Guadi Calvo
Tras meses de incertidumbre, finalmente el pasado martes 28 el presidente estadounidense Donald Trump, presentó su plan para la paz en el Medio Oriente, en el que según se dijo: “Todos ganan, será la gran oportunidad a la paz tanto para Israel como para Palestina”.
En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, junto al primero ministro judío, Benjamin Netanyahu, y sin ninguna presencia palestina, Trump anunció su “Acuerdo del siglo” una propuesta, de 80 páginas, que según el magnate neoyorkino es “fundamentalmente diferente” a todas las presentadas en el pasado y sin duda no mentía.
La propuesta prevé dos Estados: uno israelí y otro palestino, los dos con capital en la ciudad de Jerusalén o al-Quds, en árabe, lo que choca con la pretensión fundamental de Palestina, y por la que ha propugnado hace cincuenta y tres años y miles de muertos: Un estado palestino soberano, con las fronteras anteriores a 1967 y con la totalidad de al-Quds, como su capital. Lo que se contrapone taxativamente al plan norteamericano, que enuncia declarar a Jerusalén: “capital indivisible de Israel”. Por lo que la abismal diferencia de pretensiones hace que las posibilidades que el acuerdo comience a discutirse son absolutamente nulas. Sin embargo, el propio Trump descartó la importancia de ese “detalle”, ya que hay que tener en cuenta que al-Quds – Jerusalén, es el tercer lugar sagrado del islam, después de La Meca y Medina, por lo que se malquista no solo con los cinco millones de palestinos sino también con cerca de los mil quinientos millones de musulmanes de todo el mundo, ya que Trump ya la había reconocido como la capital sionista cuando en diciembre de 2017 mudó la embajada norteamericana de Tel-Aviv, la histórica capital de Israel, donde se encuentran todas las embajadas de mundo, a excepción de las de Estados Unidos y Guatemala (sic).
Además, el llamado plan de paz, una genuina pieza de hipocresía elaborada Jared Kushner, yerno de Trump, uno de sus asesores más influyentes y sionista confeso, contempla, entre otros puntos, legalizar definitivamente los asentamientos judíos en Cisjordania, a cambio de que en los próximos cuatro años se paralizaran las construcciones. Hay que entender que los territorios donde se han construido ilegalmente miles de viviendas para “colonos” judíos pertenecen a palestinos quienes fueron desalojados de sus comunidades a fuerza de bulldozers y el ejército sionista, que han masacrado a miles de palestinos civiles, sin importar sean ancianos, niños o mujeres.
El plan de Trump, promete además que Estados Unidos, levantará “orgulloso” en la capital de la “Nueva Palestina”, como se menciona a Palestina en ese mamotreto bochornoso, agregando que este acuerdo “terminará con el ciclo de dependencia palestina de la caridad y la ayuda exterior”.
Entre los puntos más ominosos para el pueblo palestino figuran impedir el retorno a “territorio” israelí de los millones de refugiados o sus descendientes que desde 1947, han debido exiliarse en campamentos de Líbano, Jordania, Egipto y Siria, a medida que sistemáticamente el sionismo los fue expulsando de sus aldeas al ritmo de tanques y ametralladoras. Estos refugiados podrán elegir entre incorporarse al Estado de Palestina, o integrarse en países de acogida, según éstos los acepten; o incluirse en un plan para el traslado de 5 mil refugiados al año, durante diez años, a alguno de los casi sesenta países que conforman la Organización para la Cooperación Islámica (OCI)
El plan obliga a Palestina a reconocer oficialmente a Israel como estado judío, al tiempo que el Harakat al-Muqáwama al-Islamiya o Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico) deberá entregar su armamento y desmilitarizar la Franja de Gaza. Mientras que Israel se compromete a no continuar con la demolición de viviendas palestinas, mientras no sean “construcciones ilegales” ni que “supongan un riesgo a la seguridad” o en castigo por actos de terrorismo, según lo disponga a su libre arbitrio Israel.
El control aéreo, territorial y costero quedará en manos de Israel, mientras que las fuerzas de seguridad palestinas deberán desarmarse al igual que Hamás, para que la totalidad del Estado palestino quede totalmente desmilitarizado. Justifican este punto señalando que el país gasta una suma muy significativa de dinero en su defensa de las amenazas exteriores, por lo que Palestina se libraría de esa carga del gasto militar e Israel que mantendría absolutamente “la responsabilidad” de la seguridad del Estado de Palestina, que solo se tendrá que responsabilizar de su seguridad interna, la lucha antiterrorista, la seguridad fronteriza y de la atención de desastres naturales o accidentes, mientras no se viole el estatus desmilitarizado, ni se interponga a la responsabilidad de seguridad a cargo de los sionistas, que podrán operar drones y otros equipamientos “para fines de seguridad” en territorio palestino. Tampoco Palestina podrá hacer acuerdos militares, de Inteligencia o seguridad con ningún Estado u organización que pueda afectar la seguridad de Israel.
Palestina, Trump dixit, no podrá desarrollar capacidades militares o paramilitares dentro o fuera de su territorio. Israel se preserva el derecho a desmantelar o destruir instalaciones utilizadas para producir armas con fines bélicos, así como para adoptar medidas para mantener desmilitarizada a Palestina.
Tampoco la nación árabe, podrá unirse a organizaciones internacionales sin el consentimiento judío, además deberá retirar todas las demandas contra Israel y Estados Unidos que ciudadanos de estos países hayan hecho en cualquier tribunal internacional, así como tampoco podrá recurrir a Interpol contra causas que involucren norteamericanos ni a israelíes.
Para facilitar que Palestina acceda a estas medidas, recibiría un apoyo financiero por un monto de 50 mil millones de dólares por parte de Washington, como si tuvieran precio los cientos de miles de muertos, desaparecidos, encarcelados y torturados de la causa palestina.
Si no hay plan de paz que sea de guerra
El plan perfectamente preparado para ser rechazado, ha provocado inquietud en los países de la región. La Autoridad Palestina, que todavía no ha rechazado oficialmente la oferta, ha pedido una reunión de urgencia de la Liga Árabe para el día sábado 1 de febrero, para buscar una respuesta en bloque, aunque ya se sabe que países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Bahréin e incluso Egipto servirán de amortiguación a los Estados Unidos, y posiblemente el documento que resulte de la reunión del sábado saldrá mucho más que descafeinado. Mientras ya se sabe que el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, “mi dictador favorito”, según Trump, trabajará políticamente a fin de quitar todo el apoyo posible a Palestina.
La iniquidad del plan, ostensiblemente ventajoso para Israel, no deja lugar a dudas que todo ha sido una nueva trampa de la alianza sionista-norteamericana para que las autoridades palestinas deban negarse a aceptarlo, lo que dejará a Palestina frente a la opinión pública mundial como un grupo inmanejable y violento que no hay manera de conformar. Sabemos que esta nueva tomadura de pelo despertará, una vez más, reacciones en el pueblo palestino, que, como en más de una ocasión, responderá de manera violenta por decisión propia o incentivado por los servicios de inteligencia judíos. No se descarta que incluso se produzcan ataques de cohetería por parte de Hamas o fraguados por los sionistas para que entonces Benjamin Netanyahu se sienta con sus manos libres para volver a martirizar Gaza, con bombardeos contra población civil, como lo viene haciendo cada vez que lo necesita, por intereses personales, para blanquear su imagen dentro o fuera de Israel y luego presumir de pacifista legitimando la anexión a Israel de más tierras de Cisjordania y el Valle del Jordán.
Hasta el propio ex vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, no justamente un adalid de la causa palestina, declaró en su cuenta de Twitter, este es “Un plan de rendición que viola todas las normas del derecho internacional y los principios básicos de equidad”, y terminó aseverando que “Es un presagio de inestabilidad y extremismo”.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU (Reino Unido, Francia, Países Bajos, Polonia y Suecia) y países como Bélgica, Alemania e Italia, en un comunicado conjunto, señalaron que el llamado plan de paz de Oriente Medio debería apoyar a Palestina en procura de la creación de un Estado y el fin de la ocupación israelí.
No falta mucho tiempo para que alguien involucre en este confuso y peligroso juego regional a Irán, que, a pesar de mantenerse al margen, siempre es el fantasma oportuno para ser agitado en momentos de confusión. Particularmente en un momento en que Trump enfrenta el impeachment y Netanyahu graves acusaciones de corrupción y una tercera elección en marzo, para intentar formar gobierno o quedar a un paso de la cárcel.
En una última ofensa al pueblo palestino, el genocida Benjamin Netanyahu calificó de histórico” el anuncio de Trump. Declaró ante el presidente norteamericano: “He acordado negociar la paz con los palestinos bajo las bases de tu plan de paz. Es un gran plan para Israel, es un gran plan para la paz”, agregando con ironía y provocación: “Si los palestinos están de acuerdo con seguir este plan, Israel está listo para negociar la paz de inmediato”. A lo que la única reacción de Palestina será contestar con aquel viejo dicho: “Hacer de puta y poner la cama”
– Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
tu y israel y america sois putos y palestina y todos los musulmanes te rebientan la cabeza y tu niño q has puesto esta noticia eres el gran puto