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Welmer Ramos González
Hace unos dos meses atrás una de las “empresas que vende información confidencial” tenía un puesto en una feria de Pymes, ¡sí, en una feria de Pymes! Me acerque al stand para averiguar cómo funcionaba el asunto. Un señor me informó que, si yo firmaba un contrato extenso, en que les autorizaba a vender casi a perpetuidad mi información, me daban a conocer mis datos personales que ellos venden; o tenía la alternativa de pagar US$15 y no firmar el contrato. El señor me aconsejaba que, consultara al menos una vez al año sobre mi información para que corroborara que estaba correcta, ¡qué cinismo!
Otra anécdota. Don Chepe Rojas, es un señor que califica dentro del grupo de pobreza, por años ha gestionado un bono de vivienda. A como pudo, consiguió un lote de solo 140 metros en la zona norte, con miles de sacrificios, “gambeteando la pobreza”. Y le adjudicaron el bono para vivienda, pero le faltaba al menos ¢1 millón, para hacer un pequeño muro y evitar que una escorrentía le afectara la casa en invierno, pidió al ente financiero donde tramitó el bono, el millón de colones y le dijeron que en 8 días tendría el primer desembolso del bono y el préstamo. ¡Que alegría! Había hecho las zanjas para colocar las bases de la casita y preparado madera que le había donado unos familiares y amigos.
Llegó el lunes del primer desembolso y, le dijeron que el asunto iba mal que no había préstamo y peligraba el desembolso. La razón es que apareció en un “buró de crédito privado” una deuda vieja, de 6 años atrás, donde estaba moroso y que tenía que ponerse al día o se le denegaba su operación. Al apersonarse al almacén comercial, donde le indicaron que debía el dinero, le informaron que al principio fueron ¢25.000, pero que con el pasar del tiempo: intereses, multas, gastos de cobratorios legales, ahora debía un poco más de ¢250.000, y que la deuda se originaba en una fianza que Don Chepe había dado a un cuñado por la compra de un celular. Si Don Chepe no pagaba lo indicado, le advirtieron, no había préstamo.
Legalmente la deuda estaba vencida, el cuñado dice haber pagado hasta el ultimo cinco, nadie le avisó a Don Chepe de cobro alguno, en seis años ya no había papales en manos del cuñado. Pero nadie en la familia de Don Chepe sabe de leyes y el financista dice: “o se pone al día con el almacén o no va su operación”.
¿Y quién defiende a Don Chepe? ¿y quién lo defiende a usted de la venta de su intimidad? Nadie, porque los burós de crédito vendedores de datos personales parecen ser ignorados por la SUGEF, por la Agencia de Protección de Datos de los Habitantes, por el CONASSIF, y mercantilizan los datos personales de los costarricenses en total impunidad.
¿Y de dónde recogen los datos esos buros de crédito? No puede ser por medios legales, porque entregar esos datos es ilegal, tienen que ser hackeados, pues si no lo son, hay delito de parte de quien los vende, del buró que los comercializa y de los entes que los compran con total conciencia de que es ilícito.
Pero lo paradójico es que la SUGEF se preocupa porque se utilicen datos para realizar investigación que servirá para la toma de decisiones de política económica por parte del BCCR. Qué extraña actitud ante un ente serio que ha garantizado siempre la custodia de los datos, que es parte del Sistema Nacional de Estadística, y máxime si los datos son para realizar investigaciones.
No puede ser que la SUGEF y la Prodhab, se muestren pasivas ante la comercialización de datos personales por parte de un mercado perverso y muy activos en impedir el uso noble de los datos.
Es necesario que el BCCR realice investigación que revele: cómo está distribuido o concentrado el crédito, posibles burbujas especulativas, los desbalances de precios entre sectores y entre usuarios, que se demuestre qué tan competido es el mercado financiero, además de las obligaciones con el Fondo Monetario Internacional, entre otras cosas. Ahora, si la SUGEF y el CONASSIF generaran investigación importante para la toma de decisiones, pues no debería duplicarse, pero no hay evidencia, ni tradición de que escudriñan los datos de manera investigativa.
El BCCR tiene un historial transparente y creíble en el uso de información personal, maneja sistemas como el SINPE Móvil, MONEX, Central Directo, las cuentas nacionales, la firma digital de todos los y las costarricenses, custodia y administra la información de los bancos y entes financieros que capturan y usan todas superintendencias; sin nunca haber sido hackeado. Por todo lo anterior, es que, en el pasado reciente, al unísono las cámaras empresariales solicitaron que fuera el BCCR el que custodiara el “Registro de Accionistas” de las sociedades anónimas.
En resumen, si la información personal de los costarricense se vende por ahí a diestra y siniestra, solo falta que pretendan que el BCCR la compre en el perverso mercado que han dejado por la libre, para poder realizar sus investigaciones.
