Si vida de Partidos es enredada, más manejo del Gobierno

Pizarrón

Vladimir de la Cruz

Vladimir de la Cruz

En la vida política, y política electoral, costarricense es normal que los partidos políticos que han nacido desde 1990 hasta hoy, como nuevas alternativas, hayan surgido por iniciativa de personas que pertenecieron a otros partidos anteriores, incluidos Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, Vanguardia Popular, el Socialista Costarricense y el Movimiento Revolucionario del Pueblo.

Es igualmente normal, y aceptable, que en algunos de esos nuevos partidos, confluyan personas provenientes de esos partidos, así como “independientes”, que no fueron militantes activos de esos partidos, pero que giraron alrededor de ellos, o votaron por ellos.

El Partido Vanguardia Popular, históricamente el más viejo, fundado en 1931, hasta su división a mediados de la década del 80, era monolítico, único. Con la división se crearon dos partidos comunistas, en ese momento, bajo la forma de Vanguardia Popular y Del Pueblo Costarricense, que desapareció rápidamente, quedando en el papel Vanguardia Popular. Los Partidos Socialista Costarricense y Movimiento Revolucionario del Pueblo al momento de su desintegración a mediados de la década del 80 no evolucionaron en otros partidos de igual rasgo político ideológico. Estos tres se mantuvieron en la forma bajo la Coalición Pueblo Unido, que después se convirtió en un partido político, sin ningún peso electoral, hasta que desapareció.

La Unidad Social Cristiana evolucionó de una Coalición de partidos, en 1978, la Unidad, hacia su fusión en la Unidad Social Cristiana, a inicios de la década de 1980 hasta hoy. De este Partido se separó un pequeño grupo que dio origen al actual partido Republicano Social Cristiano en la campaña electoral del 2014. Este partido Republicano Social Cristiano trata de coaligarse de nuevo con la Unidad Social Cristiana, hacia las elecciones del 2022, mientras el jefe actual de la fracción parlamentaria de la Unidad Social Cristiana, Pedro Muñoz, convoca a una coalición de partidos del “centro derecha”, desubicado de la historia de su propio Partido, perdido de las raíces sociales de ese Partido.

De esos partidos “históricos”, algunas “figuras” relevantes, personalidades distinguidas y dirigentes políticos que se salieron fundaron nuevas agrupaciones. Así por ejemplo, el Partido del Progreso, impulsado por personas de Liberación Nacional y de la izquierda, lo fundaron en 1989, entre ellos Isaac Felipe Azofeifa, Gerardo Trejos Salas y el Dr. Rodrigo Gutiérrez, ex Secretario General del Partido Liberación Nacional, que ya había sido candidato de Pueblo Unido. De allí evolucionó hacia la constitución de Fuerza Democrática, en 1993. De Fuerza Democrática un grupo, de tradición comunista, vanguardista, que se separó, terminó fundando el Frente Amplio que participa en las elecciones desde el 2006.

De la Unidad Social Cristiana se salieron en la década del 90 Otto Guevara que inscribió su partido Libertario, participando en las elecciones desde 1998, hasta que en en las últimas, del 2018, tuvo una división de la que su Diputada Natalia Díaz Quintana se retiró fundando una nueva agrupación, y el partido Libertario prácticamente ha desaparecido envuelto en denuncias de corrupción y estafas públicas electorales.

Otto Guevara, su principal líder y fundador, anuncia un nuevo Partido para las elecciones del 2022, con otra máscara política, evadiendo de esa manera la mala historia de su partido Libertario, y evadiendo las responsabilidades políticas que tiene esa organización, y ocultándose tras esa nueva mascarada.

Otro dirigente, entonces de pequeña magnitud, cantonal, con alguna experiencia diplomática en el Servicio Exterior, Sergio Mena, se separó de la Unidad Social Cristiana y fundó su partido Nueva Generación, con una pequeña representación cantonal, una parte de ella usada, su imagen partidaria, como franquicia política, que le ha permitido en algunos casos elegir o reelegir esos representantes populares.

De Liberación Nacional personas y viejos dirigentes que se separaron, como Otón Solís Fallas, Alberto Cañas Escalante y Luis Guillermo Solís Rivera, que habían sido diputados, ministros y Secretario General del Partido, los más destacados, fundaron a principios de este siglo el Partido Acción Ciudadana, participando en elecciones desde el 2002.

También se separó Walter Coto Molina que había sido diputado, Presidente del Congreso, Secretario General de Liberación Nacional, fundando el Partido Cambio 2000, que terminó en coalición con Vanguardia Popular, en las elecciones del 2002.

En las elecciones del 2006 se separó de Liberación Nacional, Antonio Alvarez Desanti, que había sido diputado y Ministro, y fundó su propio partido que se enfrentó fuertemente y con graves denuncias a Liberación Nacional en esa campaña electoral. Antonio Alvarez regresó al Partido Liberación Nacional y encabezó la fórmula presidencial en el 2018.

En el 2014 el candidato a la Presidencia de Liberación Nacional, Johnny Araya Monge, al retirarse de la segunda ronda, dejando el partido tirado, terminó participando en las elecciones municipales del 2016 con otro partido político, de características pentecostales, que también dejó tirado, para regresar recientemente de nuevo a Liberación Nacional.

En el período, 2002-2006, un grupo de diputados de Acción Ciudadana, de los primeros que eligieron, se les salió y fundaron un Partido aparte, de muy corta duración, que contaba con esta fracción disidente. Acción Ciudadana volvió a sufrir un proceso similar de división, en el período siguiente, 2006-2010.

A la par de ex liberacionistas llegaron al Partido Acción Ciudadana ex militantes de la izquierda histórica, de Vanguardia Popular y del Socialista Costarricense, como de otros movimientos de izquierda y de movimientos sociales, de carácter progresista, y del movimiento sindical organizado, convirtiéndose en un gran polo de atracción y de imán para personas que, de esos otros grupos de izquierda. ya no tenían un referente electoral propio.

Muchos de sus dirigentes partidarios, de sus diputados electos, de sus ministros y viceministros, nombrados en sus gobiernos, vienen de esa amalgama de partidos políticos, quizá sin desprenderse de sus atavíos políticos y de sus raíces de pensamiento tradicional, correspondiente a sus militancias, en esos otros partidos, y sin desprenderse de las prácticas organizativas, electorales, y mañosas, que aprendieron de algunas de esas militancias.

El Partido Acción Ciudadana se ha desarrollado en esas vicisitudes y vaivenes, por la presencia de sus ex militantes de otros partidos, que en momentos determinantes hace pesar la balanza interna de sus acciones políticas hacia un lado u otro. A pesar de la presencia de militantes de la vieja izquierda no han podido desarrollar una buena Escuela de Cuadros políticos, una buena Escuela de Formación Política, porque no tienen contenido político, como Partido, en qué formar, ni le han podido imprimir al Partido Acción Ciudadana una identidad de izquierda nacional, costarricense, propia, que lo distinga de las izquierdas tradicionales, ni siquiera como la fuerza gravitacional del centro izquierda nacional.

El Partido Acción Ciudadana es en la práctica un Partido político sin pensamiento propio, sin “ideología” política propia, sin un pensamiento político costarricense que los distinga y haga brillar, y que los distinga de la social democracia, del socialcristianismo, del marxismo leninismo o del liberalismo, que han sido, en general, los elementos de referencia de esos otros partidos históricos y tradicionales, y que le han dejado una profunda huella institucional al desarrollo democrático nacional, contando las alianzas históricas de 1943 y en cierta forma la que se origina en las Conversaciones de Ochomogo y el Pacto de la Embajada de México, en 1948.

Ha gozado el Partido Acción Ciudadana del favor de los costarricenses, y de los ciudadanos, que han votado por él, especialmente en las segundas rondas que los llevó a la Presidencia de la República en el 2014 y en el 2018, por las coyunturas especiales que se movieron en esas segundas rondas, pero su peso electoral y su apoyo político partidario, es el que se expresó en las votaciones de febrero del 2014 y del 2018 y el que se expresó en las elecciones municipales del 2016 y del 2020. Esta es la realidad. No deben engañarse los miembros del Partido Acción Ciudadana ni los de los otros partidos políticos, ni los analistas y comentaristas de la realidad nacional ante esta realidad.

Cualquier otro enfoque de apoyo popular al Partido Acción Ciudadana es engañoso, y si se quieren impulsar políticas y acciones de gobierno sobre realidades que no son, y que no responden a esa realidad real de apoyo electoral, las consecuencias con reales. Si el Partido Acción Ciudadana carece de músculo político sus acciones políticas per se también carecen de ese músculo político. A la fuerza tiene que considerar el conjunto de las otras fuerzas políticas en el espectro costarricense, y particularmente en el escenario legislativo, donde sus fuerzas no han pasado de 14 diputados, teniendo 10 actualmente, de 57 diputados que constituyen el Primer Poder de la República. Esta es otra realidad.

Los caminos del desarrollo institucional y democrático nacional están trazados, no solo por la Constitución Política, que todos los partidos políticos la juran, y prometen defender, para participar en los procesos electorales, sino también por las grandes líneas del desarrollo económico institucional y de las relaciones internacionales igualmente aprobadas y en ejecución por gobiernos anteriores al del Partido Acción Ciudadana, trazadas, desarrolladas, y arraigadas, como grandes autopistas en las que nos movemos en el escenario nacional e internacional, casi sin podernos salir de ellas y con poca maniobrabilidad sobre ellas desde la acción gubernativa.

El modelo económico nacional es el capitalista, dentro del mundo globalizado que vivimos. Así se ha configurado más fuertemente Costa Rica, desde los Planes de Ajuste Estructural, a principios de la década del 80 y de los Tratados de Libre Comercio, a partir de la década del 90, sin renunciar a las raíces capitalistas del período anterior a 1980.

La estructura económica interna es la de ese modelo capitalista, que se expresa en la participación que tienen los que controlan la economía nacional de todas las ramas de esta economía y producción nacional, de la mano de obra y trabajadora que trabaja para ellos, casi en un 90%, o más, de toda la fuerza laboral nacional, que controla, de igual manera, en todas las actividades productivas internas, cuando el Estado dejó de ser el Estado Empresario que llegó a ser hasta 1978, y que hoy controla, ese sector capitalista, con más fuerza, todos los hilos del engranaje bancario financiero, sobre todo después de que en la Administración Figueres Olsen se liberó la banca, se “desnacionalizó”, dándole un peso enorme a este sector político, social y económico en el dominio también de la esfera pública, la política nacional y hasta en algunos partidos políticos como Liberación Nacional. Hoy el 90% de bancos privados están en manos de personas más vinculadas al Partido Liberación Nacional, que a otros partidos políticos.

Cuando un partido político, como Acción Ciudadana, llega al Gobierno, eso es lo que se encuentra. Más de 30, o 40, años de presencia real de los partidos Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana enquistados en toda la institucionalidad del Estado y del Gobierno, en todos sus ministerios e instituciones públicas, centralizadas y descentralizadas, sin poder hacer cambios significativos e importantes porque la inmensa mayoría de los funcionarios públicos están protegidos por el Servicio Civil y la estabilidad laboral, y porque resultado de esa estabilidad se ha creado una clase media, y de mandos políticos institucionales, que pueden ser un motor, que haga avanzar, o una ancla que impida el progreso a la dinámica que un nuevo gobierno quiera imprimirle a su acción política.

Por eso fue sensato que el Presidente Carlos Alvarado Quesada, al asumir su gobierno, 2018-2022, pensara en la posibilidad real de un Gobierno de Unidad Nacional, entendiendo que la solución de los graves, grandes e importantes problemas del país, depende de todos los sectores políticos interesados en resolverlos. Lo intentó, con muchas dificultades, nombrando grandes personalidades de algunos partidos políticos, de Liberación Nacional, que en la segunda ronda le había dado el apoyo a Fabricio Alvarado, de la Unidad Social Cristiana, donde también un buen grupo de altos dirigentes le había dado el apoyo a Fabricio Alvarado, contando así con personalidades como la del actual Ministro de Obras Públicas, Rodolfo Méndez, la de Rodolfo Piza que ocupó la plaza de Ministro de la Presidencia, ambos del Partido Unidad Social Cristiana, la de Patricia Mora, del Frente Amplio, al frente de INAMU, la del ex Ministro de Educación, Edgar Mora, del partido cantonal Curridabat Siglo XXI, de Dyalá Jiménez Figueres, de Liberación Nacional en la cartera de Comercio Exterior, de la actual Ministra a. i. De la Presidencia, Silvia Lara Povedano, de tradición liberacionista, entre otros.

Cuando estas personas asumieron esos cargos, exceptuando a Silvia Lara, recientemente, los partidos respectivos les liberaron de responsabilidades y avalaron su incorporación personal al nuevo Gobierno, sin reconocer pacto alguno de gobernabilidad con el Partido Acción Ciudadana. A Silvia Lara el Partido Liberación Nacional no la reconoció como militante, en cierta forma la ha repudiado, a pesar que acompañó a un candidato presidencial, Johnny Araya Monge, en su fórmula política, como Vicepresidenta de la República, por ese partido.

El Partido Acción Ciudadana ha repudiado cualquier acción que en aras de una “unidad nacional”, o de acciones que conduzcan, desde esa perspectiva de “unidad nacional”, a darle aire a su propio gobierno y a su propio Partido como Partido gobernante. Eso solo ha evidenciado que ese Partido está más perdido que el niño en el Templo, en el Templo de la Política Nacional.

¿Por qué el Partido Acción Ciudadana no ofrece, públicamente, una lista de personalidades, con experiencia pública, con confianza pública, con acciones de ejercicio de gobierno reconocidas, de su Partido, al Gobierno de Carlos Alvarado Quesada, para que los considere en la búsqueda de las soluciones urgentes que el quehacer político de gobierno y nacional demanda en este momento? ¿Por qué obstaculizarle los primeros pasos en la tarea que le ha encomendado el Señor Presidente, al Ministro Rodolfo Méndez Mata, hasta hoy un excelente Ministro, que honra al país, distingue al Gobierno de Carlos Alvarado y a su propio Partido Acción Ciudadana, como Partido Gobernante, al beneficiarse de la buena imagen que el Ministro, con su trabajo y ejemplo de funcionario público, les está provocando?

Si hay descrédito por los partidos tradicionales clásicos, y sus principales dirigentes políticos, con la campaña nacional de desprestigio que se ha venido realizando, y orquestando, desde hace muchos años, contra esos partidos, sus dirigentes, la Política y hasta la propia Democracia que vivimos, y el bipartidismo que ellos representaron, hoy esa campaña empaña al propio Partido Acción Ciudadana, alcanza a todos sus principales dirigentes del anterior Gobierno y de éste. Los sindicatos aliados del Partido Acción Ciudadano, hoy desmarcados de sus realizaciones, lo acusan de ser parte de ese bipartidismo y hablan de un tripartidismo tradicional, y le endosan las mismas etiquetas de “corrupción” y de “corruptos”.

Y, lo que no se había planteado contra gobernante alguno en el pasado, hoy hasta se pide la renuncia del Presidente, y hasta de sus vicepresidentes, pareciendo desconocer las formas constitucionales de la sucesión presidencial.

Quienes ven la realidad política actual con un caleidoscopio, solo pueden ver distintas figuras geométricas, de tipo político, que aunque simétricas, son para ellos como un laberinto político del cual no pueden salir ni avanzar. Quizá usan un caleidoscopio que no les permite mirar colores. Solo ven blanco o negro, ni siquiera matices de grises.

Dejemos que el Ministro Rodolfo Méndez Mata haga su trabajo, no solo de Obras Públicas, sino de reacomodo del Gabinete Presidencial, si a eso llega, como parte de la tarea que le encomendó el Presidente, de limpieza de la Casa de Cristal que anunciaron en el 2014, si hay basura o basurilla que quitar, o de restructuración de las relaciones del Poder Ejecutivo con los otros Poderes Públicos, y con las distintas instancias con que el Ministerio de la Presidencia debe coordinar, actuar y consultar las políticas y acciones del Poder Ejecutivo.

Cuando en 22 meses de gobierno han habido 27 cambios, 27 “bajas” como lo llamó un periódico, en el Gabinete Presidencial, en el Consejo de Gobierno, hay que entender que muchas acciones de gobierno se entrabaron, se enmarañaron, que hay necesidad de buscar horizontes y luces para la acción política que el Gobierno debe realizar.

Antes de que se atrofie totalmente el Gobierno, antes de que se produzca una anomia política, potencialmente explosiva, una desorganización social y política, un aislamiento peligroso para las autoridades de Gobierno, ante la ciudadanía, y se produzca una parálisis en el Gobierno, hay que darle el oxígeno posible a las acciones que el Ministro Rodolfo Méndez pueda buscar y encontrar. El Ministro debe contar con la confianza pública para realizar sus acciones en este sentido.

Del buen gobierno depende el buen vivir de los ciudadanos. Si al Gobierno le va mal, a todos nos va mal. ¿Qué es lo que realmente queremos para nosotros y para Costa Rica?

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