Guadi Calvo
Según fuentes occidentales una alianza entre el grupo de resistencia yemení, Anṣār Allāh, (Partidarios de Dios) más conocidos como Houthies, por el nombre de su fundador, Hussein Badreddin al-Houthi y la organización terrorista somalí, Harakat aš-šabāb al-muŷahidīn (Movimiento de jóvenes muyahidines) o simplemente al-Shabaab (los muchachos), uno de los brazos más letales de al-Qaeda en África, se estaría fraguando, algo que habría sido filosóficamente impracticable poco tiempo atrás.
Más allá de que ambos grupos sean efectivamente musulmanes, esa inédita articulación, de manera conjunta para atacar las embarcaciones que surcan por el mar Rojo, que el estrecho de Bad al-Mandab (la Puerta de las Lamentaciones) que lo une al golfo de Adén al sur. Mientras que al norte se vincula con el canal de Suez, transportando cerca del quince por ciento del comercio mundial y el diez por ciento de tránsito total del petróleo.
De confirmarse dicho acuerdo, el único motivo existente para este, es la de castigar a Occidente por permitir el genocidio a cielo abierto que el ente sionista perpetra en Gaza y Cisjordania (¿Líbano?) (¿Siria?) desde el ocho de octubre de 2023.
Los Houthies surgieron en 1994 como una fuerza de autodefensa de la postergada colectividad zaidí, una escuela propia del chiismo yemení, y otros sectores de la sociedad, como marxistas, sunitas pobres y cristianos, frente a la expansión del wahabismo alentado por Riad durante los ochenta y noventa y la instalación en 2009 de Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), enemigos jurados del zaidismo.
El chiismo yemení tiene marcadas diferencias doctrinales con la del Ithna Ashariyya o imamismo, la versión más difundida en Irán, Pakistán, Irak, Azerbaiyán y Líbano. Desde entonces los Houthies han sido noticia por participar de manera muy activa en el convulsionado Yemen, que tras los cambios de gobierno después del paso de la Primavera Árabe, no ha conseguido estabilizarse tras diferentes guerras civiles, que provocaron la invasión de Arabia Saudita, junto a una importante coalición encabezada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto, Sudán e incluso Pakistán, además de los Estados Unidos, Israel y el Reino Unido. Después de cinco años de operaciones, la entente no consiguió perforar la resistencia yemení, y la guerra, sin haber terminado oficialmente, quedó en un limbo donde los vencedores han sido los Houthies, que lograron contener y neutralizar a las huestes del príncipe heredero al trono saudita, Mohamed bin Salman.
La histórica proeza de los Houthies los ha posicionado en el control del norte del país, con las costas sobre el mar Rojo. Mientras que en el sur existe el gobierno títere de Riad, autodenominado Consejo de Liderazgo Presidencial (CLP), con un poder más nominal que verdadero.
Mientras que al-Shabaab, al otro lado del golfo de Adén y a las puertas de Bad al-Mandab, se inscribe en el wahabismo, la versión más atrabiliaria del sunismo, una escuela creada a imagen y necesidades de la casa Saud en el siglo XVIII, que dio cohesión a esta tribu, para que poco más de dos siglos después fundara la actual Arabia Saudita, la que, con sus infinitos recursos petroleros, por medio de mezquitas, madrassas y diferentes instituciones religiosas, difundiera el wahabismo a partir de la década del 1980 y en el contexto de la guerra antisoviética de Afganistán, al resto del islām, llegando incluso a colectividades musulmanas radicadas en Occidente.
El wahabismo, por su creador Muhammad ibn Abd al-Wahhab o salafismo o Salaf as-Salih (antepasados o predecesores piadosos), como también se lo conoce.
Fuera del reino había sido adoptado en Egipto, por los Hermanos Musulmanes, en las primeras décadas del siglo pasado y desde allí fue irradiado a los sectores más ultramontanos de Medio Oriente.
Los miles de muyahidines extranjeros arrastrados a la guerra antisoviética en Afganistán, por Arabia Saudita y la CIA, se impregnaron, al igual que los primeros talibanes, de la doctrina salafista. Al retorno a sus países, tantos argelinos, chechenos, malayos, bosnios o filipinos, entre otros, llevaron el takfirismo (la yihad contra los apóstatas), todos los que no son wahabitas, como el principal souvenir.
Por lo que es muy extraño que una organización wahabita, como al-Shabaab, pueda asociarse a los Houthies, que bajo las estrictas normas de la sharia (ley islámica) no dejan de ser kuffar (infieles) por lo que en lugares tan remotos como Pakistán o Nigeria se perpetran de manera frecuente matanzas contra las comunidades chiitas acusados de apostasía.
Downs un reto al imperio
De concretarse esta improbable alianza, se convertiría en un reto para Washington y los aliados del régimen sionista, que han sido los principales blancos de la cohetería Houthi desde el comienzo del genocidio en Gaza.
Lo que ha generado interrupciones del transporte, obligado a muchas navieras internacionales a modificar sus rutas provenientes del Golfo Pérsico y Asia con el consecuente aumento de los costos, en momentos en que el Canal de Panamá está llegando al límite de su capacidad operativa en el contexto de las tensiones entre el gobierno panameño y Trump, que ya amenazó con usurparlo.
Como desde hace más de una década, la guerra de al-Shabaab contra las fuerzas federales de Mogadishu y sus aliados militares de la Unión Africana, Turquía y los Estados Unidos se encuentra empantanada y cada golpe de un bando rápidamente tiene la respuesta del otro. A una emboscada se responde con un bombardeo; a un atentado explosivo con una incursión del ejército a alguna aldea controlada por los muyahidines. Por lo que la inestabilidad somalí no permite avizorar un fin ni siquiera a largo plazo.
Según alguna información de inteligencia, al-Shabaab estaría dispuesto a arriesgar algunas embarcaciones de los conocidos “piratas” para distraer la vigilancia en cercanías del estrecho, para permitir la llegada de contrabando de armamento y otros insumos a los puertos yemeníes bajo control huthis.
El contrabando de un lado hacia el otro de armas, drogas y personas se remonta profundo en la historia del Golfo de Adén, aunque algunas fuentes han notado que desde principios del año pasado ese tránsito se ha incrementado, vinculándolo al acercamiento entre ambas organizaciones. Otra de las razones para dar cierta veracidad a dicha alianza que se ha producido intercambio de prisioneros y que los Houthies respaldaban ataques de AQAP contra dotaciones militares internacionales instaladas en el sur de Yemen, que brindan apoyo al Consejo de Liderazgo Presidencial.
Según fuentes periodísticas, se han realizado al menos dos reuniones entre Houthies y al-Shabab en 2024. Mientras se insiste en que los somalíes habrían recibido de parte de la insurgencia yemení cargamento de armas ligeras, fusiles de asalto, ametralladoras ligeras y fusiles de francotirador.
Hoy los clásicos y legendarios downs que desde hace siglos han monopolizado el comercio del Índico, desde las costas africanas hasta el sudeste asiático, que incluso han llevado el Corán a lugares tan remotos como Malasia y Filipinas, hoy se han convertido en un riesgo para los intereses de la principal potencia del mundo, los Estados Unidos. Ya que en cada uno de ellos puede estar llevado de un lado al otro del Golfo de Adén misiles, drones y armas, amenazando una buena parte del comercio mundial.
Dadas las nuevas circunstancias en que se encuentra Irán, tras la breve guerra contra la coalición sionista-norteamericana y el apoyo históricamente de Teherán a la resistencia yemení, es esperable que haya disminuido, por lo que los Houthies deben estrechar nuevos vínculos para mantener cerrado el Mar Rojo, como una respuesta concreta al genocidio en Gaza.
En previsión de la pérdida de apoyo por parte de Irán, líderes houthies viajaron a China en 2023 y 2024 en búsqueda de un apoyo que ya había sido prometido a cambio de permitir el singlado de buques chinos por sus zonas de control. Lo que hizo que el Departamento del Tesoro norteamericano haya sancionado a empresas chinas por suministrar a los yemeníes “artículos de doble uso”.
Se ha detectado que redes de contrabandistas que operan en África oriental, desde Kenia y Tanzania, están llevando armamento hacia algunos puertos del este de Somalia, que se encuentra bajo el control de al-Shabaab, alcanzando también puertos yemeníes.
Otras fuentes también coinciden en que los yemeníes estarían trabajando con la rama del Daesh que opera en el norte de Somalia, en la región autónoma de Somalilandia. Lo que cerraría la oferta inicial de al-Shabaab a los Houthies de permitir dos emplazamientos lanzamisiles en áreas del centro y sur de Somalia en Somalilandia, a la que se podría agregar un tercero en Puntlandia, en acuerdo con la fracción del Daesh, que se ha hecho fuerte en esa región semiautónoma, para luchar por Palestina en nombre de Allah.
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