Fernando Berrocal
No somos el único país, pero en Costa Rica casi todas las variables económicas y sociales están en rojo.También es cierto que una ola de criminalidad, hija de la guerra de bandas ligadas al narcotráfico y el sicariato, es la noticia trágica de todos los días.
Súmele la pandemia y no solo desde sus efectos en la vida de los seres humanos, sino también en sus efectos psicológicos y en el temor generalizado.
Esta crisis se puede ver y enfrentar con fatalismo y derrotismo o con realismo, nuevas ideas y muchas ganas, como país, de superar la adversidad presente.
Estemos claros: de esta crítica situación solo salimos a base de liderazgo político, ideas y propuestas de cambio, renovación y reforma, un gran sentido de unidad y convergencia nacional y diálogo entre los sectores de la sociedad.
En democracia no existe ningún otro camino viable y eso pasa por los partidos políticos y el proceso electoral, libre y seguro, que está arrancando y que culminará el primer domingo de febrero del 2022. Ese es el único camino.
A este gobierno lo quedan los días contados.
Pero como resultado de este proceso electoral: o nos decidimos de una vez por todas a modernizar y transformamos a Costa Rica o las cosas se pondrán peor. Y no estoy exagerando. Solo respondamos, honestamente, una simple pregunta: ¿Cómo es que pasamos de ser un país de ingresos medios y una sociedad de oportunidades, a ser uno de los 10 países con más desigualdad e injusticia económica y social en el mundo? A eso hemos llegado. Ahí estamos.
Me resisto a creer que todo tiempo pasado fue mejor. Eso es fatalismo. Lo que sí creo firmemente es que ese tiempo fue muy bueno para nuestra sociedad.
Ahora, lo que nos toca es recuperar el tiempo perdido y construir un potente puente de relación y vinculación de doble vía con los procesos que se están dando en el mundo y que tienen que ver con los cambios geopolíticos, la globalización y la internacionalización de la economía y el mercado mundial, la atracción de inversiones extranjeras directas y transferencia de nuevas y modernas tecnologías, renovadas y potentes alianzas público-privadas y la plena reactivación de nuestra economía productiva y de exportaciones, abriéndonos aún más como país a la economía verde, los servicios y el turismo.
No se trata solo de resolver el hueco fiscal que tiene el Ministerio de Hacienda.
El futuro es el mundo real del presente y sus oportunidades para una economía pequeña y un país bien situado geopolíticamente como es Costa Rica. Por ahí debemos enrumbarnos. Para ello, necesitamos una agenda nacional realista, innovadora, pragmática y construir, desde la política y no solo desde las soluciones tecnocráticas o académicas, una gran convergencia nacional de coincidencias entre los gobernantes y los sectores de nuestra sociedad civil.
¡Que esta campaña electoral sea de ideas y soluciones reales para Costa Rica!