Por Diego Cepeda
Uno de los primeros efectos que tuvo la crisis del COVID-19 fue el de evidenciar el rezago tecnológico de muchas organizaciones. Muchas compañías tuvieron serias dificultades para cerrar libros, evaluar escenarios financieros y proyectar flujos de caja. También tuvieron que esforzarse para mantener segura y productiva a la fuerza laboral, responder a las necesidades de los clientes y distintas actividades de continuidad del negocio que se vieron afectadas por la pandemia.Con gran sacrificio y en muchos casos con dolorosas medidas, las empresas han sorteado esta primera etapa y ya empiezan a contemplar los escenarios de recuperación post pandemia. Aquí es claro que la tecnología jugará un rol mucho más protagónico al que venía teniendo, sobre todo en la manera en que las personas nos relacionamos, consumimos y hacemos negocios.
Con esta perspectiva a la vista, muchas organizaciones han tomado acciones decisivas en el arranque y aceleración de proyectos de transformación aún durante la pandemia. Sin embargo, a otras les sigue costando mucho abrazar el cambio sobre todo en lo que a incorporación de nuevas tecnologías se refiere, muy pocas cambian el modo parálisis por análisis.
¿Por qué es tan difícil dar el paso?
De inicio hay que decirlo, las decisiones de transformación digital no son fáciles. Los proyectos transformacionales contemplan importantes inversiones de recursos de la organización y aunque las propias herramientas tecnológicas, sus metodologías de implementación y los ecosistemas de consultores han alcanzado importantes niveles de madurez, los proyectos de transformación digital -al igual que otros proyectos de inversión- no están exentos de riesgo.
Por otro lado, las nuevas tecnologías por definición implican cambios importantes en la organización y los empresarios muchas veces se preguntan si cuentan con el equipo humano para afrontar un proyecto de esta envergadura.
Tampoco podemos desconocer la coyuntura y el impacto de la crisis en la economía global y local, así como la incertidumbre acerca de los escenarios de salida del confinamiento.
¿Entonces, por qué transformarse ahora?
Un proyecto de transformación digital se aborda con una perspectiva de largo plazo por lo que mientras más pronto se inicie el camino, más rápidamente se percibirán los beneficios. Por otro lado, siempre existirán retos y dificultades en la empresa y su entorno por lo que no es aconsejable postergar las decisiones de cambio en espera de aguas más tranquilas y cielos más despejados.
¿Cómo vencer la inercia y empezar el cambio tecnológico?
Las personas que han levantado empresas y guían los destinos de las mismas son por definición intrépidos, visionarios y pioneros que han tomado riesgos para aprovechar oportunidades de negocio en donde nadie más las vio y que mantienen una mentalidad emprendedora e innovadora.
Pero cuando hablamos de tecnologías de la información (TIC), entramos en un terreno en el que pocos se sienten cómodos, sobre todo porque las TICs tradicionalmente han estado ausentes como tema de discusión estratégica en los directorios.
La tarea de la alta gerencia no es conocer al detalle la tecnología, pero sí debe entender a cabalidad su valor e importancia para la supervivencia del negocio. A partir de este entendimiento, los directivos deben dar señales claras e inequívocas hacia toda la organización de la decisión de cambio, así como marcar dirección y velocidad del mismo.
Es muy probable que se necesite oxigenar el directorio y algunos cuadros gerenciales para dar cabida a nuevas ideas, visiones y capacidades para apoyar el proceso. Los relevos generacionales en la dirección también pueden generar un impulso para proyectos de cambio.
Finalmente, es fundamental elegir cuidadosamente a los socios de negocio que van a colaborar en el diseño del proyecto y a proporcionar e implementar las herramientas tecnológicas. En la selección se debe privilegiar a quienes tengan conocimiento de la industria, experiencia probada y que ofrezcan una ruta de innovación para la empresa además de generar confianza y compromiso ya que se trata de una relación de largo plazo más parecida a un matrimonio que a una relación cliente-proveedor.
Sin duda, la transformación digital supone grandes retos, pero sus beneficios económicos son claros y su adopción ineludible en el contexto actual. Adicionalmente, de la mano de la transformación digital en las organizaciones opera una transformación cultural fascinante. Cuando se empieza a desarrollar el músculo del cambio, los horizontes de la empresa se amplían y la gente se permite soñar con nuevos proyectos y cosas cada vez más innovadoras.
Entonces, poniendo en la balanza pros y contras, ¿es este el momento adecuado para hacer esta inversión? ¿es capaz mi organización de emprender este viaje? A manera de respuesta, los dejo con una frase de Henry Ford: “tanto si piensas que puedes como si piensas que no, estás en lo correcto”.
– Especialista de Soluciones de sector público para SAP Centroamérica