Los “mercenarios” de “La Legión del Caribe”

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

En estos días de aniversario de la Revolución del 48, siempre me gusta publicar algunas notas sobre ese hecho de nuestra historia. Específicamente, decidí publicar la cronología de los sucesos que se dieron en los 40 días que duró el conflicto, día a día, es decir, una publicación diaria durante cuarenta días; del 12 de marzo, fecha en la que inició la guerra, al 20 de abril, día en que finalizó. Hace unos cinco años ya lo había hecho, solo que en esta oportunidad decidí publicarla en el grupo de Facebook de Fotos antiguas de Costa Rica, que es —por mucho— el que tiene más miembros, cerca de 250.000, por supuesto acompañando cada publicación con alguna fotografía histórica relacionada.

Tratándose de un grupo tan numeroso, pues hay de todo entre sus miembros, y especialmente hay gente mayor; esto es razonable dado que el interés son la fotos antiguas. Mis publicaciones han sido históricas, basándome estrictamente en los hechos acaecidos en esos días. Y claro, como decía aquella canción de Pancho López “y lo que tenía que pasar, pasó…”, se armó la polémica, por que a algunos no les han parecido las notas históricas.

Esto sucede en especial cuando se habla de dos hechos, que son una constante en la cronología, y que cada vez que aparecen, viene el reclamo o la polémica, garantizado. Me refiero a cuando se menciona a la “Legión Caribe” o se utiliza la frase “Revolución del 48”, específicamente la palabra revolución.

Empecemos con la “Legión Caribe”.

Siempre existió un mito sobre una “Legión del Caribe”, pero que en realidad fue un invento de los dictadores de esa época como Somoza y Trujillo, que ante la necesidad de crearse un enemigo salieron con ese cuento de la tal legión. Era algo así como «el coco», que les servía para justificarse en el poder, y de esa forma tener la excusa para reprimir aún más a sus opositores. Pero no pasó de ser un mito. Ciertamente había gente de la región del caribe y centroamérica, dispuesta a luchar por derrocar las dictaduras, pero nada parecido a una legión de tinte militar. Por supuesto había una comunión de ideas democráticas entre varias personas de la comarca, con la idea de derrocar a las dictaduras, pero nada mas; ni por asomo parecido a un ejército supranacional de mercenarios.

En la revolución si existió una “Legión Caribe” (noten que no lleva el ‘del’), pero esta legión era más bien una fuerza especial del Ejército de Liberación Nacional, que se entrenó para la misión de tomar el puerto de Limón en el caribe, de ahí el nombre. Era algo así como —guardando las distancias— un “Seal Team” de la marina de EE.UU. Todos en ese pequeño batallón eran costarricenses, excepto el comandante Horacio Ornes de nacionalidad dominicana, y que por cierto no era ningún mercenario.

Y claro, aquí en Costa Rica, los que perdieron la guerra o sus familiares, es decir, los calderonistas y comunistas, han encontrado muy fácil decir que el ejército de Figueres estaba lleno de mercenarios de la “Legion del Caribe”. ¿Qué bonito no les parece? Ahora resulta que los rebeldes eran una banda de soldados de fortuna extranjeros, y que por supuesto solo vinieron a pelear a Costa Rica por la paga.

Ante tanta desinformación con esto de la “Legión del Caribe”, y para poner las cosas en su lugar, resaltando la verdad histórica; me permito transcribir el siguiente texto tomado del libro “El Espíritu del 48” del propio José Figueres Ferrer:

Además de las armas y el parque, llegaron en esos aviones unos compañeros valerosos, que yo esperaba con los brazos abiertos. Dejo aquí constancia de sus nombres, porque venían a prestarle a nuestra patria un servicio generoso, y si las circunstancias lo exigieran, hasta heroico. Eran ellos: el Coronel Miguel Angel Ramírez Alcántara, Horacio Ornes Goiscou, dominicanos; Capitán Jorge Rivas Montes, Capitán Mario Sosa, Mayor Francisco Morazán; Presentación Ortega, Alfredo Mejía Lara y Francisco Sánchez, apodado El Indio, todos estos hondureños.

En vuelos posteriores llegaron más armas, combustible y municiones. También llegaron más hombres; cito con cariño y gratitud sus nombres: Jacinto López Godoy, Marcos Ortega, el doctor Rosendo Argüello hijo, Francisco Castillo, Octavio Calderón, el doctor Gómez Rovelo, José María Tercero y Adolfo Báez Bone. En la hacienda La Lucha, para entonces, estaban ya dos militares, nicaragüenses exiliados, Edelmiro Isaula y Antonio Salaverry.

Dejo constancia ante la historia de que sólo esos dieciocho idealistas, fueron los compañeros no costarricenses, que nos ayudaron en la Guerra de Liberación Nacional. Quienes hablen de tropas mercenarias en nuestra lucha, están mintiendo. Estos y sólo estos, fueron los compañeros, no ticos, que nos ayudaron en nuestra lucha.

Hasta aquí don Pepe. No hay nada más que agregar, todo está muy claro.

El otro tema es del uso de la frase “Revolución del 48”.

Algunas personas insisten en que lo sucedido no fue una revolución, y hablan que solo fue una guerra fratricida; es más, que ni siquiera fue guerra, solo una escaramuza. Esto lo dicen con una clara intención de minimizar la que hizo Figueres, y todos los cambios que se dieron.

Después de concluir la guerra, Figueres y Ulate firmaron un pacto, que estableció que una Junta Revolucionaria presidida por Figueres gobernaría el país sin Congreso durante 18 meses, emitiendo solamente decretos ley y que convocaría a una Asamblea Constituyente.

Esta Junta se conocería como “Junta Fundadora de la Segunda República”. La constitución de esta mostró que en realidad el objetivo principal de Figueres no fue una mera cuestión de pureza electoral, sino algo mucho más profundo: sus intenciones apuntaban hacia un nuevo proyecto de desarrollo. Se estaba operando un reacomodo de las relaciones entre las clases sociales, y al interior del grupo poderoso económicamente, para sustituir el poder de la oligarquía cafetalera por un sector más dinámico, capaz de diversificar y modernizar la economía. Se transformaron varias instituciones, se fortaleció el Consejo Nacional de Producción, se fundó el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), se nacionalizó la banca, se abolió el ejército y se dotó al país de una nueva constitución, entre otras reformas. Esto sin mencionar el carácter especial y fortalecimiento que se le empezó a dar a la educación, algo que se vería especialmente en años posteriores. En total durante el período de la Junta se emitieron 834 decretos con carácter de ley.

Si lo anterior no es una revolución, no se que lo será. Con toda justicia entonces, es correcto hablar de la «Revolución del 48». Me parece que los que critican el uso de esa frase, lo hacen con el claro objetivo de demeritar la gran gesta de Figueres.

Por supuesto seguirá habiendo gente que hable de los mercenarios de la Legión Caribe o que la Revolución fue solo una guerra civil o escaramuza, y muchas otras cosas. Están en su derecho de decir lo que quieran, pero eso no significa que sea la verdad de lo ocurrido. La historia ahí está, no se puede cambiar; aunque me he dado cuenta que algunos por ignorancia o mala fe, se empeñan en querer distorsionarla.

Si quieren leer sobre la “Legión Caribe” (la de verdad) y su participación en la Revolución del 48, pueden hacerlo aquí. También hay un libro muy bonito titulado “La Legión Caribe (Gloria y hazañas)”. Y si están interesados en ver la crónica completa de los 40 días de la Revolución, pueden hacerlo aquí.

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