto público tiene, que los procesos a los que es sometido Jesús para matarlo, tienen dos dimensiones: la religiosa (Ante el Sanedrín) y la política (Ante Pilatos). Sobre este segundo proceso se observa como la acusación sobre Jesús, es el denominarse Mesías y el expresar la subversión por toda Galilea (Lucas 23: 25) En síntesis: el mensaje del reino de Dios predicado por Jesús, mostraba la contradicción en el accionar que dominaba (¿Domina?) en la religión y la política.
Vale la pena detenernos aquí para extraer algunas conclusiones parciales:
A. Desde la perspectiva teológica hay una división entre política social y política partidista.
B. La interpretación del texto de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No implica ninguna prohibición de la participación de las y los cristianos en la política, sea esta social o partidista.
C. El Dios de Jesús, es uno que se preocupa por la política social. esto queda definido, no solo por el Pentateuco y los Profetas, sino, por el mensaje y praxis de Jesús de Nazaret.
Hasta aquí nuestro paciente lector o lectora podría pensar: resulta que el creyente puede participar en política, pero el énfasis de la práctica de Jesús es sobre la política social, de donde cabe preguntarse: ¿Con qué criterios puede participar el o la creyente en política partidista?
Los valores que deben buscarse para ingresar en la política partidista son los siguientes:
• La verdad: coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Se debe valorar la relación entre gobernantes y gobernados, la transparencia en el manejo de la administración pública, rechazo a aquello de: “El fin justifica los medios”.
• El Bien Común: como el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de la persona. Implica el respeto a las personas, el bienestar social y el desarrollo de la sociedad, así como, la paz fruto de la justicia.
• La justicia social: donde el trabajo de la colectividad produce la satisfacción de las necesidades sociales.
• Solidaridad: el hacerse uno con el otro (El prójimo), es decir, ofrecer y concretar el apoyo constante de quien lo necesite.
Ahora bien, dicho esto, se entra en otro escenario: cabe la reflexión que podría surgir en el siguiente sentido: Todo este tema parece más cercano a una visión ideológica demócrata cristiana, por lo que no compete a una reflexión dentro de una agrupación socialdemócrata.
Volvemos al simpatizante o militante del PLN, quien nos decía: “Nosotros somos socialdemócratas, no socialcristianos” (Lo parafraseamos así para resumir, pero la confusión ideológica es de tal talante, que llegó a expresar que, dado que el partido es un organismo vivo, puede plantear lo que le da la gana y ese planteamiento, sea cual sea, termina resultando socialdemócrata. Relativismo puro o confusión fruto de: “leer 4 versiones de la Biblia” o “pasar por varias experiencias espirituales”, vaya usted a saber)
Basta observar nuestra Primera Carta Fundamental, para tranquilizar nuestra conciencia al respecto. En ella se reflejan muchos, sino todos los valores descritos, y ya volveremos sobre el tema, cuando entremos en el tópico de los principios cristianos en el PLN.
Mas hablando en otro orden de cosas, cuando se abordan estos temas, se llega a exponer, bajo cuál modelo teológico, se puede participar en política, aquí la teología Latinoamericana, de corte liberador, juega un papel clave.
De manera muy resumida y a modo de información, podemos decir que, en la base de la teología de la liberación, hay una convicción, teológicamente hablando, una mística: el encuentro con Jesús a través del pobre, entendiendo al pobre como toda clase de marginado y explotado de la sociedad.
Conforme al Concilio Vaticano II, la participación de los cristianos en política, trataría de llevar la buena noticia de Jesús a los pobres y liberar a los cautivos. Esto conduce al igual que con Jesús, a una práctica del proyecto de él (El Reino de Dios) que le lleva a denunciar los sistemas sociales injustos y opresores, optando verdaderamente por los pobres y oprimidos.
Si bien es cierto, para muchos teólogos de la liberación, hay una unión entre la opción por los pobres y opción por el socialismo, en justicia debe decirse que, siempre se tuvo claro que la vinculación entre vivencia de la fe y opción por el socialismo, era de carácter instrumental e histórico, nunca esencial.
En este punto se debe ser claro, casi que hay que retroceder a lo que son o eran, los programas de Cívica o Estudios Sociales, en lo que refiere a las ideologías políticas: no hay “socialismo”, hay “socialismos”, a saber:
– El socialismo utópico (Del que derivan estructuras propias de la Economía Social, como las cooperativas)
– El socialismo científico o Marxismo (Que en mucho ha encontrado digamos, reciclaje, en el mal llamado: “socialismo del siglo XXI”)
– El reformismo o socialdemocracia, donde se supone se inscribe el PLN.
– El socialcristianismo, donde se supone, se inscribe el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) o el Partido Republicano Socialcristiano (PRSC)
Esto nos lleva al escenario de: ¿Desde dónde abordar el pensamiento cristiano en la política?: la respuesta para ello, es la Doctrina Social de la Iglesia o una visión más histórico – crítica y liberadora, sin embargo, desde nuestro punto de vista, estos abordajes no son del todo excluyentes.
El Papa Juan Pablo II, luego de una etapa de persecución y acosamiento a esta teología (La Latinoamericana de la Liberación), abrió una nueva etapa de diálogo, al expresar en una carta a los obispos de Brasil, que dicha teología es oportuna, útil y necesaria.
Ahora bien, antes de entrar en el tema del pensamiento cristiano en el PLN, delineemos la relación entre política y fe cristiana, tal y como magistralmente quedó establecida en la tercera carta pastoral del Obispo Salvadoreño, Mons. Oscar Arnulfo Romero G (1917 – 1980): “Iglesia y organizaciones políticas populares”:
• La fe no debe desentenderse de la política, pero no se puede relacionar absolutamente la fe con una opción política.
• Las organizaciones de índole política (Grupos de interés, grupos de presión, partidos políticos) pueden recordar a la iglesia los derechos cívicos. Pero los símbolos eclesiales (Eucaristía, procesiones etc.) no pueden usarse para propaganda política.
• No necesariamente ser cristiano es una condición para luchar por la justicia en una organización popular. Lo importante es respetar el valor humano y social de la persona. El cristiano debe confesar su fe y debe usar los métodos que estén conforme a ella. Las realidades socio – políticas pueden cambiar, mas para el cristiano, lo absoluto es la fe en Dios y la exigencia de realizar la justicia según el Reino de Dios. La principal lealtad del cristiano se debe a Dios y a los pobres a los que se vincula Jesucristo.
• Debe realizarse paralelamente la práctica de la fe y la práctica socio – política de la lucha por la justicia. Así se cumplen las obras (La justicia del Reino de Dios) fruto de la fe. ésta no puede ser manipulada para alcanzar fines políticos, por más justos que fueren.
• No se puede obligar a las y los cristianos a participar en un partido u organización política concreta. Se necesita criticidad para distinguir entre las diversas opciones políticas. Debe tenerse en cuenta que no todo cristiano tiene vocación política.
• Los sacerdotes y los laicos pueden realizar su llamamiento a la conversión, con mayor eficacia y autenticidad partiendo de los pobres como lo hizo Jesús (Lucas 4: 18) Cualquier labor pastoral que pidan las personas o las organizaciones populares, debe tener el objetivo de animar la fe y la justicia que ésta exige. El sacerdote debe proclamar el mensaje bíblico cristiano: el amor de Dios Padre a los hombres y el seguimiento de Jesús con el objeto de implantar el Reino de Dios entre la humanidad. Si a un sacerdote se le pide un trabajo más allá de este, deberá discernir con el Obispo su conveniencia. Los laicos comprometidos deben ser muy cuidadosos a la hora de adherir a una organización popular. Si la militancia les quita credibilidad y eficacia en su misión, deberá optar por su labor en la iglesia o la organización popular, luego de discernir ante Dios.
II
Con todo lo antes dicho, se nos permite plantear un verdadero rescate de una veta de pensamiento que nunca o casi nunca, se toca dentro del PLN: sus principios cristianos. Durante el gobierno de Don Daniel Oduber se llevó a cabo el simposio: “La Costa Rica del año 2000”, en ese evento el expresidente José Figueres Ferrer expresó: “…en lo económico, si hablamos de una Costa Rica ideal, preferiría un sistema económico socialista. Y en lo ético, que es lo principal, preferiría una sociedad cristiana. Y por cristiana quiero decir una sociedad basada en el amor al prójimo. Opuesta radicalmente a la realidad tradicional de la mutua destrucción”.
Ahora bien, entre los objetivos y principios fundamentales de la socialdemocracia, se encuentran la justicia, como igualdad de derechos y oportunidades en los diversos ámbitos de la vida humana. Con ello se pretende la distribución equitativa de la riqueza, de modo tal que, todos los miembros de la colectividad, tengan una forma de vida digna para satisfacer sus necesidades básicas. De la misma manera, esa distribución equitativa de la riqueza, no permite una acumulación que nos impide una vivencia cristiana tal y como lo enuncia el evangelio (Lucas 12: 13 – 21)
En la misma línea, se coloca el principio de solidaridad que es ayuda recíproca, por iniciativa propia y consciente, tanto en la esfera personal como en el sistema político nacional e internacional. Ya en los salmos de los escritos judío – cristianos, se observa que el buen gobernante es aquel, que escucha y atiende a los más necesitados (Salmo 72), para que tengan una vida digna.
En este marco, se considera como una fuente inspiradora de lo que será más adelante el PLN, al Partido Reformista, del General Jorge Volio. Esta agrupación, asumiendo un poco de la presencia activa del catolicismo en la cuestión social en Europa, hizo énfasis en que el cristianismo posee un componente social que se centra en que el amor a Dios, pasa por el amor al prójimo. El Partido reformista aspiraba a ser permanente e ideológico, cosa que solo se lograría más adelante con el Partido Comunista y claro, con el PLN.
Ya durante la década de los cuarenta del siglo pasado, Monseñor Sanabria, inspirado en la Encíclica Rerum Novarum, ayudará a fundar la central sindical que llevará ese nombre. El accionar de esta estructura fue marcado por la presencia del Padre Benjamín Núñez y Luis Alberto Monge, quienes fundarían años más tarde al PLN, que será nutrido de principios de solidaridad y defensa de los más necesitados.
Así las cosas: los principios cristianos son parte fundamental de la sociedad costarricense. Por cierto, que serán esos principios cristianos los que llevarán al PLN a ubicarse entre otras razones, frente al comunismo.
Una vez fundado el Partido Liberación Nacional, sus principios ideológicos recogían conceptos que basaban el progreso social en la filosofía cristiana y democrática. Basta ver el preámbulo de la primera carta fundamental: “…A todas aquellas aspiraciones, enmarcadas dentro de las exigencias e ideas que sobre la dignidad humana ha venido aceptando la civilización Cristiana, les queremos dar expresión en los siguientes principios que constituirán la Carta Fundamental del Movimiento de Liberación Nacional”. Como lo diría Daniel Oduber, en ese documento se encuentra la más pura doctrina social de la iglesia católica.
Concluye Oduber, que en el PLN haya amplia identificación con los conceptos propios de las Encíclicas “Mater et Magistra” y “Pacem in Terris”. Inclusive, el mismo Oduber reconocerá en su momento, la influencia del reconocido documento de Medellín en las ideas programáticas del partido.
Es en este marco, que líderes como Luis Alberto Monge, hablaban en el cuadro de la socialdemocracia, de un Estado, capaz de concretar el principio cristiano de justicia social, que conlleva a un proceso de solidaridad nacional.
III
Entonces, se puede decir que la incidencia del pensamiento cristiano en la palestra de la socialdemocracia, no es solo válida, sino, que permite ver escenarios de avance para Costa Rica, escenarios de desarrollo, que tengan como centro al ser humano (No al Estado, no al dios – mercado). De cara a una eficaz y eficiente producción de la riqueza y su justa distribución.
Así, debe darse una sinergia entre el pensamiento cristiano y el PLN como actor político, de modo que, se puedan alcanzar metas concretas que contemplen el bien común, volcado al bienestar del mayor número. Esto, sin tener un partido político confesional, pero tampoco entregado a una visión pseudo – progre, arrodillado al marxismo cultural.
En este marco, nuestro partido, no puede ser aliado de una visión laicista de la sociedad, en la que (Falso de falsedad absoluta), el pensamiento y la acción religiosa, “es propia de lo privado”. Esto, muy por el contrario, de la socialdemocracia, de la Doctrina Social de la Iglesia, de la Teología Latinoamericana.
Se trata pues, de respetar la pluralidad religiosa y extraer de su pensamiento, por medio de una mediación socio analítica (Diríamos nosotros, con criterio histórico – crítico), los mejores postulados para ir hacia el bienestar del mayor número.
Con esto claro: el PLN puede diferenciarse de los mal llamados partidos evangélicos, que, en muchas ocasiones, usan un lenguaje teocrático del pasado, pero también, del pseudo progresismo del PAC – FA o del PLP (Partido Liberal Progresista); que buscan silenciar los gritos de justicia y solidaridad propios, del pensamiento cristiano.
En este punto, el PLN podría guiar al pueblo costarricense, conforme a los más altos valores del bien común y el bienestar del mayor número, siendo el principal bastión la esperanza, esperanza que se puede concretar en solidaridad, respeto, tolerancia, igualdad, libre albedrío y una convivencia en paz (Contrario a lo que nos ha llevado el PAC, con desesperanza, individualismo económico, irrespeto a diversos sectores sociales, intolerancia a muchos de ellos, incluido el pueblo creyente en Jesucristo, así como un aumento de la desigualdad, y coacción descarada a la libertad individual)
Así, ni la política debe ser divinizada, ni la religión “partidizada”, como ya lo hemos dejado claro en este texto, pero para lograrlo, se debe volver a los valores más altos del liberalismo político, corrigiendo las distorsiones del liberalismo económico.
La política no puede subordinar la religión (Pseudo – progresismo), ni la religión a la política (Pseudo – cristianismo de los mal llamados partidos evangélicos), pero un partido como Liberación Nacional, puede por medio de una mediación histórico – crítica, extraer lo mejor del pensamiento cristiano, para bien del país.
En resumen, el liderazgo en democracia, usa el diálogo y no la imposición como instrumento entre los ámbitos político y religioso. Así, las Iglesias son actores sociales y por ello, no se puede aceptar el falso argumento, de que, la religión, es cuestión del ámbito privado. Si así fuera, no habría comunidades de fe.
Por otro lado, viendo la situación actual del PLN es claro que:
a) Con Carlos Ricardo Benavides, no parece que se ofrezca al electorado, una búsqueda del bien común, que pueda volcarse en el bienestar del mayor número, esto por cuanto, siendo partidario de un modelo economicista, no buscaría la justicia social ni la solidaridad: la prueba se encuentra en su constate complicidad con el gobierno del PAC.
b) Roberto Thompson: ha mostrado pocas posiciones de fondo en su ejercicio legislativo y de esas pocas, parece adherir a un modelo monetarista, como Benavides.
c) Rolando Araya: refleja una especie de mezcla de espiritualidad – Nueva Era con política, más teórica que práctica: deja sin respuesta a la pregunta: ¿Cómo generar una mejor sociedad sin una transformación completa de la espiritualidad colectiva?
d) Alcides Pérez: no tenemos información sobre su persona y posiciones.
e) Guillermo Constenla: no tenemos información sobre sus posiciones.
f) José María Figueres: en su primera campaña electoral, existían dudas sobre su credo religioso, pero, además, ya desde el gobierno, fue claro que profundizó el modelo neoliberal, teniendo como evidencias de esta tesis: el Pacto Figueres – Calderón, que buscaba minimizar el Estado, el cierre del Banco Anglo, que golpeó el sistema bancario nacional (Fortalecido por su padre), y la garroteada a miembros del Magisterio Nacional el 7 de agosto de 1995, que buscaban la defensa del no rebajo de sus jubilaciones. Si una frase bíblica, le cabe al señor ex Presidente es: “por sus frutos los conoceréis”.
Ahora bien, pocos días antes de escribir este análisis – comentario, se retiró de la palestra electoral, el Dr. Fernando Zamora Castellanos, quien parecía tener un pensamiento cristiano claro, pero con visos de conservadurismo: esto, generaba sospechas de no plantear como un eje programático, la opción preferencial y radical por los pobres, y dado que, ha dado su adhesión a Figueres Olsen, lo vemos más inclinado, en lo económico a una lectura economicista y en lo social, abdicando de sus tesis, para abrazar las del pseudo – progresismo.
IV
Con este panorama claro, hablemos del Movimiento Esperanza Nacional y su líder: el precandidato Claudio Alpízar Otoya: este movimiento y este líder político, han decidido dar su lucha, desde la política partidista.
Súmese que Alpízar fundó un Movimiento, es decir, un grupo de personas, con verdaderos deseos de cambio, más que plantearse como un liderazgo solitario, capaz de negociar una cuota de poder (Ser comparado o venderse); además de ser incapaz de permitir un falso “endiosamiento” de su liderazgo, como puede pasar en otras tendencias, donde el esfuerzo de igualación “entre familiares que han ejercido el poder”, terminan borrando los defectos de un político que, al fin y al cabo, es “un simple ser humano y no un caudillo”.
Bajo este contexto, el Movimiento de Esperanza Nacional y Claudio Alpízar, plantean una plataforma programática pluriclasista, que busca liberar de la pobreza y la pobreza extrema, a muchísimos costarricenses.
En esta línea, Alpízar y su Movimiento, no se atienen a una conversión colectiva, para lograr la justicia social, ante la pregunta: ¿Qué hacer mientras se da una transformación colectiva por una verdadera espiritualidad?: la respuesta es el modelo socialdemócrata: la intervención del Estado en la economía, con pleno respeto del quehacer de la empresa privada.
Ligado a lo anterior, se presenta una propuesta económica, que más que promover la acumulación egoísta, lo que busca es una producción eficiente y una distribución solidaria, que teniendo como base el bien común, se vuelque en el bienestar del mayor número.
Asimismo, viendo los acontecimientos de la presente campaña electoral, quien ha sostenido la bandera de la verdad, ha sido Alpízar Otoya: mientras Álvarez criticó a Figueres Olsen en el pasado, y éste hizo lo mismo con Álvarez, resulta que ahora, se “enmascaran” en una unión por conveniencia, en la que las acusaciones “se las llevó el viento” (Claro está, no abordamos aquí el tema, de cómo es poco probable que Álvarez, le sume votos a Figueres Olsen); en esta misma línea, las críticas que en el pasado esbozara Zamora, también han quedado en la nada, al abrazarse con un político tradicional.
Por otro lado, observando la oferta programática de Alpízar (Pueden leerla en: https://www.claudioalpizar.com/), se contempla plenamente el bien común: el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de la persona. La Implicancia del respeto a las personas, el bienestar social y el desarrollo de la sociedad, así como, la paz fruto de la justicia; lo cual conduce a: la justicia social y la solidaridad.
No en balde, quienes componemos el Movimiento Esperanza Nacional, hemos trabajado para que su base ideológica, presente una síntesis del pensamiento político costarricense:
– Del liberalismo: respeto y defensa del liberalismo político y corrección de las distorsiones del liberalismo económico.
– Del socialcristianismo, la lucha por la justicia social y la defensa de los más pobres.
– De la socialdemocracia: la intervención del Estado en la economía, en pro del bienestar del mayor número.
– Del socialismo costarricense: la defensa de la soberanía nacional y los recursos del país.
Con estas tesis, se garantiza, el respeto al valor humano y social de la persona.
Además, las tesis de Alpízar y su Movimiento, permiten ver escenarios de avance para Costa Rica, escenarios de desarrollo, que tengan como centro al ser humano (No al Estado, no al dios – mercado). De cara a una eficaz y eficiente producción de la riqueza y su justa distribución.
Entonces, el precandidato y su Movimiento, brindan una sinergia entre el pensamiento cristiano y el PLN como actor político, de modo que, se puedan alcanzar metas concretas que contemplen el bien común, volcado al bienestar del mayor número. Esto, sin tener un partido político confesional, pero tampoco entregado a una visión pseudo – progre, arrodillado al marxismo cultural.
Con esto claro: el PLN, liderado por Claudio Alpízar, puede diferenciarse de los mal llamados partidos evangélicos, que, en muchas ocasiones, usan un lenguaje teocrático del pasado, pero también, del pseudo progresismo del PAC – FA o del PLP; que buscan silenciar los gritos de justicia y solidaridad propios, del pensamiento cristiano.
Por todo lo anterior, no es ocioso, que el precandidato lidere un Movimiento de Esperanza Nacional: esperanza que se puede concretar en solidaridad, respeto, tolerancia, igualdad, libre albedrío y una convivencia en paz.
Así, finalmente, podemos concluir que con dicho Movimiento y la precandidatura de Claudio Alpízar Otoya, se llama y garantiza la participación de los cristianos en política y, se salvaguarda la incidencia del pensamiento cristiano y el pensamiento costarricense, dentro del Partido Liberación Nacional.