Las relaciones internacionales con Nicaragua

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñig

Siempre nuestras relaciones internacionales con el hermano país del norte Nicaragua han sido difíciles; es un vecino del cual no podemos cambiar, porque aunque las fronteras en gran medida son imaginarias, la tierra es una sola y la lógica sería compartir la mesa con los hermanos centroamericanos; sin embargo a través de los años los altibajos han sido muchos; y en la actualidad las relaciones diplomáticas y políticas entre ambos gobiernos son distantes. La noticia de la semana fue la visita de 12 diputados de la Asamblea Legislativa costarricense encabezada por el vicepresidente legislativo José Alberto Alfaro y varios legisladores del Partido Liberación Nacional, el Partido Acción Ciudadana y el Frente Amplio. A todas luces es una visita completamente contradictoria con la política exterior costarricense; que ha sido continuada por dos gobiernos consecutivamente; la Administración Chinchilla (2010-2014) y el actual gobierno de Solís (2014-2018).

Esa política exterior fría con el país del norte inicia a raíz de la invasión nicaragüense a Isla Calero, en octubre del 2010, el constante acoso de barcos militares a nuestros pescadores en bahía Salinas y el proceso en la Corte Internacional de la Haya que condenó a Nicaragua y que ahora incluso no quiere indemnizar los daños ocasionados; más los múltiples insultos y ofensas a Costa Rica, a nuestro gobierno y los ciudadanos ticos. No es para menos, que todos los costarricenses debemos sentirnos indignados ante tanta prepotencia y matonismo del Gobierno de Daniel Ortega. Siendo consecuentes con esta fría relación provocada por Nicaragua; nada tenemos que ir a hacer a ese país; menos una delegación legislativa; que más bien deberían exigir el respeto tanto a ese gobierno como al Parlamento nicaragüense dominado en su mayoría por el oficialista Frente Sandinista; que responde a las directrices autoritarias del presidente Ortega y ahora la futura vicepresidenta Rosario Murillo; esposa del gobernante.

Cabe señalar que dicha visita; si bien eran parlamentarios costarricenses; no llevaban el respaldo oficial en su accionar de ninguna directriz o acuerdo votado en la Asamblea Legislativa; que por ser un órgano colegiado representativo del Poder Legislativo; debe primero votarse y pronunciarse sobre un acuerdo para representar y opinar oficialmente a nombre de dicho órgano; de lo contrario su investidura de legisladores si bien no se pueden quitar; pero que no tiene el respaldo legal y oficial para afirmar o exponer a nombre del Poder Legislativo; si no solamente en lo personal. Por lo tanto el llamado del diputado José Alberto Alfaro de abrir la frontera entre ambas naciones; es una afirmación exclusivamente de índole personal; y afirmó: “Estas tierras, que están divididas por una mísera frontera, hoy deberían ser una misma tierra, para atraer inversión, hermanos. ¿Por qué seguimos divididos por una frontera? ¿Por qué no abrir las fronteras, si estamos prácticamente en el desarrollo del siglo XXI?, un desarrollo que podemos compartir”.

Nuestro país siempre ha sido muy solidario con Nicaragua; desde la Guerra Patria en 1856 contra los filibusteros liderados por el norteamericano William Walker; enviamos tropas a defenderlos y expulsarlos de la región. Luego la guerra contra la dictadura de la familia Somoza, que finalmente el Frente Sandinista de Liberación Nacional derrotó en 1979; tuvo el gran concurso de muchos costarricenses y el propio gobierno de Rodrigo Carazo, quienes ayudaron a la derrota de la dictadura; así como otras formas de colaboración. La migración nicaragüense hacia Costa Rica ha sido constante hasta la fecha; y muchos nicaragüenses vienen aportar su trabajo en distintas áreas como la agricultura, el comercio y de servicios. Pero, todo debe hacerse con orden mediante los controles migratorios regulados, como es la visa al día y el aporte de los documentos oficiales, así como los permisos de trabajo. Esto debe tener un marco regulatorio en los trámites migratorios para turistas e inversionistas que desean vivir y trabajar en nuestro país.

En la realidad; nada tenían que ir a hacer la delegación de 12 diputados a Nicaragua; con la excusa de tener relaciones interparlamentarias con una Asamblea Nacional de ese país que no respeta a los diputados de oposición (incluso hace poco se dio la destitución de 28 diputados y de que nuestra Asamblea Legislativa censuro). Esta asistencia se convirtió en un mero paseo al país del norte; donde no se puede acordar absolutamente nada de forma bilateral; ni mucho menos firmar un documento que comprometa nuestras relaciones políticas y diplomáticas entre ambos países. Esto es un sin sentido, y fue advertido tanto por la Cancillería y varios diputados molestos con esa visita a Nicaragua. Recordemos que la Asamblea Nacional está dominada por el gobierno de Ortega y el FSLN; donde prácticamente han eliminado la oposición; en un marco de similitud a una dictadura; violentando la democracia y las libertades públicas fundamentales; inclusive el Gobierno de Ortega no permitió los observadores internacionales en las pasadas elecciones nacionales.

Esta visita genera contradicciones de todo tipo; porque los sandinistas lo utilizan como que todo está bien entre ambos países; y ante el pueblo nicaragüense realizan confusiones y le bajan el perfil al Gobierno de la República; como afirmó el Canciller Manuel González: “Puedo esperar, sin especular más de la cuenta, que será un elemento que utilizarán los parlamentarios nicaragüenses para decir que en Costa Rica es el Poder Ejecutivo el que no quiere tener mejores relaciones, y con el Poder Legislativo somos hermaniticos centroamericanos. Eso no le conviene al país.” Los sandinistas son especialistas en atacar a Costa Rica, de forma rastrera, mal intencionada y de tratar siempre de generar odios hacia los costarricenses; distorsionando la realidad política entre ambas naciones. Además la Constitución Política en su artículo 140 inciso 12) señala: “Son deberes y atribuciones que corresponden conjuntamente al Presidente y al respectivo Ministro de Gobierno: Dirigir las relaciones internacionales de la República.”

Es muy claro que ningún costarricense se puede atribuir la representación del país; firmando algún tipo de documento bilateral o regional que pueda considerarse oficial; esto sería muy grave y violatorio de la Constitución Política. Por eso la jurisprudencia de la Sala Constitucional en el Voto N° 9443-2002 ha señalado que: “El concepto genérico y amplio de “relaciones internacionales”, conforme a los usos y costumbres de la comunidad de las naciones, comprende todos aquéllos actos y actividades desplegados con ocasión del intercambio político, comercial, cultural o de cualquier índole entre Estados u otros sujetos de derecho internacional. Esta noción amplia cobra especial relevancia en nuestra era, en la que los Estados han ampliado sus vínculos a tal grado, que les es muy difícil desarrollar su vida interna sin tratos de toda naturaleza con el resto del mundo. En este sentido, uno de los principales medios para generar esas relaciones con otros países, son los tratados internacionales, en su calidad de acuerdos que constituyen, modifican o extinguen situaciones jurídicas públicas y por ende, establecen una obligación entre personas de derecho internacional (Estados, organismos, etc.) tal y como lo ha expuesto esta Sala en el considerando II de la sentencia N° 1027-90. Así, la Constitución también exige que los “convenios o tratados públicos y concordatos” sean celebrados por el Presidente de la República con el concurso obligado de su Ministro de Relaciones Exteriores, art. 140 inciso 10) de la Constitución.”

Finalmente; con fundamento en lo anterior, debemos tener mucho cuidado en el manejo de las relaciones internacionales; y más aún en lo que se firma entre órganos que componen los Estados; porque primero se debe velar por los intereses públicos del país y de toda la ciudadanía; y no podemos comprometer, de manera que sea utilizado por otro Estado como de índole oficial; un acuerdo bilateral, aunque sea un mero compromiso, tiene sus efectos de todo tipo. La política exterior del país debe tomarse de forma muy seria; porque estamos jugando con el nombre de la República; su identidad y soberanía como Nación libre e independiente; y después podemos lamentarnos todos de la firma en un acuerdo o documento que puede ser trascendente en cualquier ámbito nacional o internacional.

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