Fernando Berrocal
Pareciera que el conflicto militar entre Rusia y Ucrania es algo muy distante y que no tiene nada que ver con nosotros, pero no es así. Pudiéramos pensar que, como país, mejor nos quedamos callados; pero no debe ser así. Tiene que ver con nosotros; y la voz y la opinión de Costa Rica es respetada en el mundo.Somos un país pequeño, en desarrollo, desarmado y pacífico, pero tres veces en la historia de la ONU hemos integrado y presidido su Consejo de Seguridad y el expresidente Óscar Arias recibió el Premio Nobel de la Paz por haber tenido la valentía de alzar la voz de Costa Rica frente a las dos grandes potencias hegemónicas de ese entonces y haber propuesto un Plan de Paz para terminar con las guerras de la Guerra Fría en Centroamérica. Eso es mucho.
En el presente, Costa Rica debe unirse activamente al grupo de países que han llegado a la conclusión de que solo una negociación realista, inteligente y sensata, con gran respaldo internacional, puede dar fin a la intervención militar de Rusia en Ucrania y que esas negociaciones se inicien cuanto antes.
La hora de las censuras y las críticas pasó. El conflicto lleva tres meses. Hay ciudades destrozadas y la crisis humanitaria es enorme. Las repercusiones negativas son mundiales, por sus efectos en los precios del petróleo, el gas y en los alimentos. Es una insensatez seguir estimulando la guerra por razones ideológicas o guardar un silencio cómplice, porque eso solo fortalece a la poderosa industria militar y a quienes sueñan todavía con los esquemas de la Guerra Fría y zonas de influencia y poder hegemónico. No con un mundo en paz, libertad de comercio y respeto al Derecho Internacional, como debe ser.
Italia y otros países han puesto sobre la mesa y están liderando un Plan de Paz que aborda lo fundamental, que es el ingreso pleno de Ucrania a la Unión Europea y su renuncia a participar de la OTAN; garantías bilaterales de Rusia y Ucrania para la plena y total autonomía de la región fronteriza del Donbás y la conclusión de un gran acuerdo multilateral de paz y seguridad en Europa que, repensándose a sí misma, incluya el desarme, el control de armas y la prevención de conflictos en esa fundamental zona del mundo, en donde se libraron las dos terribles grandes guerras del siglo XX y de cuyas crisis nació, precisamente, la Organización de las Naciones Unidas, para generar un Nuevo Orden Mundial que enfrenta hoy y como consecuencia de esta guerra, una de sus peores y más profundas crisis después del final de la Guerra Fría en los 90.
La continuación de la guerra solo dejará más perdedores y una crisis mundial generalizada que incluirá a Costa Rica. Solo desde la paz y sin ambiciones hegemónicas, se puede construir el mejor futuro de la humanidad y el planeta.