Monólogos con Pelé *
Lina Barrantes Castegnaro
Quiero aprovechar el escándalo provocado por la filtración selectiva de algunos documentos de un bufete panameño para hacer una reflexión sobre la prensa en general, en Costa Rica. Digo selectiva, por que ya en el mundo se ha ido denunciando que no aparecen nombres de ciudadanos de varias nacionalidades en esas listas.
Introduzco el tema recordando que una organización internacional, con muchos periodistas y medios afiliados alrededor del mundo, obtiene de manera ilegítima una serie de documentos. Lo primero que cabe preguntarse es si el fin justifica los medios. Mi respuesta inicial es que la información que desnude la presunta comisión de un delito, debe ser divulgada. Pienso en casos donde la prensa ha jugado un papel importantísimo en nuestro país, como en el de Leonel Villalobos, de Miguel Angel Rodriguez, o de Rafael Angel Calderón. Pienso en el papel fundamental que juega la prensa en los países grandes. En Watergate, en la BBC, en Le Monde. La prensa es tan importante que mueren muchos periodistas al año en el ejercicio de su profesión. Ser periodista serio, se ha convertido en un oficio de alto riesgo.
No quiero entrar en el fondo de la filtración tampoco. La parte jurídica está clarísima: no hay delito. Me interesa más bien, el penoso tratamiento noticioso, que de esta noticia hizo el Semanario Universidad.
Empiezo por subrayar el hecho que el Semanario Universidad, al ser financiado por la Universidad de Costa Rica, es decir, por todos los que pagamos impuestos en este país, no es un negocio. No es un periódico cuya meta sea vender. Su objetivo es educar, o contribuir a la educación del costarricense. En ese escenario, la publicación de un pagina full color en La Nación, me chocó. Casi nunca leo La Nación. Me niego a comprarla. No me gusta su línea de pensamiento. No respeto la mayoría de su trabajo periodístico, por lo tanto, el como los accionistas de La Nación invierten su dinero en hacer mal periodismo no es problema mío.
Me indigna cuando Telenoticias hace un noticiero con 23 minutos de incendio y 20 de deportes. Me indigna pero tampoco es mi problema, mas allá de que me gustaría poder saber que pasa en Costa Rica. El interés de saber que pasa en el mundo, puede satisfacerse con medios serios. Para eso existe TV5, la BBC, y la TVE Española entre muchas otras.
Sin embargo, cuando el Semanario Universidad publica una lista de personas obtenidas por una filtración selectiva, sin hacer ninguna investigación, me enfermo. No solo por que yo estoy financiando el espectáculo, sino por que la esperanza de que el periodismo cambie en este país y sea serio, está en la Escuela de Comunicación de la universidad más importante del país. Me enfermo por que esa esperanza se desvanece. Hoy con los Panama Papers, el Semanario Universidad desaprovecha la oportunidad de hacer una investigación seria, y de hacer buen periodisno de denuncia, y que sea justamente de esa Universidad, de la que todos debemos sentirnos orgullosos, desde donde salga una investigación que mueva los cimientos del país. Pero no. El Semanario se limita a hacer un show. A publicar un espacio en La Nación para ver si venden más, y vendieron. Ni siquiera corrobora si el segundo apellido de un denunciado es el suyo (Alfredo Volio). No corrobora si alguien honorable como Rodrigo Alberto Carazo aparece por algo que hizo en el ejercicio de su profesión, o por que tiene una cuenta en Panamá. Tampoco averigua si quienes tienen sociedades allá, las usan por que hacen negocios allá. Como bien dijo Eduardo Ulibarri –otro de los costarricenses honorables mencionados a la pura bulla- lo deja a él a nivel de Putin. El Semanario disparó y ni siquiera preguntó después. No corrobora si Lalo Baruch aparece por que en su función de Ministro de Hacienda hace ya muchos años trató de averiguar algo para el bien del país, o por que tiene plata
allá. Ojala que al mismo Baruch esto le sirva de lección, por que el medio del cual es propietario (CRHoy), hace exactamente lo mismo: enloda honras ajenas y ni se despeina al hacerlo, sin ninguna ética, y sin ninguna investigación seria.
Por eso es tan doloroso que el Semanario Universidad haya hecho esto. Por que, al menos en mi caso, esperaba mucho más de ellos. Siempre espero más de la UCR. No esperaba que el trabajo hecho por Amelia Rueda, un medio comercial, fuera mucho más serio que el de un medio académico.
* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.
Muy bien Lina, la felicito.