Un teatro lleno de fantasmas

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes Castegnaro

Cuenta la leyenda, que todo teatro que se respete, tiene fantasmas. En el tercer piso del Melico Salazar, la gente le hablaba al fantasma. Algunos hasta lo regañaban, por estar jugando en el taller de costura, enredando los hilos y las telas, cuando la Compañía Nacional de Teatro se hospedaba ahí.

El Teatro Nacional, es como el Hospital de Niños: no hay institución más querida por los costarricenses, ni que despierte más empatía. Aunque muchos nunca han puesto un pie adentro (recuerdo cuando la Administración Arias 2 inauguró el programa Teatro al Medio Día, la gente entraba con asombro al teatro), todos nos sentimos orgullosos de “esa joya” que tenemos en el centro de la ciudad. Quien se atreva a señalar algo contra la administración del Teatro, inmediatamente será tachado de inculto, ignorante y falto de amor por la cultura.

Sus Directores por muchos años fueron iconos intocables en el ambiente cultural nacional. La gente de mi edad para arriba, recuerda a doña Graciela Moreno diciendo “mi teatro”. Era su teatro y ella hacía lo que le daba la gana con el. Eran tiempos en los que no existían reglamentaciones sobre el uso de los recursos públicos. Nadie osaba criticarla.

Yo hoy me referiré a los fantasmas que habitan el Teatro Nacional, y que son muy poco conocidos por el público, no sin antes advertir que estoy convencida de que el dinero que se invierta en cultura es eso: inversión. Nunca será gasto. Sin embargo … no todo lo que brilla es oro.

Impuesto de Espectáculos Públicos: el Teatro Nacional es el recaudador y distribuidor de este impuesto que pagamos todos, cada vez que asistimos a un espectáculo en el GAM. El legislador creó este impuesto, para garantizarse cuatro cosas:

1) Que la música siguiera (un porcentaje es para el Instituto Nacional de la Música, es decir, la Sinfónica Juvenil),

2) Que la función continúe (un porcentaje es para el Concurso Puesta en Escena del Teatro Melico Salazar),

3) Que se coleccione y muestre el arte plástico costarricense (un porcentaje es para el Museo de Arte Costarricense)

4) Que el Teatro Nacional nunca se abandone (el porcentaje más grande de este impuesto es decir el 50% va para la restauración permanente del Teatro Nacional). Sin embargo, y ahí está el primer fantasma del Teatro, desde hace varios años, ese dinero no se usa para restauración. Los programas de restauración hace rato están suspendidos. Ese monto es ligeramente mayor a un millón de dólares por año, que ingresa a la caja del Teatro, y lo diluyen en su planilla.

Producción de espectáculos – Alquiler de Salas: Los dos teatros grandes del estado no tienen partidas para producir, es decir, no fueron diseñados para invertir en hacer sus propios espectáculos, sino para albergar espectáculos que alguien produce. Por eso no tienen personal artístico. No tienen elenco. El Teatro Colon, por ejemplo, o el Palais Garnier, tienen su orquesta, su cuerpo de bailarines, sus directores artísticos. En Costa Rica eso no es así. Los directores de los Teatros no son directores artísticos, los teatros (salvo el Melico en la Compañía de Danza) no tienen en su planilla artistas (elenco). Ambos teatros tienen como objetivo en su creación, presentar espectáculos alquilando sus salas. El Teatro Nacional tiene varios años de dedicarse a producir, con el riesgo enorme que tiene la producción –sobre todo si no es de espectáculos con mucho nombre- de que el público no responda. Esta obsesión por producir, lo ha llevado a cifras deficitarias, poniendo en riesgo su equilibrio financiero. Desde hace un par de años, el Teatro Nacional ha venido despachando productores (todos notamos como la Opera ya no se produce en el Teatro Nacional, sino en el Melico, al igual que el Cascanueces)

Dedicarse a hacer producciones propias o coproducciones deficitarias es una alternativa cuando el dinero es propio, no cuando son fondos públicos.

La mala administración es el segundo fantasma que recorre el Teatro Nacional.

Burocracia – eficiencia: El Teatro Nacional tiene 82 empleados.

El Melico Salazar tiene 46 pero no es solo una Sala de Teatro, el Melico Salazar alberga el Taller Nacional de Teatro, el Taller Nacional de Danza, la Compañía Nacional de Teatro, la Compañía Nacional de Danza, y Proartes, y administra, a parte del teatro que todos conocemos que lleva su nombre, el Teatro de la Aduana, el Teatro de la Danza, y el Teatro 1887. El Melico es un monstruo dentro del Ministerio de Cultura. La actividad artística del Melico Salazar fácilmente triplica la del Teatro Nacional. Esto lo hace, con un poquito mas de la mitad de funcionarios del Teatro Nacional.

El tercer fantasma que habita nuestro teatro es que es un elefante blanco, lleno de burócratas.

Riesgo de incendio: este fantasma nació hace unos meses. Es un bebe: nos vendieron el riesgo de un incendio para convencernos de pagar algo que tenía poco que ver con el riesgo mismo. Empiezo a describirlo insistiendo en que no me incomoda que el estado expropie tierra para convertirlas en cultura. ¡Me encanta la idea! Pero eso no es riesgo de incendio.

Construir una concha acústica que se puede subir y bajar con el botón de una computadora hará más eficiente el uso de la sala del Teatro: me gusta la tecnología, pero no tiene nada que ver con el riesgo de incendio. Soy del público sacrificado que asiste a la Sinfónica, ofreciéndonos conciertos sin concha acústica, para presionar a tener esta concha sofisticada, no tiene nada que ver con el riesgo de incendio.

Personalmente apruebo todas las reformas que se le harían al Teatro Nacional, sin embargo, nos trataron de vender un riesgo de incendio que no era cierto. Aunque las comparaciones son odiosas, el Teatro Melico Salazar renovó hace años su sistema eléctrico (es decir, todo el cableado). Construyó camerinos nuevos, cambio sonido, barras de luces, etc etc. Todo lo hizo sin hacer un préstamo, todo fue con dinero propio, todo fue con un plan de inversión. Todos esos millones de dólares los sacó de su propio presupuesto. De los alquileres de sala, y eso lo hizo siendo el hermano pobre del Teatro Nacional. Un trabajo muy grande que inicié yo, siendo Directora del Teatro y que siguió con ahínco mi sucesora Marielos Fonseca, durante varios años y con mucha eficiencia.

Financieramente posible: cuando mucha gente se preguntó de dónde se pagaría este crédito que la Asamblea Legislativa voto negativamente y que están tratando de revivir, en un acuerdo negociado que según se dice, protegería a las iglesias evangélicas, la respuesta fue “el Teatro tiene recursos”. Si, los recursos que vienen del impuesto de espectáculos públicos, es decir, los recursos que debieran usarse para el programa de restauración continua. Lo que nadie nos ha dicho, es que si el crédito se aprueba, nuestros diputados estarán condenado al Teatro a no invertir ni un centavo en su restauración por ejemplo, la polilla en muchas de sus maderas, lo cual pone en peligro las pinturas también: ¿será más importante la eficiencia en el uso del escenario que la restauración o eventual cambio de maderas?. Este es el último fantasma que les presentaré hoy, con la esperanza de que el crédito no se apruebe y de que protejamos al Teatro Nacional de lo que si puede destruirlo: los fantasmas que lo recorren.

Teatro Nacional

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Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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6 comentarios

  1. Ernesto Guadamuz

    Muy respetable la opinión de la señora Barrantes, dado que se sustenta en su experiencia en la administración del segundo teatro en importancia del país. Me permito, sin embargo, hacer las siguientes observaciones: la presupuestación del empréstito del BID estuvo a cargo de expertos en gestión de proyectos y es la expresión de un proyecto que tiene unos diez años de estarse gestando. El porcentaje dedicado administración está dentro del rango usual en proyectos de cooperación y las condiciones crediticias son también blandas. Así que el préstamo debe ser evaluado como tal y cotejarlo con lo que está en riesgo en caso de no aprobarlo. No creo que la probabilidad de incendio sea un fantasma, el cuerpo de bomberos ha avalado la existencia de ese evento, así que no comparto el criterio de la señora Barrantes, al respecto, máxime cuando ella se deshace de esta posibilidad sin considerar los elementos técnicos (separación de las bodegas y administración del Teatro, además de lo propiamente relacionado con el sistema eléctrico y de prevención de incendios) que aporta el proyecto. Finalmente, me parece que no debemos llamar a engaño: tras el súbito cambio de algunas diputadas y diputados que ahora no apoyan el préstamo, está una consideración de naturaleza política o peor, politiquera: ganar puntos desde el populismo en las próximas elecciones municipales.

  2. WILLIAM MENESES CHAVERR

    Felicito a Don Bladimir Arroyo por la forma tan puntual que defendió las apreciaciones de la Sra. Lina Barrantes, en contraposición al Sr. William Martínez, quien es parte del montón de dudas que él mismo dice tener pues, que alguien salga a ultranza en defensa de un «Ejecutivo» que deja mucho que desear, dado todas las irregularidades y actos de corrupción de que somos testigos casi a diario, no nos queda más que pensar que es parte de la desinformación con la que desvían nuestra atención. Es muy notorio ver que Don William no aporta nada a la discusión, sino que lo que busca es desnaturalizar la, “prácticamente”, denuncia que hace la supra citada Sra. Barrientos.

  3. WILLIAM MENESES CHAVERR

    Igual criterio me merece Don Ernesto Guadamuz. Aquí lo importante Don Ernesto, es que hay muchos antecedentes de corrupción en este tipo de contrataciones y que el TN no está exento de estos actos que existen desde tiempos atrás con ese mal uso de más de un millón de dolares anuales en salarios para 82 personas, lo que da salarios por casi 700 mil colones mensuales, desde el barredor hasta el director y sin tener producción propia, según nos ha manifestado la Sr. Barrantes y es esto lo que estamos discutiendo. Siempre observo con gran suspicacia a los defensores de proyectos como estos, pues ya sabemos quien es el zorro, pero también quienes son aquellos que insisten en dejar el mismo zorro en el gallinero, para que los de a pie veamos como se engullen las gallinas frente a nuestros propios ojos.

  4. Todo lo que señala Lina, como descripción de hechos y experiencias, es inobjetable. Pero me queda la sensación de que se quedó muy corta en su análisis: más que una póliza, más que la «innecesaria renovación» del cableado eléctrico (¿recién renovado?), el proyecto presentado para solicitar el crédito va muchísimo más allá de una concha acústica. Dado que ella es experta en el tema, me hubiera gustado su opinión sobre la «dedicación exclusiva» del TN como edificio, a las artes y el traslado de toda la administración al edicio anexo, incluyendo el famoso túnel, etc. etc. Muy interesantes los comentarios sobre la burocracia: quiénes son (cantidad de funcionarios-as por categoría), a qué se dedican (oficinistas, ujieres, conserjes, profesionales, etc.) y el costo salarial + garantías sociales de esta «burocracia» que, además, se traga todo el dinero para restauración permanente que provee el impuesto a los espectáculos públicos y que, entonces, se desvía ilegalmente hacia gastos operativos, algo que la Contraloría General debe haber advertido, señalado, objetado o consentido (?)… Gracias a Lina nos enteramos de mucha letra menuda del día a día del TN y sobre todo, de ese afán empresarial o creativo de producción de obras ajeno a su misión (¿de ley? ¿hay una ley que regule al TN?)… Sin embargo, considero este diálogo con Pelé un primer cafecito disfrutado alrededor del tema, no el último.

  5. Un amigo mío me comentó: «No solamente no propone más que usar los propios recursos del TN -que se ha demostrado hasta el hastío que son insuficientes-, sino que además sus críticas son en buena parte absurdas, empezando por comparar un tejido eléctrico en el Melico Salazar con lo que implica TODA la restauración del TN, que incluye una tramoya mecanizada con un motor nuevo, una concha acústica de primer mundo y electrónica, que distribuye el sonido como debe ser, una estructura base en metal reforzado para sostener la concha y la tramoya (que se preservará manual en su mayor parte como parte del patrimonio), y que ahora están sostenida en las paredes del TN (que son de mampostería y no aguantan tanto peso de seguir así), además el sistema contra incendios y la nueva instalación eléctrica recomendada por Bomberos de CR y avalada por el CFIA. Eso sin mencionar el edificio de 5 pisos que se hará atrás para descongestionar al TN de las cargas eléctricas, peso y riesgo (hoy son oficinas, bodegas y afines).»…

  6. «la presupuestación del empréstito del BID estuvo a cargo de expertos en gestión de proyectos»: falacia de autoridad o Magister dixit.
    «El porcentaje dedicado administración está dentro del rango usual en proyectos de cooperación y las condiciones crediticias son también blandas»: falacia lógica del falso dilema.
    «Así que el préstamo debe ser evaluado como tal y cotejarlo con lo que está en riesgo en caso de no aprobarlo.»: igual a la anterior, más non causa pro causa.
    «Finalmente, me parece que no debemos llamar a engaño: tras el súbito cambio de algunas diputadas y diputados que ahora no apoyan el préstamo, está una consideración de naturaleza política o peor, politiquera: ganar puntos desde el populismo en las próximas elecciones municipales.»: Pues igual, no nos llamemos a engaño, y aceptemos que tras ese crédito hay otros intereses no menos desloables que los politiqueros.

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