Circunloquio [*]
La próxima elección es un parteaguas. Esta vez no estaremos decidiendo entre la izquierda o la derecha, tampoco entre más de los mismo o tal vez algo distinto. El primero de febrero cuando votemos estaremos decidiendo entre autoritarismo y democracia. Votemos emocionados y hagámoslo pensado.
Yayo Vicente
Me parece que, a muchas otras personas decentes, los está llevando la realidad a ideas y luego a posiciones que, en otro momento, les parecieron extremas. Es que estamos llegando a un punto de inflexión, aquellas disyuntivas donde la decisión nos lleva a caminos opuestos, o más bien un camino que sigue hacia un futuro que hemos ido construyendo con paciencia, prueba y error, de buena fe y la mirada puesta en que todos mejoremos y el otro nos lleva de golpe siglos atrás, descartando logros y teniendo que volver a empezar de menos cero.
No es un momento de armas
Don Pepe tomó sin titubear las armas cuando reconoció el escenario en el que habría que desarrollar aquella confrontación. Tanteó varias veces, como buen «gallego» y actuó con convicción y sin duda.
Creo, después de muchísimas discusiones y luego de 77 años, que don Pepe tiene derecho a que digamos que tuvo razón. El detalle es que él lo visualizó cuando nadie más lo anticipaba.
Su visión nos volvió a sacar de un destino que estaba claro y que la mayor parte había aceptado como inevitable. Sin los ojos claros de don José Figueres, las garantías sociales habrían naufragado, pero con él se mantuvieron y profundizaron. Luego las amplió en mucho campo. La Costa Rica de hoy, ¡no cayó del cielo!
La guerra ahora se libra en un terreno distinto, el campo de batalla es el cerebro humano y la guerra es cognitiva. Las armas serán los votos.
En este preciso momento se está luchando, los grandes poderes están luchando dentro de la cabeza de cada uno. Seguir perfeccionando al sistema democrático o una dictadura al estilo Nayib Bukele o Daniel Ortega. Ambas cerquita, la verdad es que en la década de los años cuarenta, también las dictaduras eran los normal en el barrio: Jorge Ubico en Guatemala, Castaneda Castro en El Salvador, Tiburcio Carías en Honduras, Anastasia Somoza en Nicaragua. Era el destino de Costa Rica, que se interrumpió con la Revolución de 1948.
El COVID-19, La guerra de Rusia contra Ucrania, la masacre en Gaza, el riesgo de Taiwán, la humillación que sufre la Unión Europea, la posible guerra civil en los EE.UU., el poder transnacional del narcotráfico y narcolavado, el extraño gigantismo de China, la idea de Euroasia, el desconcierto de un soberbio «occidente» o » mundo libre», deberían ser señales que nos permitan entender que el mundo está en un proceso de renovación y decidir si queremos estar del lado de los tontos, con un país tan lindo, soberano y heredero de astucia, inteligencia, rectitud y principalmente, sentido de la ocasión.
Con las encuestas serias, al día de hoy podemos afirmar que en las próximas elecciones en primera ronda no va a ganar Liberación Nacional (y eso puede ser su entierro, pero yo todavía lo discuto). No va a ganar el Partido Unidad Social Cristiana o lo que pueda entenderse como «calderonismo» (que por cierto nunca fue ideológicamente nada).
Entonces, ¿quién va a ganar?
Desde luego no Fabricio ni Ariel. Queda esa amalgama laxa y maleable que unos llaman rodriguismo y otros chavismos (con sinceridad no entiendo la diferencia de los dos términos) y un mayoritario grupo de electores del “partido ninguno”, que han puesto a los últimos tres presidentes. Lo cierto es que en pocos meses habrá un Gobierno legalmente electo.
Como mi brújula cada día es más vieja, seguro me sirve menos. También soy cada vez más viejo y por eso obedezco menos a un artilugio que apunta en una sola dirección.
La construcción ideológica te dice que el Norte es la dirección a escoger. ¿Cuál es la dirección acertada? El Norte, ¡obviamente! ¿Para dónde vas? Hacia el Norte obviamente. En tu vida tenés que tener un Norte, ¿y por qué no un Sur?, pregunto como el infractor consuetudinario que soy.
Quién te dijo que eso es lo correcto y, sobre todo, quién te dijo que lo otro no es lo correcto, pero especialmente, ¿con qué razones? Descartar ad portas, tampoco ha sido lo mío.
Avanzamos rápidamente sobre cosas que básicamente no entendemos. A los paquetes enlatados, ¿a quién se le ocurre discutirlos? Solo que las señales son claras, el futuro que nos espera será muy distinto al pasado que estamos abandonando.
¡Hay una guerra planteada! ¡Hay una guerra en curso! Hay una guerra cognitiva y su campo de batalla es el cerebro humano y las armas -todavía- son los votos. Se están cayendo las murallas mentales y sin planos, tendremos que reconfigurarlas.
No hay ninguna teoría conspirativa en esto, podemos estar más o menos involucrados en un campo o en el otro, pero la confrontación es innegable. El modelo social y económico de las sociedades humanas que se desarrollaron a finales del siglo XIX, crecieron en la primera mitad del siglo XX y alcanzaron su madurez en los 75 años siguientes, se agotó.
Aunque a algunos no pudiera parecerles, soy un hombre conservador. A mi edad eso es más cómodo. No puedo olvidar ni negaré una juventud relativamente intempestiva, curiosa y muy motivada. Me impulsó una lectura voraz, a una militancia política crítica y apasionada, apenas contenida por una familia cuya sensatez creció lentamente bajo la sombra de los árboles del honor, la victoria, el fracaso, la ruina y la fortuna, para terminar en un sinsabor castellano de lustrosos blasones, venidos a menos, con oscuras platas heráldicas, pero pucheros modestos.
Ni millonarios ni obreros, sólo costarricenses como éramos casi todos. Sigo pensando más con independencia que con soledad. No abrazo fácilmente cualquier idea. Pienso con calma en mi país. También y con más pasión en mi familia. Esta reflexión me parece un poco larga y la voy a aterrizar.
¡Voy a votar por Álvaro Ramos y Liberación Nacional!
No sé desde cuando se fecundó el nuevo orden mundial, la gestación será en el mejor de los casos de un cuarto de siglo y el alumbramiento nos traerá un mundo distinto, ojalá más justo con los seres vivos y menos orientado a la acumulación de riquezas espurias.
Tengamos la sabiduría que guio a José Figueres hace 77 años. No podemos votar para que los achaques del embarazo de un nuevo mundo nos agarren desde un autoritarismo aberrante. Mínimo debemos de proteger y defender lo conseguido hasta hoy y de ser posible avanzar en la dirección correcta. ¡Nada cayó del cielo!