Carlos Revilla Maroto
Uno de los personajes de la segunda mitad del siglo XX en Costa Rica fue sin duda Johnny Echeverría Brealey. Figura polémica por decir lo menos, fue uno de los actores principales de la vida política del país durante el Gobierno de Rodrigo Carazo Odio, en el cuatrienio de 1978-1982. Fue conocido siempre como Johnny, pero en realidad su nombre era Juan José.
Conozcamos un poco de su trayectoria política y como servidor público:
La figura de Echeverría empezó a destacar cuando fungió como uno de los primeros secretarios generales de la juventud liberacionista, además de líder universitario.
Con solo 22 años de edad fue nombrado agregado comercial en la embajada de Costa Rica en Israel, en el Gobierno de Francisco J. Orlich, el recordado don Chico.
En 1969 junto a Rodrigo Carazo y otros dirigentes, abandonó el Partido Liberación Nacional, después que Carazo perdió la elección interna frente a José Figueres Ferrer, para escoger el candidato presidencial en las elecciones de 1970, en la que resultó electo Figueres para un tercer mandato presidencial. Ya En 1970 fundó junto con Carazo el Partido Renovación Democrática (PRD), que participó en las elecciones de 1974, donde salió electo diputado por ese partido, que luego se uniría con otras agrupaciones en la Coalición Unidad que ganó las elecciones de 1978, y que posteriormente pasaría a ser el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
En 1978 la Coalición Unidad con Rodrigo Carazo como candidato ganan la presidencia de la República, y Echeverría Brealey participa en el Gobierno. Su labor le marcó su trayectoria pública. En 1978 se convirtió en el primer “superministro” del país, al encargársele la tarea de fusionar dos carteras y crear un despacho llamado fugazmente ministerio del interior (seguridad y gobernación), cargo que ejerció entre 1978 y 1980.
Eran tiempos de la revolución sandinista en Nicaragua, y en la frontera norte de nuestro país se vivió intensamente la lucha contra Anastasio Somoza. El flamante ministro del interior tuvo entonces un papel protagónico.
En ese tiempo se le denunció e investigó por supuesta tenencia de armas prohibidas, pero, tras un juicio penal, fue sobreseído en abril de 1981.
También debió enfrentar al Congreso cuando el liberacionista Armando Arauz, entonces legislador, solicitó un voto de censura en su contra por la presunta desobediencia a la Constitución Política. El ingreso irregular a territorio nacional de dos helicópteros artillados y de 35 miembros de la Fuerza Aérea de Estados Unidos provocó el escándalo. No obstante, la solicitud de Arauz no caló hondo en la Asamblea y fue rechazada por 25 votos contra 19. Sin embargo, en octubre de 1981, los mismos legisladores aprobaron una condena moral, que tácitamente fue un voto de censura contra el presidente Carazo, el ya exministro Echeverría Brealey y otros funcionarios de la época, por un caso relacionado con armas.
Mediante un masivo «puente aéreo» encabezado por Echeverría, durante su gestión como ministro, salieron de Cuba en 1980 más de 3 000 refugiados hacia Costa Rica. El ingreso de cubanos generó un escándalo político y provocó nuevamente la intervención de los diputados. Conocida como la investigación del “tráfico de almas” en ella fueron cuestionados una serie de funcionarios del ministerio del interior al mando de Echeverría. Finalmente dejó su cargo en mayo de 1980. Ahí finalizó su carrera pública pues, nunca volvió a ocupar algún cargo.
Estuvo en prisión por hacer gestiones para otorgar visas a cubanos. En 1993 fue la última vez que habló acerca del tema por mucho tiempo, cuando se inició una indagación oficial sobre el incremento en el ingreso de cubanos al país. Incluso reconoció que gozaba del privilegio de estar inscrito como notario en la isla, que solo le otorgan a unos pocos extranjeros amigos del régimen. “No soy una institución de beneficencia”, declaró a la prensa en esa oportunidad, cuando se le consultó sobre el cobro de entre $1 000 y $4 000, que aceptó hacer.
Su huella también incluye la participación como mediador en varios secuestros internacionales. Precisamente, en abril de 1986, el exfuncionario medió en el plagio de la joven colombiana Camila Michelsen, hija de un acaudalado financista de esa nación. Pero ya en 1983 Echeverría había gestionado la liberación de dos ingenieros alemanes capturados por guerrilleros colombianos. Algunas de las negociaciones las realizó por medio de anuncios impresos en diarios nacionales.
Escribió su verdad en el libro “La guerra no declarada”, un relato de la historia de Costa Rica contada por alguien que vivió esa época tan difícil para Nicaragua y Costa Rica. Figura polémica, su vida estuvo marcada por sombras y luces.
Le dejo a los lectores juzgar su trayectoria.
Hice una pequeña galería de fotos tomadas de su libro, que ilustran su participación como ministro.
Algunos datos tomados de un artículo del periódico La Nación