Por Ulrike Hofsähs (dpa)
Pablo Picasso pasó largo tiempo en París durante la Segunda Guerra Mundial y echó mano de rábanos, naranjas, limones, puerros y langostas para plasmar en sus obras las carencias que sufría la capital francesa bajo la ocupación alemana.
París era entonces una ciudad sin taxis, cigarrillos ni chocolates, un sitio donde había cartillas de racionamiento y toque de queda.
Mientras que otros artistas debieron partir rumbo al exilio, Picasso, que por entonces ya era famoso, decidió quedarse. Pintaba y pintaba inmerso en una emigración interior, recluido en su gigantesco atelier.
El museo Kunstsammlung de la ciudad alemana de Düsseldorf presenta ahora «Pablo Picasso. Los años de guerra entre 1939 y 1945», una muestra integrada por casi 70 pinturas, esculturas, trabajos en papel e ilustraciones.
La exposición podrá ser visitada hasta el 14 de junio. Se trata de la segunda escala de la muestra tras haber sido presentada en Grenoble, Francia.
Durante estos «años oscuros», las naturalezas muertas, los desnudos femeninos y los retratos fueron las formas de expresión preferidas del pintor español (1881–1973).
Pero la muerte omnipresente, el sufrimiento y el miedo se manifiestan en los colores sombríos. Calaveras humanas y cráneos de animales se convirtieron en motivos de sus lienzos.
En muchas de sus obras aparecen cuerpos deformados y desfigurados. En el cuadro «Niño con langosta» Picasso representó el grotesco contorno de un pequeño con el sexo desnudo, que se asemeja a un cañón.
Picasso retrató además con mucha frecuencia a su musa de esos años, la fotógrafa y pintora Dora Maar. En 1943 la reflejó en «Busto de mujer sobre fondo gris», una lúgubre representación en la que quien entonces era la amante del artista enseña los dientes.
La pintura elegida como emblema de la exposición es una paloma blanca y rasgada sobre fondo negro, una obra de 1942.
Gracias a su fama, Picasso se encontraba relativamente protegido en la París ocupada. Pero no podía vender sus obras, tenía prohibición de exponer y su trabajo fue denigrado por los nazis, que lo consideraron «arte degenerado».
Sin embargo, pese a esas circunstancias adversas, la creatividad de Picasso no se vio afectada: entre 1937 y 1945 pintó más de 2.200 cuadros. En 1939 logró depositar sus obras en la bóveda de un banco.
«En estos años de la guerra, Picasso nunca se involucró de manera activa en la résistance (la oposición a la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial).», puntualizan en el catálogo Guy Tosatto y Susanne Gaensheimer, los directores de los museos en Grenoble y Düsseldorf respectivamente.
La exposición, ordenada por años, describe cómo vivía el artista malagueño, que se sumergió en la esfera privada.
Picasso visitó en París una exposición de Arno Breker, el escultor favorito de Hitler. También firmó la declaración exigida a los extranjeros manifestando que no era judío. En 1942 comenzaron las deportaciones de judíos desde Francia a los campos de concentración y exterminio.
Algunas fotos muestran al pintor y escultor, que en 1941 cumplió 60 años, con un cigarrillo, su perro, sus pinturas y grandes estatuas en su atelier.
Picasso escribió una obra de teatro que lleva por título «El deseo atrapado por la cola». En 1944, durante la última primavera bajo la ocupación alemana, fue presentada en un círculo privado con la participación de Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus. El hambre y el frío eran dos temas recurrentes que Picasso trató en la obra.
Tras la liberación de París, en agosto de 1944, su atelier en la Rue des Grands-Augustins se convirtió en un sitio de peregrinación. Incluso llegó a ser considerado uno de los tres puntos turísticos más importantes de la capital francesa, junto a la Torre Eiffel y un espectáculo de varieté.
Fotografías muestran a soldados estadounidenses junto a pinturas del artista. Picasso explicó por entonces que prefirió no pintar imágenes de la guerra. «Pero estoy seguro de que la guerra hizo su entrada en las imágenes que creé», comentó.
dpa