Guadi Calvo
En el tenso y peligroso equilibrio que India juega entre Rusia y Estados Unidos, manteniendo la atención en los movimientos de China, una relación siempre tensa, son cada vez más evidentes las jugadas de Washington por atraer de manera definitiva a Narendra Modi a su lado.
Cómo es lo usual, en las políticas del Departamento de Estado, para alcanzar su meta, usa todas las herramientas con las que cuenta, no importa cuánto puedan dañar y a cuantos más actores deba inmiscuir en el juego.
Prueba de esto, son las declaraciones de mayo pasado y reiteradas días atrás, de la Primera Ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, reelecta a principios de año, a pesar de la fuerte oposición estadounidense, acerca de las operaciones de: “un país occidental”, que procura el surgimiento de un Estado cristiano, en una vasta región, lindante entre India, Birmania y Bangladesh, como ya sucedió en Timor Oriental.
La Primer Ministro Hasina, en su denuncia alertó a sus vecinos que el nuevo estado se podría levantar utilizando la ciudad de Chattogram, la segunda en importancia de Bangladesh, con un importante puerto sobre la Bahía de Bengala, donde se sitúa la isla de San Martín, en la que los Estados Unidos pretende establecer una base aérea a lo que ya Hasina, se ha opuesto. La maniobra no sería para nada sencilla y mucho menos pacifica, ya que esa área está controlada budistas, localizados en las tierras altas, mientras que la comunidad musulmana, se localiza en la costa.
Para estos fines, “el país occidental”, estaría utilizando a la etnia Kuki, a caballo en la frontera entre India, Birmania y Bangladesh, en su mayoría cristianos, para la creación de Zogam los que, para Nueva Delhi, son una banda de separatistas, financiada por el narcotráfico. Para lo que, en junio de 2023, el Consejo Intelectual Mundial Kuki-Zo (WKZIC) se presentó en Naciones Unidas y ante el genocida, Benjamín Netanyahu (sic) solicitando su intervención para la creación de un estado Kuki.
El año pasado, los kuki, habían protagonizado graves enfrentamientos con los meiteis, una etnia predominantemente hindú, del Estado indio de Manipur. Ya para entonces, dada la violencia entre las dos comunidades, las que se acusaron mutuamente de intentar una limpieza étnica, que dejó más de un centenar de muertos, cientos de viviendas saqueadas e incendiadas, se mencionó la posibilidad de la creación de un territorio autónomo bajo control de los kukis. Según diversas fuentes, los enfrentamientos del año pasado en Manipur, habían sido alentados y financiados por el Departamento de Estado norteamericano. Que utilizó el conflicto de Manipur, como razón para aumentar la presión sobre Modi, para que finalmente se subordine a sus políticas.
El gobierno de Narendra Modi, denunció entonces, como responsables de los disturbios a los kuki, como una etnia provienen de Birmania, donde son conocidos como chin, aunque existen evidencias que se encuentran en India, desde antes del siglo X. Alegando también, que el gobierno, no persigue a los cristianos, una comunidad cercana a los 28 millones, por lo que se constituye en la tercera religión más numerosa de India, sino que son las fuerzas de seguridad el blanco de los ataques de las “bandas terroristas-separatistas” utilizadas por el narcotráfico birmano.
Durante el pasado abril, un colectivo evangelista estadounidense, relacionado con la secta del predicador Billy Graham, muerto en 2018, recorrió la frontera indo-birmana, alertando a los cristianos de las persecuciones del gobierno indio, tal como lo hace con los musulmanes. Es conocida la utilización que hace la CIA, de estos grupos religiosos, para la penetración de países del tercer mundo, que en este caso puntual no sería diferente.
En el marco de las operaciones de Washington contra Modi, se apunta la denuncia que, durante el largo periodo eleccionario de India, se habría planeado el asesinato de un ciudadano con doble nacionalidad india-estadounidense, al que Nueva Delhi, acusa de terrorista.
La CIA también estaría detrás de las principales organizaciones involucradas en la guerra civil birmana, que se encuentra en pleno desarrollo.
El surgimiento de una nación cristiana, Zomi, la identidad originaria kuki-chin, que se extiende por las tres naciones (India, Birmania y Bangladesh), conocida como pueblo zo, que se convirtieron al cristianismo a principios del siglo XX, a instancias de los británicos, sobre territorios conculcados a sus tres posibles vecinos, naciones fuertemente establecidas, con mayorías religiosas diferentes al cristianismo, en cualquiera de sus formas. India de mayoría hinduista, una Birmania budista y un Bangladesh musulmán, no solo sería muy difícil de establecer, sino que le sería prácticamente imposible su continuidad, a no ser que cuente con el apoyo de un “país occidental”, realmente fuerte y con mucho interés de inmiscuirse todavía más en una cada vez más candente sudoeste asiático.
Humo y espejos
Si realmente Washington, considera posible la creación de un enclave pro norteamericano, en el corazón del sudeste asiático, a seiscientos kilómetros de la frontera china, que además lo convertiría prácticamente en el portero del estratégico estrecho de Malaca, vital para Beijing, por donde pasa la mayoría de las embarcaciones hacia y desde los puertos chinos sobre el Mar Meridional, incluso los súper petroleros, que abastecen su industria, es realmente que Estados Unidos, está dispuesto a todo, por no perder su cada vez más desafiada preeminencia mundial.
Tras la negativa de Hasina, a permitir la creación de una base norteamericana en el Golfo de Bengala, el Departamento de Estado, comenzó a profundizar sus operaciones interviniendo en la política interna de Bangladesh, alentado al islamista, Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) aliado de la Jamaat-e-Islami, (sociedad del islām) una organización religiosa fundada en1941, bajo la sombra de los Hermanos Musulmanes. Que el año pasado organizó numerosas protestas contra el gobierno, apuntado a la caída de la primera ministra y su coalición de gobierno, la Liga Awami, para que asumiera el poder un gobierno provisional, que liberaría a los dirigentes del BNP y Jamaat-e-Islami, encarcelados para garantizar elecciones “libres y justas”.
En el contexto de la guerra civil que el Tatmadaw (ejército bimano) libra contra varias insurgencias étnicas-regionales, se destaca las formaciones de la etnia chin, dividida en cuatro ejércitos, Frente Nacional Chin, el Ejército Nacional Chin, la Fuerza de Defensa de Chinlandia (CDF) y la Fuerza de Defensa Nacional Chin (CNDF), antiguos aliados de los militares, que podrían alentar a sus hermanos indios y bagdadíes, lo que podría dar basamento para la creación de ese estado cristiano, que tanto parece necesitar Washington, para lo que esa jugando en espectro de humo y espejos.
Así todo tendría, que vencer la resistencia de otro de los jugadores de la guerra civil, el Ejército de Arakan, prácticamente aliado en la lucha contra el Tatmwad, formado por milicianos fundamentalmente budistas, que controlan importantes franjas del litoral de golfo.
En este marco de situación la advertencia de Hasina, se hace cada vez más creíble, por lo que se deberá esperar la decisión de India, de entrar mansamente al redil norteamericano o prepararse para apagar a sangre y fuego, la posibilidad de una escisión territorial de la comunidad kuki, mientras se resuelve la guerra de Birmania, que cada vez se encuentra más cerca de la balcanización, frente a los avances rebeldes.
Aunque en este tablero también tienen espacio para mover fichas tanto Moscú, como Beijing, por lo tanto, los deseos norteamericanos para la creación de un estado cristiano, al que pueda convertir en un gran portaviones en la puerta de China, todavía está más lejana por más que se invoque el nombre de Cristo.
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