Guido Mora
Para mí, como posiblemente sucedió para muchos costarricenses, la posibilidad de que Fabricio Alvarado triunfara en las elecciones de 2018 representó un impacto similar al que provoca el estallido de un globo en el rostro. En Estados Unidos y América Latina, el avance del conservadurismo religioso ha demostrado ser una amenaza para las sociedades democráticas.La imagen del costarricense como individuo y parte de una sociedad educada, progresista, defensora y respetuosa de los Derechos Humanos, resultó ser sólo un espejismo, una mentira construida desde mi realidad de profesional universitario, residente en la zona urbana de San José.
Este efecto constituyó el despertar de un sueño romántico, que paulatinamente se ha ido transformando en una pesadilla.
La reacción adversa de diversos grupos conservadores a la decisión que tomara la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 9 de enero de 2018, “ante la opinión consultiva del Poder Ejecutivo, sobre la figura del matrimonio de personas del mismo sexo y el cambio de identidad por razones de género”, puso en evidencia el pensamiento conservador prevaleciente en nuestra sociedad que, por lo menos para quien escribe, no había sido ni visible, ni evidente.
La apropiación y capitalización de estas reacciones negativas, a favor de Fabricio Alvarado y el partido religioso que lideraba, dispara el crecimiento del apoyo ciudadano a esta agrupación política, pasando de un 3% en diciembre de 2017, a un 17% en enero de 2018.
La presencia de una agenda conservadora liderada por el neoprotestantismo y algunos sectores de la Iglesia Católica encuentra apoyo entre importantes grupos sociales que concretamente: se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, rechazan el aborto, los derechos de las mujeres, la eutanasia y la educación sexual temprana, como mecanismo para evitar el embarazo adolescente.
Afortunadamente y ante la acción articulada y conjunta de múltiples grupos, sectores sociales y políticos, Fabricio Alvarado es derrotado electoralmente. Sin embargo, su propuesta se posiciona y fortalece entre muchos costarricenses, residentes en zonas costeras, fronterizas; rurales y urbano marginales.
La gestión política de Carlos Alvarado y el Partido Acción Ciudadana en el período 2018 – 2022, lejos de atenuar las fracturas que se fraguaron a lo largo de más de una década, adicionado al impacto de la pandemia, continúa profundizándolas.
El discurso elitista que señalaba a “los poco educados”, como el grupo que protagonizó el mayor apoyó a Fabricio Alvarado, esconde una realidad contundente que hasta ahora estamos logrando comprender: una amplia capa de costarricenses, “perdedores del modelo de desarrollo”, impulsado por los grupos sociales más privilegiados, y legitimado por políticos y economistas defensores del statu quo, cultivaron un descontento in crescendo, ante los niveles de inequidad, desigualdad y pobreza que continúan aumentando año con año.
La elección de un desconocido como Rodrigo Chaves en el 2022 no es ya la explosión de un globo, sino la detonación de una bomba frente a nuestras narices.
El uso del discurso populista, la presencia de Pilar Cisneros, hasta hace poco tiempo directora de un noticiero en medio de comunicación televisivo, líder de la “prensa canalla” -con un alto grado de credibilidad entre las masas- y la frustración y el descontento de miles de costarricenses, convierten en una realidad el triunfo de un individuo de palabra fácil e imagen oscura y dudosa: un aparecido en la política nacional.
Chaves, un recién llegado a Costa Rica después de vivir muchos años en el extranjero, respaldado por un grupo económico emergente que reclama su participación “en el reparto de los recursos estatales y las relaciones económicas internacionales”, logra interpretar el descontento ciudadano y se convierte en la “alternativa aceptable” para el balotaje, ante José María Figueres Olsen -un candidato cuestionado, carente de credibilidad, que ofrecía muy poco a los votantes-. Chaves obtiene un agónico triunfo que le permite ocupar la presidencia entre el 2022 y el 2026.
Revisando la bibliografía existente, deseo remitirlos al libro de la Dra. Florisabel Rodríguez intitulado Anatomía de una fractura: desintegración social y elecciones del 2018 en Costa Rica. En este texto, la doctora Rodríguez identifica con claridad la procedencia geográfica del voto a favor de Fabricio Alvarado.
Si vamos más allá y analizamos la procedencia del voto a favor de Rodrigo Chaves en 2022, mediante el uso de la técnica de la geografía electoral, al superponer estos mapas resulta evidente la migración del “voto del descontento” desde el Fabricio Alvarado del 2018 hasta el Rodrigo Chaves del 2022.
Esta coincidencia constituye evidencia clara de que Chaves con su narrativa, logra provocar una rebelión contra el “statu quo” y un sentimiento de esperanza en las masas, quienes compran la expectativa de que su elección representa una profunda transformación en la política costarricense.
Este falso sentimiento se sustenta, entre otras cosas, en la formulación de análisis superficiales y promesas fáciles de solución de problemas complejos. Tal como indica Anne Applebaum en su libro El Ocaso de la democracia, Chaves logra infundir la idea igualmente promulgada por los populistas de otras latitudes, “que tienden a explicar fenómenos complejos con soluciones fáciles; dan razón del azar y los accidentes, ofrece al creyente la satisfactoria sensación de tener un acceso especial y privilegiado a la verdad – algunas veces mediando incluso representación e iluminación divina- y… finalmente, en el marco de la repetición de esas teorías conspiranoicas, concreta la posibilidad de obtener la mayor recompensa a la que puede aspirar: el poder”.
La reacción de los “perdedores del sistema” es similar en muchas otras latitudes: el apoyo incondicional a Donald Trump en el “cinturón del óxido”, un grupo de estados que va de Pensilvania a Minnesota; el respaldo a Bukele en El Salvador, en una sociedad hastiada de la violencia, la corrupción y la entropía; el triunfo de Milei, en Argentina, en donde los niveles de anarquía política, corrupción, pobreza y desigualdad han marcado récords históricos los últimos lustros, para mencionar sólo unos ejemplos.
Para el caso costarricense, la realidad objetiva nos muestra que durante los veinticinco meses de la administración Chaves Robles hemos tenido un gobierno cuyo único norte ha sido el culto a la personalidad, a la prepotencia y la arrogancia del mandatario. Que, ante la incapacidad de atender y resolver los problemas que enfrentan los costarricenses, el presidente y sus colaboradores se esfuerzan por responsabilizar a otros poderes por su incompetencia. Que el presidente, lejos de convocar al diálogo y la negociación, recurre a las amenazas, los insultos y la intimidación, dentro y fuera de su gabinete, con el fin de procurar el cumplimiento de algunas de sus promesas de campaña, muchas de las cuales rozan incluso con el orden jurídico prevaleciente.
En esta misma dirección, la última acción del Poder Ejecutivo fue proponer la realización de un referéndum, que pretende, entre otras cosas, modificar por esta vía, las competencias que establece la Constitución Política para la Contraloría General de la República.
Ad portas, la propuesta del Ejecutivo puede ser rechazada por la Sala Constitucional y con eso la institucionalidad frena estas ocurrencias, cumpliéndose con la normativa jurídica vigente.
En mi perspectiva, sin embargo, el mayor problema no es el jurídico, sino el político.
Rodrigo Chaves, asentado en sus falsas verdades y apoyado en sus granjas de troles, ha hecho creer a sus incondicionales que con la aprobación del referéndum se resolverán muchos problemas, incluidos los del ámbito cercano a cada ciudadano: que se eliminará la corrupción, la pobreza, la desigualdad, las pensiones de lujo, los alquileres que paga el Estado, que se reducirá el costo de la vida, la delincuencia y un sinnúmero de etcéteras. Esta, estimados lectores, no es sino una falacia.
En otro orden de cosas, constituye un aspecto de suma gravedad que, para todos los efectos, sea que haya o no referéndum, Rodrigo Chaves ha logrado posicionar un tema que profundiza la división entre los costarricenses y polariza una sociedad que sólo unida podrá superar los retos del presente y del futuro.
Mirando la acera de enfrente y hasta el momento, sin ninguna capacidad de reacción ante las amenazas del autoritarismo, encontramos una oposición débil, complaciente, fragmentada, carente de propuesta y liderazgo, que no ha tenido capacidad de ofrecer alternativas creíbles y esperanzadoras, a una población urgida de soluciones, ante el avance de la delincuencia internacional, la profundización de la inequidad, la desigualdad y la pobreza.
Este lamentable escenario sólo hace prever la posibilidad de que un candidato afín al chavismo pueda triunfar en las elecciones de 2026, aumentando la presencia de los representantes de esta corriente autoritaria en el Poder Legislativo, lo que se consolidaría la amenaza contra la institucionalidad y el sistema democrático.
Lo cierto del caso es que, en el fondo de toda la problemática, las mentiras de Chaves no constituyen una respuesta certera para los miles de costarricenses descontentos por su situación económica y social; ni existe una oferta atractiva, construida en el seno de otros grupos políticos progresistas, que se orienten a incrementar la confianza de los costarricenses en el sistema democrático, ni a desinflar el globo autoritario que se asoma en el horizonte de la Patria.
Mientras tanto, continúa la rebelión de los pobres y se sigue deteriorando la confianza en el régimen democrático.
Mi amigo Guido como siempre excelente, solo me preocupa un dato que espero que sea un dedazo, habla del 2028, ¿acaso será que al estilo Chaves querrá quedarse 2 años más en el poder usando alguna artimaña?, Dios no lo quiera. Me gusta ese término «ideas conspiranoicas» porque calza muy bien con la hablada de papaya de Chaves y sus acólitos.
Ya fue corrregido.
Gracias Gustavo, un dedazo que ya se corrigió.
Saludos.
Un dedazo que me asustó, saludos mi amigo. ¿No habrá forma de un dedazo real al 2025?