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Carlos Revilla Maroto
Como ya les he contado gran parte de mi vida, desde la niñez, viví en barrio Otoya en San José. En ese entonces estudiaba en la Escuela Buenaventura Corrales, que quedaba muy cerca de mi casa. La ruta más rápida, que por cierto la hacía en 7 minutos exactos, para ir a la escuela, me hacía pasar siempre por la famosa Casa Amarilla, actual sede del ministerio de relaciones exteriores y culto. De hecho cualquier ruta que siguiera irremediablemente era pasando por ese lugar.En aquellos tiempos, no le habían construido el pequeño muro perimetral exterior, por lo que uno de los pasatiempos, era meternos en una especie de foso que rodea el edificio. En más de una ocasión salí escoltado por alguno de los policías que cuidaban el ingreso. También la manzana donde está ubicada, no era como ahora, que toda es parte de un complejo de edificios y áreas verdes de la cancillería, que comprenden la Casa amarilla, el Instituto del Servicio Exterior de Costa Rica, el edificio conocido como de Taiwan (fue quien lo donó), donde están las Direcciones, incluida la de Servicio Exterior, y la Plazoleta de La Libertad, de la que les hablaré más adelante.
La semana pasada estuve por ese sector y me pareció una bonita idea escribir sobre la historia del edificio de la Casa Amarilla, que por cierto tiene mucha y muy interesante, y también de otras curiosidades y datos del resto del complejo.
Como seguro casi todos saben, La Casa Amarilla está San José, en avenida 7 y calle 11, en el costado norte del parque España, en el distrito Carmen, del cantón central de San José.
Fue construida gracias a una donación del señor Andrew Carnegie, exitoso hombre de negocios estodounidense, quien al retirarse, dedicó el resto de su vida a la filantropía; ello, aunado a su amistad con el canciller costarricense de la época, Luis Anderson, permitió que Carnegie pusiera a disposición de la Corte de Justicia Centroamericana, primer tribunal internacional de justicia del mundo, la suma de cien mil dólares para construir su sede en Cartago; el edificio fue destruido por el terremoto de Santa Mónica de 1910, que devastó la ciudad, justo antes de su inauguración. En noviembre de ese mismo año, Carnegie realizó otra donación similar, con la condición que el nuevo inmueble fuese construido en una ciudad distinta y que el arquitecto fuera un estadounidense de su escogencia. El elegido fue Henry D. Whitfield, quien además era cuñado de Carnegie.
Para la construcción se eligió un predio ubicado cerca del Parque España, en San José, en el incipiente Barrio Otoya. La construcción del Palacio de la Paz finalizó en 1916, no obstante, la Corte no llegó a sesionar en él, ya que para ese año había expirado el convenio internacional que la sostenía. Al no ser renovado éste, Costa Rica solicitó a los demás países centroamericanos su aprobación para utilizar el inmueble, el cual fue concedido. Luego de finalizar su construcción, el edificio pasó a ser conocido como Palacio Carnegie, Castillo Amarillo o Casa Amarilla, siendo este último nombre el que predominó, debido a la coloración de sus muros.
En 1919, se estableció en este edificio el Despacho Presidencial. En 1921, fue trasladada la Secretaría de Relaciones Exteriores, que estaba ubicada en La Plaza de la Artillería en el edificio de La Factoría, donde actualmente está el Banco Central. Desde 1922 y hasta la fecha, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto lo ha utilizado como su sede.
En honor de Carnegie hay un busto en el parque España. Como dato curioso sobre Carnegie, el también donó el dinero para la construcción del Palacio de la Paz en la Haya, originalmente sede de la Corte Permanente de Arbitraje y ahora de la Corte Internacional de Justicia.
El edificio es un inmueble de arquitectura neocolonial con decorados neobarrocos. Tiene una elegante puerta principal de estilo barroco. A ambos lados posee otras dos puertas laterales también barrocas, pero más sencillas que la principal, idénticas entre sí. Es considerado vestigio fundamental de la herencia urbana costarricense, fue declarado Monumento Nacional el 17 de septiembre de 1976 y es patrimonio histórico-arquitectónico de Costa Rica.
En 1963, en la Primera Cumbre de Presidentes Centroamericanos, en la que participó el entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, se aprovechó la ocasión para plantar un árbol de Ceiba, que por muchos años se mantuvo en la esquina sureste del edificio, y que por motivos de seguridad hubo que quitarlo, dado que se estaba falseando y ponía en peligro a los transeúntes. Aunque el árbol ya no está, se conserva la placa, que nos recuerda la historia, la cual transcribo a continuación:
Libre crezca fecunda
Esta ceiba de la libertad en cooperación con
el Gral. Miguel Ydigoras Fuentes, presidente de
Guatemala, fue traída desde allá por el Club 20-30
Nº 443, y sembrada con tierra guatemalteca. Simboliza
la amistad y concordia que ligan a dos
pueblos hermanos conmemorando la reunión de
los 5 presidentes de C. América, el de Panamá y
el de los EE.UU. de América.
San José, C. R. Marzo 18, 19 y 20 de 1963.
En el Instituto del Servicio Exterior está el Museo Diplomático “Braulio Carrillo”, que se inauguró el 8 de noviembre de 2002, con la exhibición de una parte de la valiosa colección de manuscritos y fotografías de la llamada “Colección Ortiz”, que recoge las vivencias de don Manuel María de Peralta y Alfaro, segundo y último marques de Peralta, quien sirvió durante casi diez lustros como representante diplomático costarricense en Europa. Esta colección se denomina así en honor al médico don Juan Guillermo Ortiz Guier, quien la heredó de su padre, y decidió donarla al museo de manera desinteresada.
Las colecciones de cuadros, y especialmente retratos es muy grande. Entre ellos hay de los artistas Teodorico Quirós, Dinorah Bolandi, Lola Fernández, Manuel de la Cruz, así como Felo García, Jorge Gallardo, César Valverde y Rafael Fernández. Si desean ver la mayoría de los óleos exhibidos en el Salón Dorado, y en el Instituto del Servicio Exterior, pueden hacerlo viendo el documento “Personajes destacados de la diplomacia costarricense” (pdf).
Mención especial merecen el Salón Dorado y el Salón Azul.
El Salón Dorado es donde se realiza parte del ceremonial del Estado, siempre con gran solemnidad. En este lugar las autoridades firman tratados de cooperación, condecoran a dignatarios y diplomáticos, recibe las cartas credenciales de los embajadores y realiza reuniones al más alto nivel. En un principio el espacio fue diseñado para las sesiones de la Corte de Justicia Centroamericana.
El Salón Azul, primeramente llamado Salón de las Américas, ha sido testigo de la firma de acuerdos y convenios, y en él se han celebrado importantes reuniones bilaterales y multilaterales en las que se han tomado decisiones de gran trascendencia para la política exterior de Costa Rica.
En sus vitrinas, están expuestos documentos diplomáticos y tratados originales firmados por Costa Rica, entre ellos uno suscrito por Abraham Lincoln, y el convenio mediante el cual España reconoció la independencia de Costa Rica. El salón cuenta con una mesa que fue construida especialmente para la cumbre de presidentes.
Con la ampliación del ministerio en los años 80 del siglo pasado, se adquirieron el resto de propiedades que estaban en la misma manzana. Todas se demolieron, salvo la que está en el costado noroeste, que era de la familia Lyon, dueños por mucho tiempo del banco del mismo nombre. En esa casa se instalaron el instituto y el museo. En el costado norte el edificio Taiwan, y en el noreste la plazoleta, con un jardín y un parqueo.
Entre las cosas interesantes, en la plazoleta, llamada de La Libertad, dedicada al héroe y libertador Juan Rafael Mora Porras, yace en el olvido un fragmento del muro de Berlín.
La pieza, de tres metros de alto y uno de ancho, está colocada en medio de una fuente vacía, con una placa que para poder leerla, hay que ingresar por la casetilla de los guardas, algo que actualmente es muy difícil de lograr, dado que hay que contar con autorización.
Pese a que encierra una parte de la historia de la humanidad, pocos conocen de su presencia y, por el otro lado, también pocos se han preocupado de que se le dé el valor que merece. Sumado a esto, la verja y los arbustos a su alrededor, hacen muy difícil su visibilidad.
El fragmento del muro fue donado a Costa Rica por Alemania en el año 1994. Lo hizo Dietrich Genscher, ministro de Asuntos Exteriores de ese país; esto a solicitud del canciller costarricense de ese entonces, Bernd Niehaus Quesada.
De esa forma, Costa Rica se convirtió en uno de los tres países de Latinoamérica en albergar un fragmento del muro. Los otros dos son Argentina y México.
Tuve la oportunidad de poder ingresar en estos días, así que en la galería podrán, ver varias imágenes de la plazoleta y los jardines internos.
Ya para finalizar, preparé una bonita galería que incluye la Casa amarilla con imágenes del interior y exterior, así como del complejo y sus alrededores, incluida la plazoleta.
Con la ayuda de la Wikipedia y otras fuentes.