Ocean Castillo Loría
I
Es duro reconocer que, en algunas corrientes políticas y partidos, hay un claro vacío de ideas. En ese vacío, desde el más alto ideal político, es imposible ir en pos de la justicia y la verdad. Esa construcción de ideas, implica ardua investigación y reflexión y en el caso de la política, casi siempre, el cruce inter y trans – disciplinario.
Quizás es por ello, que se ha renunciado a una propuesta integral y ética, tal y como nos lo demanda el reformismo costarricense. Esto nos resulta dramático, al grado que, para muchos analistas y comentaristas políticos, partidos como el Acción Ciudadana (PAC) o el Frente Amplio (FA), son de centro – izquierda (¡Hágame usted el favor!)
Esto se debe a la renuncia ideológica de los partidos tradicionales desde principios de la década de los ochentas, y el “travestismo ideológico” del PAC, quien se presenta en las elecciones como un grupo tendiente al centro a la izquierda, pero termina gobernando más a la derecha que al centro.
A esto hay que unir el hecho, de que esos partidos, se han tornado en servidores de un sistema de dominación, que plantea, una política y una economía egoístas, y una cultura opresiva. En el caso del Partido Liberación Nacional (PLN), yendo de un abrazo al economicismo, hasta llegar a ciertos sectores, que prácticamente son cómplices del actual gobierno PAC.
Por su lado, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que, más que un fuerte basamento en la Doctrina Social de la Iglesia Católica, defiende tesis de orden liberal; y el PAC del que ya hemos referido, en su “relativismo o vacío ideológico”.
Así, nuestra política ha dejado de servir a las mayorías (Hace unas semanas una madre joven y trabajadora me decía: “los presidentes que valían la pena, eran el Dr. Calderón Guardia y Don Pepe”); nuestra economía, ha dejado de buscar la meta de la solidaridad (El ajuste a nuestra hacienda, ha sido cargada sobre las clases medias y bajas) y nuestra cultura es alienante: “sociedad del espectáculo” (Como diría Mario Vargas Llosa), arrodillada al consumismo.
De ahí que, desde hace tiempo ya, hemos venido planteando la idea de la imperiosa necesidad de una síntesis vital y calificada, capaz de un humanismo, alimentado por una lógica interdisciplinar, que nos lleve a una responsabilidad de servicio y solidaridad.
Esa responsabilidad, trae vida, dignidad, paz, fraternidad solidaria y justicia liberadora, con los sectores oprimidos del sistema. Se trata pues, de una solidaridad profunda: ¿Cómo pueden hablar nuestros políticos de servir, cuando siempre han sido servidos en sus intereses particulares?; ¿Cómo pueden hablar de una economía solidaria, cuando han sido beneficiarios de una economía egoísta?
Solo como ejemplo, es increíble, que precandidatos presidenciales, con aspiraciones de unos pocos días o pocas semanas, sean capaces de ser financiados por millones de colones, para la inscripción de sus postulaciones.
Recuerda uno el decir de nuestro pueblo: “el que paga la música, manda el baile”: ¿Quién o quiénes, mandarán el baile de esos postulantes?: los sectores populares, no. El bien común, no. El bienestar del mayor número, no.
¿Cómo son capaces de hablar de pobreza y pobreza extrema con “sus panzas llenas y sus corazones contentos” ?; ¿Cómo son capaces de hablar de reactivación económica y emprendedurismo, cuando en el fondo, muchos son mantenidos como testaferros de los grandes poderosos del país?
¿Con estos políticos, cómo puede concretarse una ética de la compasión, una ética de la misericordia?; ¿Cómo puede con ellos, concretarse la justicia?; ¿Cómo pueden esperar liberación los pobres y las víctimas del sistema de dominación?
Se termina gobernando para los más poderosos y para los productos sociales de ese sistema. Una sociedad arrodillada a la riqueza, al ser rico, a la violencia…
La cuestión se torna tan dramática, que, si las cosas no “salen como algunos quieren”, son capaces de hablar de fraudes (Recuérdese la precampaña del PLN del 2017) o de “recetas únicas, para la solución de los problemas del país” (Recetas por lo general autoritarias y anti democráticas)
Así pues, un modelo reformista, propone la intervención del Estado en la economía, de cara a buscar la igualdad de oportunidades, así como una justa distribución de la riqueza, lo cual no excluye, el protagonismo de las personas y los pueblos, como sujetos de su movilización y promoción.
Claro está, en términos ideológicos, un especial énfasis se debe hacer en la liberación de los pobres. Decimos que debe hacerse un especial énfasis, porque con ellos de lo que se trataría no es solo de intervenciones específicas, sino de políticas públicas universales, en pro de la apertura de oportunidades. Lo que, a su vez, implica un cambio profundo en el sistema: una política para el servicio y una economía para la solidaridad.
Es aquí donde gobernar, se convierte en un verdadero arte: esto, porque se trata de identificar el bien común y volcarlo al bienestar del mayor número: esto es clave, porque en la racionalidad económica, los recursos son limitados y las necesidades ilimitadas.
Así las cosas, en Costa Rica, lo fundamental, es la reactivación económica: para ello, es esencial, el elemento del trabajo. Pero no de cualquier trabajo: los postulantes presidenciales, los partidos políticos, deberían decirnos cómo van a reactivar la economía con trabajos dignos (Trabajos decentes, nos diría la Organización Internacional del Trabajo); trabajos en las que los obreros tengan todos sus derechos, con un salario justo, por encima de la acumulación del capital.
Aquí es donde un modelo reformista se opone con claridad a una visión economicista, monetarista o neoliberal:
- Tanto desde el socialismo utópico, como del socialcristianismo, se habla del destino universal de los bienes (Es curioso, valga decir, que los socialcristianos costarricenses, hablen poco o nada de este tema)
- Asimismo, tanto la socialdemocracia, como el socialcristianismo y el socialismo costarricense, no renuncian a la equidad en la distribución de los recursos (Por cierto, que, de nuevo, uno no oye a socialcristianos hablar de una especificidad en este tema, muy propia de la Doctrina Social de la Iglesia: esa distribución, está por encima del derecho a la propiedad)
- Se trata de construir una ética para regular el mercado y la propiedad (En dos platos: un capitalismo regulado, como el que se vivió en Costa Rica, desde Calderón Guardia, hasta Daniel Oduber)
- Esta dinámica, no niega la importancia de la autogestión, con lo que las empresas, se pueden inscribir en un ambiente de cooperación.
- El modelo reformista conduciría a un ambiente comercial justo y a un sistema bancario, que combatiese la corrupción: con ello, se combatiría la especulación y la usura.
- En todo este marco, juegan un papel fundamental, las organizaciones populares, aquellas que buscan una democratización de la propiedad, el trabajo, la vivienda etc.
Tal como se puede comprobar, frente a las ideologías del neoliberalismo y el socialismo del siglo XXI, una socialdemocracia, con claro espíritu cristiano, puede lograr una mejor Costa Rica…
II
El problema que ha encontrado el reformismo en Costa Rica, es, que, para ir concretando esta realidad, es fundamental volver a la formación política, tema que se ha abandonado, lo que a su vez, ha producido que en nuestros partidos tradicionales, se termine cayendo en el pseudo progresismo y en el relativismo ideológico.
Quizás por ello, muchos de nuestros postulantes (Hablamos aquí, específicamente del PLN), no saben ir a las causas y las raíces de los problemas, de los males, desigualdades e injusticias de todo tipo. Lo más sorprendente, es que varios diputados de nuestra Asamblea Legislativa, hoy con gran frescura, se están presentando como precandidatos presidenciales. Esto por no hablar hasta de, ex Presidentes.
Ellos se tornan incapaces para la identificación de las organizaciones socio – históricas, que generan la violencia estructural en Costa Rica, no en balde, como forma discursiva, uno de los precandidatos, habla de que “lo ayuden a generar el ‘milagro’ costarricense”, pero no se trata de “torcer las leyes naturales, para lograr cosas extraordinarias”; se trata de, basados en el estudio de la historia y la realidad del país, generar planes y programas que permitan identificar el bien común y volcarlo en el bienestar del mayor número.
Pero contrario a esto, muchos candidatos (Los mismos que por “arte de birlibirloque”, obtienen financiación para su campaña), se entregan a la “magia” de imágenes creadas por la propaganda y, dejan de lado los planes y programas, al grado que, hay candidatos que ganan elecciones y no saben que ideas llevan (o si las llevan). Y otros, buscan “golpes de efecto” con propuestas hasta demagógicas (Nos ha sorprendido, como un precandidato liberacionista, en su propaganda en Internet, promete pagar salario a las amas de casa, propuesta que fue hecha por un partido minoritario, a principios de la década de los ochenta, por un candidato, que algunos comentaristas políticos de aquel momento, calificaron como “fuera de sus cabales”)
El gran riesgo en esta campaña, es que hay sectores intolerantes, corruptos, gustosos de la opacidad y enamorados del “maquillaje de la propaganda”, que construyen discursos con tesis totalmente contrarias a lo que quieren y aspiran.
Son los que hablan de independencia de poderes, pero a la hora de la hora, no creen en ella; son lo que creen que la gobernanza democrática (O no democrática), se logra diciendo que se tienen gónadas para la toma de decisiones: ¿El resultado de todo esto?: pobreza, desigualdad, exclusión, crisis de salud y educación, inseguridad, saqueos en el Estado y corrupción.
Este no es tiempo de postulantes genuflexos. De aquellos que llenos de miedo, pidieron permiso y luego se quedaron solos. De aquellos que pidieron permiso y ahora en “una opereta pseudo democrática”, reciben apoyos de los que se decía, querían cosas diferentes para el país, pero terminan adhiriendo a las mismas caras y a los mismos intereses.
Este no es momento de precandidatos que tuvieron su tiempo y pretenden regresar al poder, presentándose como demócratas modernos, pero cuyos grupos a los que sirven, desean medrar del poder, casi que como en los tiempos del medioevo.
Este no es el momento de precandidatos, que, con labia (Construida por sus asesores de imagen), generan altísimas expectativas en el electorado, para luego (Por sus frutos se les conoce), generar choques con la oposición y muy posiblemente, luego abrazar un proyecto político, contrario al reformismo socialdemócrata.
¿Cómo explicar que políticos de este talante estén arriba en las encuestas?: por ello, así como en el 2018, no creímos que los mejores postulantes a la Presidencia fueran “los Alvarados”, no creemos que hoy, las caras recicladas, sean las mejores opciones para el país.
Por si fuera poco, se va generando una especie de despecho como motivación de voto: votantes del PLN que se sienten traicionados, votantes del PAC, que se sienten traicionados: traicionados por la mentira y la corrupción (A esto colabora, creemos nosotros, los eventos más recientes, presuntamente relacionados con actores políticos pertenecientes al PLN)
Creemos que, si bien es cierto no es fácil despojarse de esa sensación, corresponde a las dirigencias y a las bases partidarias, el no volver a ser manipulados, por aquellos que los utilizaron en el pasado…
Creemos que los miembros de las universidades públicas y del sector público en general, deben sentirse así, respecto al actual gobierno del PAC, porque aquellos en los que pusieron su confianza, les apuñalaron.
Por ello, estas fuerzas, que, en algún momento, se movieron al compás de la polarización artificial generada por el oficialismo, deberían posar sus ojos, en opciones verdaderamente reformistas y tranquilizadoras, como el Movimiento Esperanza Nacional, liderado por Claudio Alpízar, los cuales, se ubican en la lógica del modelo reformista, que en este texto hemos citado.
Mas para lograr concretar ese modelo, este Movimiento se propone una verdadera limpieza del PLN, porque ya no se tolera más, la corrupción ejercida por los grupos que han tenido el poder, ya no se tolera la incapacidad ejercida por las cúpulas ineptas de construir una palabra y una obra creíble, dada la negativa de sacrificar a quienes han actuado mal en la palestra pública.
El resultado de esta situación, es que lo que se consideraban las bases sociales de voto “duras”, del PLN, se han diluido; y eso no se resuelve diciendo que: “el hijo del caudillo, es igual al caudillo” o “que yo me formé con don Pepe y con Daniel” o que, “mi alianza es con la gente”. Por ese camino: “votar es botar”.
Es un voto de riesgo, (“Votar es botar”): cuando se olvidan los frutos de quienes han estado ya en la palestra política; de quienes hablan de modernidad o posmodernidad, pero al final en su incapacidad, terminan lanzándole la culpa a “la ingobernanza democrática”; o aquellos que se presentan “a la última moda intelectual”, pero terminan siendo grandes teóricos “prisioneros de sus libros” (Cosa que desaconsejaba, por cierto, Roberto Brenes Mesén)
Estos y otros precandidatos, se creen una especie de “San Jorge”, que deben luchar contra dragones: esos dragones que ellos se hacen en su mente o los que les hacen sus asesores propagandísticos: los dragones de la oposición (Aunque los opositores, tengan más fe en la democracia que ellos mismos); los dinosaurios de lo que supuestamente “es viejo y debe ser desechado” (En esto compartimos unas palabras, que alguna vez, nos dijera Claudio Alpízar: “Si lo malo en Costa Rica, no es que se deba buscar lo novedoso, sino, que lo que hacíamos bien antes, lo dejamos de hacer”. Claro está, es una paráfrasis)
La cuestión se torna tan “patas arriba”, que ahora resulta que los que tienen cuestionamientos éticos, son los más capaces para gobernar, que los cómplices del desmadre que hoy vivimos, son los que nos van a salvar del caos.
Aquí es donde los mercadólogos ejercen su “magia” y por desgracia, encuentran un pueblo manipulable como el costarricense, como ya lo hemos dicho en este texto. El electorado ya no desea a los que recientemente los han traicionado, pero por mercadotecnia política y propaganda, los que ya han mostrado sus frutos, resulta que “tienen los contactos” y la “experiencia” para gobernar. Pero como lo decía hace poco Claudio Alpízar: “Algunos identifican experiencia con mañas. Ahí les quedo mal, no la tengo, señores”.
Así las cosas, el Movimiento y el líder mencionado, no llama a “un voto de riesgo”, a un “voto de flaca memoria”, a un “voto del no me acuerdo o no quiero acordarme”: existe la opción de votar con y por la esperanza.
Lo contrario, es apostar a lo que apostaron muchas democracias: “frente a la inestabilidad del gobernante y sus ideas, está la solidez de la institucionalidad democrática”: el punto es, que en Costa Rica, desde 1990, conforme se va profundizando el modelo economicista, se va perdiendo fe en la democracia. Hagamos un somero repaso:
- Protestas ante las medidas monetaristas del entonces Ministro de Hacienda, Thelmo Vargas (Administración Calderón Fournier)
- Dos años de choque con la oposición y dos años de intentos de profundización neoliberal, con protestas ante el Pacto Figueres – Calderón (Administración Figueres Olsen, quien hoy, por cierto, es precandidato presidencial)
- Las protestas contra el “Combo del ICE” (Administración Rodríguez Echeverría)
- Parálisis gubernamental, ante las movilizaciones contra las negociaciones iniciales del DR – CAFTA y protestas ante la apertura del servicio de revisión técnica vehicular (Administración Pacheco de la E.)
- Polarización de la elección del 2006, por apoyo o rechazo del DR – CAFTA, aprobación “a golpe de tambor”, de ese Tratado y sus leyes complementarias (Protestas incluidas) (Segunda administración Arias Sánchez)
- Focalización de políticas contra la pobreza, escándalo de “la trocha fronteriza” (Administración Chinchilla Miranda)
- Pacto con sindicatos para evitar protestas y escándalo del “cementazo” (administración Solís Rivera)
- Protestas por primera reforma fiscal, escándalo “UPAD”, protestas por posible acuerdo con el FMI (administración Alvarado Quesada)
En lo que refiere al PLN, es de hacer notar que, después de la administración Figueres Olsen, al partido le costó regresar al poder (Se pierden las elecciones de 1998 y 2002) y luego de la administración Chinchilla Miranda, se han perdido los procesos de 2014 (Con retiro de “hecho” del candidato J. Araya Monge) y del 2018 (Donde el PLN, ni siquiera llegó a la segunda ronda electoral)
Así las cosas, desde 1990, se viene en un proceso de aceleración y resistencia (Que se viene debilitando desde “la reforma a la reforma procesal laboral” y la realidad de la pandemia) del modelo economicista.
Entonces, como desde siempre lo hemos sabido en las tiendas del reformismo: la democracia es más que ir a votar, la democracia es más que la democracia política, entendida como sufragio: la política (Lo diría el maestro Maurice Duverger), es integración y es conflicto.
En el caso del PLN, la integración ha sido clara dentro de un escenario de presunta polarización:
- Los que se han adherido a Carlos Ricardo Benavides (Que parece la apuesta del Arismo)
- Los que se han adherido a José María Figueres Olsen (Sectores propios de esa corriente, algunos presuntos o reales “anti Aristas” y uno que otro, que estuvo en un bando y se pasó al otro)
Pero lo cierto es, que esta precampaña del PLN, va más allá de esa presunta polarización: como lo ha dicho el precandidato Claudio Alpízar Otoya: el Movimiento Esperanza Nacional, está dispuesto al debate de diversas perspectivas, de ideas, al intercambio de argumentos. No en balde, el programa de acción política, que más sólidamente fue presentado en el proceso de inscripción de precandidaturas, es el del Movimiento de Alpízar Otoya.
Así las cosas, votar no es democracia. Quizás, sí sea uno de los primeros pasos para su construcción.
Lo paradójico, es que, en muchas ocasiones, un electorado manipulable y francamente desesperado, le abre las puertas a aquellos, que usan la democracia, para luego, en el ejercicio del poder, tener rasgos autoritarios (“Tener gónadas, dicen algunos); ya lo sabemos (Tenemos casi 8 años de estarlo viviendo): los errores del electorado en democracia, cuestan muy caro, carísimo.
Estamos en plena precampaña, vamos hacia las elecciones del 2022: si queremos reconstruir la democracia social, rescatar a los sectores populares (Los medios y los menos favorecidos), debemos ejercer el voto y las libertades con responsabilidad: “votar por botar” tiene consecuencias: no pueden salir unos corruptos, para que entren otros, no pueden llegar al poder, aquellos que por “quedar bien”, ofrecen cheques en blanco, a costa del bien común y del bienestar del mayor número.
No podemos volver a vivir el fenómeno que tenemos por lo menos 30 años de vivir:
- Los que prometen una cosa y hacen otra.
- Los que prometen trabajo y es lo que menos conocen.
- Los que han sido cómplices de nuestras desgracias, y hoy, se nos presentan como los que tienen las soluciones a los problemas que ayudaron a crear.
¿Qué alternativas tenemos ante la situación que vivimos?: rescatar la decencia, y miramos desde ya, una alternativa en la papeleta de la convención del PLN: es Claudio Alpízar Otoya, es el Movimiento Esperanza Nacional. Esto, no es cosa de apellidos o de lealtades mal entendidas. Es el rostro, de la valentía y la dignidad. Es el rostro de una corriente firme en sus propuestas y clara en la misión que debe asumir: la de defender Costa Rica.
Tenemos la oportunidad de escoger al Movimiento y a Alpízar: así botaremos a los corruptos y votaremos por un mejor presente y futuro, sin miedo y sin permiso.