Guadi Calvo
Bukavu, la capital de Kivu del Sur y la segunda ciudad más poblada del este de la República Democrática del Congo (RDC), ha caído el pasado domingo dieciséis bajo el control de los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M-23), a los que acechaban desde hace más de quince días, tras haber tomado Goma, la capital de Kivu del Norte, el pasado veintisiete de enero.
Este nuevo revés, por previsible que haya sido, ya que los milicianos del M-23, acompañados por efectivos del ejército de Rwanda, tuvieron varias oportunidades de rendir la ciudad en estos últimos días, profundiza el creciente desprestigio del gobierno del presidente Félix Tshisekedi y de las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC), que, a pesar de contar con el apoyo de tropas de Burundi, han sido acusadas de abandonar Bukavu frente al avance de los milicianos sin haber combatido.
Fuentes locales informan que ya el día sábado la anarquía se había apoderado de la ciudad, después de que se conoció que los rebeldes habían tomado el aeropuerto y varios barrios de la periferia de Bukavu, la ciudad con cerca de ochocientas mil almas, a la que se le han sumado varios miles de desplazados provenientes de poblaciones cercanas. Ya en el atardecer del domingo, la ciudad estuvo bajo el control total de los insurgentes, con lo que han logrado tener el poder de ambos Kivu, del Norte y del Sur, con lo que alcanzan la mayor expansión territorial, desde que en el 2022 el M-23, luego de nueve años de silencio, retornó a sus operaciones en proximidades de la frontera con Rwanda.
Por su parte, el Ministerio de Comunicaciones de la RDC, confirmó esta última información, volviendo a acusar a Rwanda de estar detrás de toda la operación, no solo financiando a los rebeldes, sino de haber filtrado a más de cuatro mil efectivos de su ejército en territorio congoleño para participar junto al M-23 de esta embestida. Además, desde Kinshasa se anunció el envío de más contingentes de las FARDC para revertir la situación en ambas provincias, para restablecer el orden, la seguridad y la integridad territorial en el este del país.
Con estas dos provincias en poder de los rebeldes, que de hecho es decir que están bajo el control de Rwanda, la posibilidad de que lo que hasta ahora ha sido un conflicto interno de la RCD pueda convertirse en una guerra regional. Naciones como Burundi y Uganda son aliadas de la RCD y han tenido serios diferendos con Rwanda, que ha tenido desde siempre políticas de expansión territorial y mucho más desde que gobierna el país Paul Kagame, un dictador aliado a los intereses tanto europeos como estadounidenses. Que maneja la organización político-militar conocida como la Alianza del Río Congo, creada en 2023, conformada por diferentes grupos armados y partidos políticos, que intentan derrocar al gobierno del presidente Tshisekedi.
Ya desde el viernes, combatientes del M-23 se habían comenzado a infiltrarse en algunos barrios periféricos de la ciudad de Bukavu, desde donde comenzaron a converger hacia el centro de la ciudad. Los milicianos dicen que, en ese recorrido, prácticamente no encontraron resistencia, hasta llegar al edificio de la gobernación, que se encontraba abandonado y en total desorden. Según informaron los rebeldes a medida que avanzaban, una multitud, que los vitoreaba como verdaderos libertadores, les informaba que desde hacía semanas se había refugiado en los bosques cercanos, dado que los mercados se encuentran totalmente desabastecidos y por el temor de que el ejército congoleño obligara a los civiles a sumarse a la defensa de la ciudad.
Mientras los rebeldes se siguen asentando en el este del país, la crisis humanitaria se sigue incrementando. Ya que en estos últimos meses los combates han destruido unos setenta mil refugios improvisados en los alrededores de las ciudades de Goma y Minova, dejando a cerca de medio millón de desplazados sin protección alimentaria y sanitaria, y bajo el riesgo de quedar atrapado en el fuego cruzado e incluso los hombres forzados a incorporarse a alguno de los bandos y las mujeres mantenidas como esclavas para todo servicio.
Los muyahidines volvieron a escucharse
Desde que a comienzo de año se profundizó la ofensiva de Movimiento 23 de Marzo, las Fuerzas Democráticas Aliadas (FDA), uno de los grupos armados más activos y sanguinarios del centenar que operan en el este de la RDC, había mantenido un expectante y peligroso silencio, que llamaba la atención de quienes conocen el temperamento de esta organización. Desde su fundación en 1995, las FDA han tenido una extraña deriva ideológica que las ha llevado desde la insurgencia netamente política a las más extremas posiciones del fundamentalismo islámico, tras haberse integrado a nivel global en al Daesh, a partir del 2014. Responsable desde entonces de múltiples masacres, no solo en las dos provincias de Kivu y la de Ituri, también en el este de la RDC, sino también en Burundi y Uganda.
Otra vez los muyahidines congoleños se han pronunciado de la manera que mejor lo hacen: una nueva masacre, esta vez en la aldea de Maiba, en el territorio de Lubero, en la provincia de Kivu del Norte, a más de ciento cincuenta kilómetros al norte de la martirizada ciudad de Goma, en poder del M-23, desde fines de enero pasado. Las FDA ejecutaron a más de setenta civiles pertenecientes al grupo étnico manzya, sorprendidos en una iglesia de la Comunidad Bautista de África Central (CBCA). La mayoría de las víctimas han sido mujeres, niños y ancianos, que habían sido secuestrados en la pasada noche entre el once y el doce.
Según informó el Comité de Protección de la Comunidad, tras el secuestro las víctimas fueron trasladadas hasta un blanco en el bosque donde fueron ejecutadas. Vecinos de la aldea han denunciado la inacción de las autoridades y la falta de protección por parte del ejército congoleño en esta zona. Desde hace varios meses, toda la región de Lubero se encuentra dominada por las diversas bandas armadas, que compiten entre sí por el saqueo de los ricos yacimientos de minerales con alta cotización en los mercados internacionales, particularmente vinculados a las tecnológicas.
Si bien la región ya se encuentra bajo el control de los rebeldes del M-23, la presencia histórica de las ADF en los corregimientos de Baswagha y Bapere hace que la situación se siga agravando. Desde Kinshasa, la capital de la RCD, a más de mil quinientos kilómetros de las áreas desbordadas por la violencia, se le hace cada vez más difícil la comunicación con las autoridades políticas y administrativas de la región, por lo que las decisiones llegan con un notorio retraso.
El conflicto armado establecido desde hace por lo menos dos décadas en la provincia nororiental de Ituri y en las dos Kivu, además del incontable número de muertos que está dejando; ha provocado el desplazamiento interno de casi dos millones de habitantes de un total de catorce a los que se les suman el medio millón de refugiados provenientes de países vecinos La situación además puede provocar de manera inminente, según lo advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas brotes de enfermedades, como el sarampión o cólera, agravadas por la suspensión por noventa días de la financiación para la asistencia humanitaria, alimentaria y de saneamiento estadounidense ordenada por Donald Trump, para toda África, lo que empuja todavía más a la República Democrática del Congo a lo más profundo de la hoguera.
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