Miche en el chavismo

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

Hace cosa de mes y medio, Pilar Cisneros habló públicamente de la existencia de un “bloque” de 5 partidos de línea chavista. Eso puso a circular algunas tesis conspirativas que especulaban acerca de una estrategia que, cuidadosamente planificada, procuraría, por ese medio, alcanzar “los 40” que tantísimo desvelan a Cisneros y a Chaves.

Yo, por mi parte, me lo tomé con mucho escepticismo. Siempre me pareció, y así lo comenté públicamente, que aquello sería como arriar una manada de gatos, incontrolable y listo para toda clase de alborotos.

Cierto que Cisneros y Chaves son personajes de inclinaciones nítidamente autoritarias, cosa que su fanaticada celebra con tambores y ditirambos. Pero también es cierto que aquí “aplican restricciones”. Y, aunque con letra menudita, el mensaje está ahí y no puede ser ignorado.

¿Cuáles son tales “restricciones”? Veamos.

Lo que podríamos llamar el “núcleo duro” del chavismo está conformado por dos círculos que circundan a un centro. El centro está conformado, obviamente, por Cisneros y Chaves.

El primer círculo, el más cercano a ese centro, está constituido por ese grupo de personajes grises, intelectualmente muy mediocres, pero ética y moralmente muy “versátiles”, que Chaves y Cisneros han colocado en posiciones de relativo poder e influencia. Ha sido un grupo un tanto inestable, del que entra y sale gente. Así, por ejemplo, Luis Amador y Mauricio Batalla, que, durante algún tiempo, aparecían como luminarias en ascenso, luego, y de forma repentina e irreversible, se apagaron y desaparecieron de escena. Hoy ese grupo incluye nombres como los de Laura Fernández, Francisco Gamboa o Ada Acuña.

El segundo círculo incluye a los activistas e “influencers”, los talibanes del movimiento, que actúan como las brigadas de choque de las redes, gente que suple la carencia de ideas con estridencias y agresividad.

Los del primer círculo poseen su pedigrí, cierto estatus “aristocrático”. Los del segundo son más populacheros. Pero en uno y otro caso hay ciertas cosas en común.

Primero, su rendida pleitesía ante Chaves y Cisneros, a quienes se les considera verdaderos dioses, investidos de poderes mágicos. Y ahí, justamente ahí, es donde surge el problema.

Porque si se les considera poseedores de tales facultades sobrenaturales, por ello mismo se espera que satisfagan todo lo que se les pide y repartan sus dones sin límites. Por ejemplo: la candidatura presidencial y las curules legislativas.

Y entonces es donde la chancha «torció el rabo». En resumen: “no hay cama pa’ tanta gente”.

Sencillamente acontece que los “divinos” Chaves y Cisneros no puedan complacer las ansias de poder y las ambiciones desbordadas de todo ese contingente, lo mismo la gente del primer círculo –que seguramente considerará ser la “prioritaria” por considerarse a sí misma la de más caché– que la del segundo círculo, la cual, siendo de natural gritones y malcriados, no escatimarán estridencias a la hora de reclamar que se le premie su “lealtad”.

Por ahí anda la cosa. Ya Cisneros y Chaves le echaron la bendición al PPSO (Partido Para Sorompos), y lanzaron al basurero a los demás cascarones de partido.

Pero eso no quita que hayan 100 o 150 que se consideran “diputadiles” y otros más que se reivindican “presidenciales”, lo cual deja la mesa servida para que se desate un miche de los once mil.

Es que, si hay algo en el chavismo que es más fuerte que la mansa sumisión a la autoridad de Cisneros y Chaves, es el hambre de poder y la ambición. Con un agravante: Chaves y Cisneros no pueden multiplicar “los panes y los peces”.

Economista jubilado

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