Ágora*
Guido Mora
Estamos a punto de concluir el año 2015. Quedan apenas unas pocas horas de este Año Viejo, que nos hemos gastado y hemos utilizado como humanidad, como sociedad y de manera personal. Posiblemente hemos obtenido grandes metas y logros en el transcurso de estos pasados 365 días, pero también quedaron muchos proyectos inconclusos y anhelos insatisfechos.
Ha sido un año difícil para los costarricenses y para muchos otros habitantes del mundo.
En el ámbito global, la violencia sigue imperando y continúa cobrando vidas de seres humanos inocentes. La intolerancia y los dogmatismos religiosos siguen provocando la muerte de cientos de personas y aterrorizando la vida de millones.
Continuamos destruyendo las obras de las civilizaciones que nos antecedieron y deteriorando el ambiente, del que es y será por muchos años, nuestro único lugar para vivir.
En el ámbito económico, social y cultural, el fenómeno de la globalización abarca prácticamente todo el Orbe; aunque los grupos fundamentalistas continúan luchando para evitar perder su influencia y dominio en grandes sectores de la población, que continúan sumidos en la pobreza y la ignorancia.
La libertad de expresión, el acceso a la información, la posibilidad de elegir libremente a los gobernantes en muchos países de América Latina y de ejercer nuestras libertades individuales son entre otros, los aspectos positivos de este proceso que avanza incontrolablemente, de la mano de la tecnología, en esta sociedad en que nos ha tocado vivir y que se mueve a la velocidad de la Era Digital.
La pérdida valores tradicionales, el consumismo, la deshumanización y la internacionalización del delito, son algunos de los aspectos negativos que podemos mencionar y que impactan nocivamente la capacidad de la sociedad de ser más solidaria y más apegada a los Derechos Humanos que deberíamos respetar y fomentar hombres y mujeres, creyentes o no.
En Centroamérica, proliferan las divisiones, cuando deberíamos de ser más unidos.
La demagogia y el oportunismo de Daniel Ortega y su esposa, los mismos que se robaron la Revolución nicaragüense, dan muestras de su incongruencia, deshonestidad y falta de solidaridad, no con un grupo de cubanos, sino con un grupo de seres humanos que requieren del apoyo de nuestros gobiernos para superar las condiciones sociales y económicas que enfrentan, en la empobrecida Cuba.
La posición es equivalente a cerrar la puerta de la casa a una persona necesitada de cobijo, cuando ésta más lo requiere. Sin embargo, a los Ortega poco les importan otros intereses que no sean los suyos. Mantenían las puertas de Nicaragua abiertas a las redes de coyotes, pero cuando el Gobierno de Costa Rica frena a esas mafias, de manera sospechosa cierran la frontera y detienen el paso de miles de personas, favoreciendo a quienes continúan usufrutuando con la desesperación y la necesidad de estos hermanos latinoamericanos.
Los delincuentes -los globalizados y los no globalizados-, mexicanos, centroamericanos y los costarricenses continúan comercializando drogas y enriqueciéndose con la miseria humana que causa el uso de estas sustancias. Desgraciadamente en muchos casos, estas actividades las realizan al cobijo de políticos, empresarios y sectores económicamente poderosos, que son sus socios nacionales y cuyo objetivo consiste en incrementar inconmensurablemente sus fortunas, pasando por encima de los cadáveres de miles de hombres, mujeres y niños.
En Costa Rica, la muerte campea en nuestras calles. Conductores irresponsables y sicarios se matan o eliminan impunemente a otros seres humanos, que por imprudencia o por ambición, pero ante todo por estupidez, continúan creyendo que el narco produce dinero fácil, e ignoran que ese negocio es una puerta a la muerte, pues los narcos no perdonan y cobran cualquier deslealtad con la vida, la propia o la de seres queridos.
El Sector Público se cae a pedazos y los partidos políticos siguen pensando en las próximas elecciones, sin tener claro para que desean alcanzar el poder o que proyectos a corto, mediano o largo plazo, tienen interés de impulsar, para beneficio de todos los costarricenses, pero en particular, para los más empobrecidos.
Como país, cerramos un año en que quedamos debiendo. La humanidad entera queda en deuda con el presente y el futuro, con la falta de voluntad de cambiar y de transformar para bien su entorno.
Con todo y lo anterior, me mueve un profundo optimismo.
El mismo que posiblemente movió a Christiana Figueres, para luchar por la firma de un acuerdo mundial, para mejorar las condiciones ambientales.
El que mueve al Papa Francisco, para solicitar la paz y la reconciliación entre los pueblos.
El que genera un Nuevo Año, el surgimiento de una nueva vida, o sencillamente, un nuevo amanecer.
El optimismo que se sustenta en la esperanza de un futuro mejor para Costa Rica, para Centro América y para el Mundo.
El que me permite invitarlos a cambiar su entorno más cercano, para hacer que el mundo cambie. El que reconoce que si cada uno de nosotros pone su grano de arena, cambiando nuestra actitud personal para que la situación mejore, el mundo poco a poco se coinvertirá en un lugar más agradable para vivir.
Hoy tenemos todos los recursos: económicos, tecnológicos, culturales y sociales, para que juntos podamos construir un mejor futuro para la humanidad. No perdamos la oportunidad de hacerlo todos los días.
Que en este Nuevo Año que apenas comienza, podamos estampar en la página de cada día, nuestro aporte por hacer de nuestro entorno más cercano, un mejor lugar para vivir y para compartir.
Comencemos con nosotros mismos, sigamos con nuestra familia y nuestro trabajo. Tratemos de dar más: más trabajo, más felicidad, más amor, más abrazos, más paz.
Les deseo de todo corazón, queridos amigos y amigas, que el 2016 sea un año en que abunde la salud, la paz y el trabajo. Que estas condiciones nos permitan rescatar los valores que hicieron grande a nuestro país: la convivencia fraterna, la solidaridad y la Paz.
FELIZ AÑO NUEVO Y LOS MEJORES DESEOS PARA EL 2016.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.